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Crítica de 'Los domingos': Creer o no creer ★★★ y 1/2
Dirección: Aluda Ruiz de Azúa. Intérpretes: Blanca Soroa, Patricia López Arnáiz, Miguel Garcés, Juan Minujín. España-Francia, 2025, 115 min. Género: Drama.

Cuando Alauda Ruiz de Azúa sonoriza la imagen de un crucifijo con una canción de Quevedo al inicio de “Los domingos” está representando los dos extremos de la balanza de pagos que el dilema de creer o no creer (en Dios) ilustra durante todo el metraje. Esa superposición de contrarios genera una equidistancia que es la que adopta el filme, siempre oscilando entre los que han captado el alma de Ainara (Blanca Soroa), junto a los que apoyan, aunque sea de forma interesada o atolondrada, que ingrese en un convento de clausura cuando alcance la mayoría de edad, y los que rechazan violentamente la idea. Cualquiera diría que la directora de “Cinco lobitos”, otra vez adscrita a un naturalismo sin mácula, ha visto algunas películas de Otto Preminger, adalid del cine objetivo cuando se trataba de hablar de temas polémicos, mientras piensa, como Renoir, que todos tienen sus razones, aunque algunas permanezcan en la zona más hermética de esa fe que ilumina montañas para las elegidas.
Como en “Querer”, hay que celebrar el rigor cartesiano, equilibrado, con que Ruiz de Azúa se plantea un tema tan peliagudo, casi como la antropóloga laica que quiere entender si la institución religiosa es más sectaria que honesta con sus nuevas alumnas o como la monja curiosa que se pregunta cómo será vivir como una estudiante revoltosa aunque sea por un día. A ese planteamiento le sobra inteligencia, pero le faltan recursos expresivos para que la fe de Ainara sea más misteriosa que opaca. El mayor defecto de la película es que resulta mucho más sencillo comprender todo lo que orbita alrededor de la protagonista -las reacciones ante la noticia de su ingreso en el convento, la crisis matrimonial de su tía (excelente, como de costumbre, Patricia López Arnáiz), las diferencias irreconciliables entre esta y su padre- que las turbulencias de su espíritu. Se tiene la impresión de que la fe de Ainara solo funciona como ‘deus ex machina’ que detona la disolución de una familia burguesa, y que tal vez por ello a la película se le escapa todo lo que tiene que ver con lo invisible. Quizás no hay que pedirle a “Los domingos” que sea “El proceso de Juana de Arco”, pero qué hermoso habría sido un acercamiento menos terrenal al asunto.
Lo mejor: La objetividad humanista de su acercamiento a un tema singular y controvertido.
Lo peor: Echamos de menos algo más de misterio divino en la mirada de Ainara sobre el mundo.
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