Escritores

«Si quieren, engañan mejor las mujeres»

Daniel Sánchez Arévalo / Guionista, director de cine y productor. Ahora se aventura en el mundo de la literatura con «La isla de Alice», finalista del premio Planeta

Daniel Sánchez Arévalo
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Ahora se aventura en el mundo de la literatura con «La isla de Alice», finalista del premio Planeta

Daniel Sánchez Arévalo es un hombre encantador. Muy educado, con mucho equilibrio personal y una creatividad tranquila, de las que no se demuestran con alharacas, sino sosegadamente. De siempre lo teníamos por un hombre de cine y además brillante. Y no sólo por su beca Fullbright y su máster en la Universidad de Columbia, sino por sus guiones en «Farmacia de Guardia» y «Hospital Central», los más de doscientos premios a sus cortos y los más de cincuenta a su primera y aclamada película «AzulOscuroCasiNegro».

Con lo difícil que es triunfar en el mundo del celuloide, y más en estos días aciagos, me pregunto qué necesidad tenía él de lanzarse a escribir una novela. Aunque visto lo visto y habiendo quedado finalista del Planeta con «La isla de Alice», casi hay que regañarle por no haberse decidido antes. «Tenía necesidad de volar, de libertad. El cine es un medio muy caro, con muchas restricciones, muy constreñido y más dada la situación actual. Y cada línea que escribes te estás planteando si eso se puede hacer o no, cuánto va a costar... En el caso de esta historia, es que encima transcurre en EEUU, así que a ver cómo levantas un proyecto de esta envergadura. Pero además es que yo a veces siento necesidad de parar la rueda de la vida, que gira sin que nos demos cuenta, y salir de mi zona de confort. Soy muy privilegiado, lo sé. Me va muy bien. Pero necesito a veces mirar a mi alrededor y probar otros caminos. Y en este caso, la necesidad de volar era tanta que me llevó al otro lado del océano y a la piel de una mujer». Le digo que no me extraña, porque tiene una parte femenina en su personalidad. Y lo digo como piropo, claro. Me parece a mí que la parte femenina, cuando existe, hace mejores a los hombres: «Yo también lo creo. Aunque no estoy tan seguro de que haya tantas diferencias entre los hombres y las mujeres. Pero, si tengo esa parte femenina de la que tú hablas, la tengo muy asumida y me llevo muy bien con ella».

- Historia de superación

El caso es que tener esa parte femenina debe haberle posibilitado meterse sin hacer demasiado esfuerzo en la piel de la protagonista de su novela, donde bullen los engaños. Le pregunto si engañan mejor los hombre o las mujeres y quiénes engañan más. «Me costaría decir que engañan más unos u otras; pero creo que, si quieren, engañan mejor las mujeres». Debe ser porque, como somos más desconfiadas, siempre tenemos la sensación de que algo se nos escapa, y eso nos hace, en caso de tener que engañar, no descuidar ningún detalle. «Es que algo se nos escapa siempre a todos ¿no? Todo el rato. Y puede pasar algo en cualquier momento. Yo creo que los hombres somos más confiados porque somos un poco más tontos». No digo ni que sí ni que no. Pero sí que le ha hecho sufrir mucho con esa desconfianza a Alice, la protagonista de su novela, embarazada de siete meses, con una hija de seis años, y viuda por un accidente, que viaja hasta una isla de Cape Cod, de la que nunca había oído hablar, al descubrir, tras la muerte de su marido, que él llevaba tres años visitándola. La isla, la soledad tan característica de EE UU, que Daniel tan bien conoce, el misterio..., hay muchos elementos de «thriller»: «Pues no sé. Me cuesta mucho encasillarla. Es un ‘‘thriller’’, sí, pero también una novela intimista, un drama costumbrista con toques de humor... Pero más que ninguna otra cosa es una historia de superación».

Superarse a sí mismo es lo que hace Sánchez Arévalo con bastante facilidad. Así que no parece extraño que con su primera novela, tras aquellas dos incursiones en la narrativa juvenil («La maleta de Ignacio Karaoke» y «31 y de julio de 1993», (de donde salió el guión de «AzulOscuroCasiNegro»), decidiera presentarse ni más ni menos que al Planeta: «Lo hice por ilusión y porque soy muy ambicioso. Sé que el océano editorial está plagado de novedades y es muy difícil que la gente se entere de que has escrito una novela. Por eso fui un poco osado y no se me ocurrió mejor plataforma que mandarlo al premio ¿no? Y mi ambición era que a mis vecinos, no tuviera que ir yo diciéndoles que había escrito una novela, sino que ellos me vieran y dijeran: ‘‘Dani ¿has escrito una novela?’’ Y por suerte me está pasando. Mira que he estrenado pelis y he ganado Goyas, pero es la primera vez que todos mis vecinos me felicitan».

Y eso que ha elegido para escribir el peor momento editorial, ese de transición tecnológica en el que el mercado de libros anda sufriendo de lo lindo. «Ya. Pero está bien ir un poco contracorriente. Yo creo que hay que reivindicar que llegue la noche y te pongas a leer, en vez de ver una película. Es maravilloso y yo también lo hago. Pero es verdad que cada vez somos un poquito más vagos. Antes veíamos películas o leíamos novelas y ahora elegimos una serie porque son 45 minutos ¿no? Pero yo creo que el viaje en el que uno se embarca cuando se mete en una novela es mucho más placentero y perdura mucho más».

Le digo que con un poco de suerte, tras las elecciones, igual hasta le va mejor a la cultura y me confiesa que estuvo en el cóctel de presentación del Planeta hablando con la vicepresidenta del Gobierno: «Es muy simpática y como estábamos ahí en confianza, tomando una cerveza, le dije: ‘‘oye, Soraya ¿qué pasa con lo del IVA cultural?’’ Ella contestó que para la próxima legislatura... Y yo le subrayé: “Pues mira, todos somos conscientes de los recortes y de que tenemos que apretarnos el cinturón, pero necesitamos un poco de cariño, una palmadita en la espalda, porque si no, te sientes muy solo cuando lo estás pasando tan mal...».

Personal e intransferible

Daniel Sánchez Arévalo nació en Madrid en 1970. Está soltero, no tiene hijos «pero sí perra». Se siente orgulloso «de ser buen hijo»; se arrepiente «de ser poco valiente». Perdona y olvida: «Soy muy olvidadizo». Llora y ríe «con las películas». A una isla desierta «¿puedo llevarme una vida entera?». Es bastante obsesivo–compulsivo, «un neurótico, todo manías, un TOC andante» y tiene muchos vicios, «pero ninguno así como de irte a un centro de desintoxicación». Su sueño recurrente es que «fui 16 años a psicoanálisis y tenía que pagar incluso cuando no iba..., entonces sueño con mi psicoanalista y con que llevo 16 años sin ir, pero como nunca le dije que iba a dejar de hacerlo, le debo todo ese dinero». De mayor le gustaría ser «escritor» y si volviera a nacer, sería «golfista. Pero de deporte, no de golfo...».