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«Ruido»: rapear para seguir viviendo

El primer largo de Ingride Santos recorre la escena del rap barcelonesa

Latifa Drame en una secuencia de "Ruido"
Latifa Drame en una secuencia de "Ruido".

Aquellos que sean unos apasionados de la escena musical urbana es probable que tengan como meca bajarse del metro de Barcelona en la parada neurálgica de Catalunya y recorrer los 550 metros que la separan de la Plaça del Àngels, más conocida como la «Plaza del MACBA». En ese cobijo, a los pies del Museo de Arte Contemporáneo, se reúnen skaters y jóvenes seguidores de la cultura callejera. Pero no es el único punto de contracultura de la Ciudad Condal, ya que a lo largo y ancho de sus avenidas hay heterogéneas expresiones de esa clase.

A Latifa Drame muchas de las localizaciones le son familiares, pues han sido parte de aquellos momentos en que con sus versos intentaba pasar un rato con sus amigos: «Cada zona tiene su manera de hacer arte, pero sí que es cierto que Barcelona es la cuna del rap nacional», afirma sobre el ambiente que se respira allí. Lo que ella no esperaba es que su habilidad para soltar palabras rimantes a un vertiginoso ritmo captaría la atención de Ingride Santos, que hasta ahora contaba con una única obra en su haber profesional, «Beef», pero que llegó a ser nominado al Goya al Mejor Cortometraje en 2020. La cineasta contactó con la joven por Instagram para proponerle que formara parte de su primer filme, «Ruido». Junto a otras ocho aspirantes al papel, llegó al casting final y acabó siendo la elegida.

Valores religiosos

Producción original de Filmin, su historia recorre la vida de la joven, manteniendo su nombre real en la pantalla, y su sueño de convertirse en una estrella del rap a pesar de no contar con el apoyo de su madre, mujer de rigurosos valores religiosos. En este camino hacia la liberación conoce a Judy, interpretada por Judith Álvarez, una vieja leyenda del «freestyle», la modalidad del género «underground» que consiste en construir sobre la marcha y en directo una letra, que la ayudará a hacerse un hueco en ese mundo y a saber lidiar con él.

Para Álvarez esta aventura también supone su ritual de iniciación en la interpretación. Gracias a esta atmósfera de revelación, Drame no sintió en ningún momento una diferencia de conocimiento con el resto del equipo. Sus guías fueron la propia realizadora y Álex Moreu, los cuales les enseñaron nociones de arte dramático para poder desarrollarse acertadamente en el rodaje. El resultado es esta narración que surca en la hibridez entre el documental y la ficción.

Lati, como la apodan sus amigos, es de Montcada, urbe dormitorio próxima a la capital catalana, y se inició rapeando en su barrio. Ese género musical está íntimamente ligado con la crítica social, al igual que la cinta, que muestra la diversidad étnica y la lucha por sobrevivir en un contexto en el que el estigma y la discriminación al diferente permanece. «El rap proviene de la libertad y de cantar lo que sientes», explica. Su propuesta melódica no la involucra dentro de la canción protesta, pero siempre trata de ser fiel a sus valores y mostrar respeto «al pueblo». ¿Y qué es lo que demanda ahora el pueblo? Ella lo tiene claro: «Necesita estar bien y poder tener un techo y un plato para comida».

El ruido que desprende, no sólo en el título, esta producción ha sido suficiente para poder cumplir con los estatutos de conciencia social. Justamente la música, y ahora también el séptimo arte, han logrado pavimentar un camino alternativo para Lati, iniciando sus estudios académicos en la actuación y su focalización en el EP que lanzará próximamente. «Con él quiero despedirme de la niebla, que han sido todos los años anteriores, y así poder cerrar la etapa e iniciar esta nueva», finaliza.