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Crítica de “Los cinco diablos”: eclipse total del corazón ★★★☆☆

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La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

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Dirección: Léa Mysius. Guion: Paul Guilhaume y Léa Mysius. Intérpretes: Adèle Exarchopoulos, Sally Dramé, Swala Emati, Moustapha Mbengue. Francia, 2022. Duración: 103 minutos. Drama fantástico.
He aquí tres mujeres que juegan al escondite. Se aman por parejas: la madre y la hija se aman, la madre y la cuñada (ahora una intrusa, un silencioso ángel exterminador a lo “Teorema”) se amaron, la hija y la cuñada desconfían la una de la otra (hay celos y hay miedo, que pueden ser dos formas tóxicas de amor). En la periferia, un hombre que no importa, al que Léa Mysius instrumentaliza, desenfocado, casi un daño colateral de ese triángulo de las Bermudas de la pasión femenina. Imposible contar la fuerza centrífuga de ese agujero negro de los afectos, porque la lógica del relato impone sus propias licencias, a veces un tanto caprichosas.
Solo decir que Mysius, a quien no le faltan ambiciones, y que ha sido guionista de Audiard, Desplechin, Techiné y Denis, mezcla el acoso escolar, la alquimia olfativa, la magia de lo sobrenatural, los viajes en el tiempo, la nostalgia ochentera (el leitmotiv musical de “Total Eclipse of the Heart”, el clásico de Bonnie Tyler, protagonista de una escena de karaoke que Adèle Exarchopoulos borda con su acostumbrada intensidad), la homofobia en un pueblo de los Alpes y la reivindicación de un amor no normativo en una película que busca la originalidad a toda costa. El resultado es sugerente, aunque los flecos de la historia, que a veces acude al fantástico como coartada para el “todo vale”, acaba por desconcertar. Es hermosa la idea de esa niña fantasma, que existía antes de existir en el presente para embrujar (y maldecir) lo que en un futuro odiaría, pero el filme, que parece abrazar un doble pliegue del tiempo para darle otra oportunidad a un amor que estaba condenado, a veces utiliza las normas de su multiverso para acumular temas que no desarrolla, en un palimpsesto algo atropellado.

Lo mejor

La bella idea del viaje en el tiempo, que dramatiza lo que podrían ser simples flashbacks, y la escena del karaoke.

Lo peor

Mysius quiere tratar demasiados temas a la vez, y a ratos se pierde en sus laberintos.