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Arte

El "Tesoro del Delfín" del Prado vuelve a Francia

Cuatro vasos y fuentes de cristal tallado, piedras naturales y joyas, junto a una selección de estuches viajan al Palacio de Versalles para una gran exposición sobre Luis de Francia

MADRID.-El Prado participa con 4 cuadros en la primera gran exposición dedicada al Gran Delfín de Francia, en Versalles
MADRID.-El Prado participa con 4 cuadros en la primera gran exposición dedicada al Gran Delfín de Francia, en VersallesEuropa Press

Varias piezas del "Tesoro del Delfín" que custodia el Museo del Prado viajan la próxima semana al Palacio de Versalles para una gran exposición sobre Luis de Francia, y para ello están siendo embaladas con exquisito cuidado, junto a los estuches que las protegían, y que forman otro tesoro, una colección única en el mundo con alma de madera y forro de ricas telas.

Las piezas, cuatro vasos y fuentes de cristal tallado, piedras naturales y joyas, junto a una selección de la magnífica colección de estuches realizados a medida, serán protagonistas de la exposición ‘El Gran Delfín’, una muestra dedicada a Luis de Francia, hijo de Luis XIV y padre de Felipe V. Para su viaje a Francia, el Prado ha movilizado a un equipo de expertos en el traslado de obras de arte que se afana en un almacén de los sótanos del museo para elaborar cajas con material protector que garantice que las delicadas piezas no sufran ningún daño en tránsito, un proceso al que ha tenido acceso EFE.

Al frente de la operación está la conservadora de Artes Decorativas del museo, Elena Arias, quien supervisa que cada objeto viaje en una caja hecha exprofeso para garantizar que ni las vibraciones, ni la corrosión hagan mella ni en las piezas, ni en los excepcionales estuches del siglo XVIII. El Museo del Prado conserva la única y más importante colección de estos estuches, elaborados con “alma de madera, a base de piececitas de madera y estopa para ajustarse milimétricamente a las piezas ricas que debían proteger”, explica Arias.

“Son objetos que han pasado de ser embalaje a ser verdaderas piezas de arte”, dice de los estuches, de los que se conservan 125 en el mundo, 124 de ellos en la colección del Prado. El cuerpo del estuche, una vez formado, se forraba por dentro con algodón, sedas y terciopelo y por fuera con tafilete, una fina piel repujada y decorada con la flor de lis de los borbones y, muchos de ellos, con la figura de un delfín, símbolo de Luis de Francia.

“Los estuches se han salvado del peligro de ser considerados algo viejo y ser descartados, y hoy son considerados el segundo tesoro del Delfín”, gracias a que las piezas llegadas de Francia como parte de la herencia recibida por Felipe V estuvieron mucho tiempo almacenadas sin abrir, primero en el Alcázar de Madrid y luego en La Granja de San Ildefonso.

Más tarde, con la retirada de las tropas franceses en 1813, el tesoro del Delfín fue robado, pero los encargados del saqueo sacaron las obras de sus estuches y las tiraron sin cuidado alguno en carros con paja, por lo que muchas de ellas se rompieron. Los estuches quedaron atrás abandonados, explica Arias. Los vasos ricos, jarras y fuentes del tesoro fueron devueltos años más tarde por Francia y, por entonces, ya se consideraban los estuches como algo que merecía la pena conservar.

Ahora, ocho de esos estuches y varias piezas como el vaso oriental de jade con pie de plata dorada (siglo XVII), la bandeja oval de heliotropo con retícula octogonal y el jarro de pico de heliotropo del taller de los Miseroni se disponen a viajar a Versalles para explicar la historia del Gran Delfín, “hijo de rey, padre de rey y nunca rey”.

Para garantizar un viaje seguro, los expertos de la empresa SIT elaboran cuidadosamente una primera caja de cartón pluma forrado de papel de aluminio hecho a la medida de cada pieza y con refuerzos hechos al milímetro para evitar cualquier posibilidad de vibración o salto. Las cajas van forradas de un material “interceptador de corrosión” de plomo de cobre para evitar la más mínima posibilidad de oxidación.

Estas cajas se introducen dentro de otras de madera con aislamientos térmico para proteger los esmaltes y a las que se les colocan unos sellos especiales “para garantizar que las piezas no son sustituidas por copias” y de unos sensores de posición que den fe de que las cajas han viajado en todo momento en la posición correcta.

Junto a las piezas, viajará Elena Arias como “correo”, que certificará que los objetos prestados llegan en la misma condición de la que partieron de Madrid y que, cuando acabe la exposición, regresarán todas sanas y salvas.