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“La casa del dragón”: más sexo, más fuego, más muerte y más guerra civil

Tras el retraso provocado por la huelga en Hollywood, la serie «spin-off» del universo «Juego de Tronos», protagonizada por Emma D'Arcy y Olivia Cooke vuelve dispuesta a convertirse en el exitazo del verano

Olivia Cooke es Alicent Hightower en "La casa del dragon"
Olivia Cooke es Alicent Hightower en "La casa del dragon"WARNER BROS.

Legítima heredera al trono de hierro, domadora de dragones y primera del nombre de los Targaryen. Ningún título podía consolar a la reina Rhaenyra (extraordinarie, Emma D’Arcy) al final de la primera temporada de “La casa del dragón”, justo cuando conocía la dantesca muerte y asesinato de uno de sus hijos frente al fuego: ira, dolor y una venganza en el horizonte. Hace ya casi dos años, la entonces HBO y ahora solo Max tiró la casa por la ventana con uno de los presupuestos más caros de la historia de la televisión para plantearnos un escenario al más puro estilo “Better Call Saul”. ¿Y si el “spin-off” fuera mejor que la serie original? Tras una accidentada huelga de actores y guionistas que puso patas arriba el calendario seriéfilo de Estados Unidos, “La casa del dragón”, o lo que es lo mismo, la guerra civil dos siglos antes de Jon Nieve y Daenerys, entre los seguidores de la mencionada Rhaenyra y los leales al rey Aegon II -hijo de Alicent Hightower-, vuelve a Max a razón de un capítulo a la semana. Tal y como marca la Fe de los Siete.

Hemos ido a por todas, hemos sido muy ambiciosos. Y lo hemos sido desde el principio del proyecto. Esta temporada es mucho más grande, más atrevida en todos los aspectos, hasta el punto de abrazar nuevas formas de acercarnos a las historias en términos de espectacularidad. Todo viene de haber dividido al elenco en dos bandos enfrentados, porque la primera temporada lidiaba con los dramas de una familia nuclear, pero en esta vamos directos a la guerra civil. Era como rodar dos series a la vez”, explica excitada Olivia Cooke -aquí la matriarca Alicent y líder del bando verde- a LA RAZÓN por videoconferencia. A su lado, su fiel escudero y amante secreto, ser Criston Cole, al que da vida Fabien Frankel con la camisa abierta como si fuera la portada de una novela romántica, arroja luz sobre un rodaje que les ha llevado a Guadalajara y Cáceres, donde ya se filmó “Juego de Tronos”: “Ha sido maravilloso. No sé si hay algún lugar donde se coma mejor. Y la gente, por favor, ha sido increíble. Y eso que no éramos más que otro grupo más de británicos en la costa catalana”, bromea el intérprete.

Emma D'Arcy como Rhaenyra en "La casa del dragón"
Emma D'Arcy como Rhaenyra en "La casa del dragón"WARNER BROS.

Vuelven los dragones, vuelve el drama

En la nueva temporada, que reduce su número de episodios hasta los ocho, desde los diez de la primera tanda, “La casa del dragón” se vuelve más grande en todos los aspectos: primero, en lo geográfico, devolviéndonos a ciudades casi olvidadas que ya visitamos en la serie madre y que aquí se vuelven clave (no en vano, la segunda temporada da comienzo en el icónico muro de hielo al norte de Poniente); luego en las dimensiones cinematográficas, entregándonos desde un principio los dragones que tanto se resistieron en los primeros capítulos; y, finalmente, en el trazo de las tramas, mucho más densas y conversacionales, pero cargadas de acción, espadazos, chamusquinas, “gore” y asesinatos inesperados cuando el guion así lo demanda. “Me encanta “Juego de Tronos”, pero estar inmiscuido en esta serie me hace amarla más, respetarla más”, explica Frankle, aclarando que sin menospreciar a la serie original, antes de que intervenga Cooke, sobre la relevancia de Alicent en los nuevos capítulos: “Tengo que entender a Alicent para poder interpretarla, pero tampoco es necesario estar de acuerdo con las decisiones de mi personaje, con su moralidad. Creo eso sí, genuinamente, que ella está haciendo lo correcto. Para con su futuro y para con su familia”, añade convencida.

Frankel, al que le suena el teléfono en mitad de la entrevista llamado por su agente, da pie así a preguntarle por el salto que ha supuesto ser Criston Cole en su carrera, ya que apenas contaba con créditos televisivos anteriores a 2019: “Tanto Ryan J. Condal como Miguel Sapochnik, los creadores, me explicaron desde un principio que mi personaje iba a tener un gran arco en la serie, que acabaría siendo clave. Por supuesto, no sabía que me iban a escribir de una manera tan interesante”, completa el actor, al que aquí nos encontramos como guardián del bando verde (frente al rojo y negro de Rhaenyra) y también como hilo conductor de “La casa del dragón” cuando se quiere poner más pasional, más sexual y magnética, elemento especialmente agradecido en los capítulos que han dirigido Geeta Vasant Patel (“Ahsoka”) o Clare Kilner (“Fallout”).

Metidos de lleno en la acción, el sexo y la sangre de la ya fehaciente Danza de Dragones, la segunda temporada de “La casa del dragón” demuestra que es posible firmar producciones adultas -aunque fantásticas- sin necesidad de grandilocuencia, acercándose al gran público que disfrutará las “set-pieces” que nos promete cada uno de los capítulos, pero también apelando a ese gusto por el maximalismo de la gran épica y el gran presupuesto, maravillándonos con las localizaciones y prescindiendo, en la medida de lo posible, de las odiosas pantallas azules y verdes. Además de Cooke y Frankle, que le aportan ese espíritu “Bridgerton” que tanto parecen disfrutar las nuevas audiencias en la ficción, la segunda temporada de la serie será recordada por Emma D’Arcy, acaso une de les intérpretes en mejor forma de todo el planeta cine.