cine
Crítica de "La chica de la aguja": diabólica maternidad ★★★
Dirección: Magnus Van Horn. Guion: Magnus Van Horn y Line Langebek Knudsen. Intérpretes: Vic Carmen Sonne, Trine Dyrholm, Besir Zeciri, Ava Knox Martin. Dinamarca, 2024. Duración: 123 minutos. Drama.
“La chica de la aguja” calibra la (poca) distancia que existe entre el cuento siniestro -el de las brujas/madrastras y las chicas que se desvían del camino correcto, a un paso de “Hansel y Gretel”, a dos de “Caperucita Roja”, a tres de “Blancanieves”- y la novela social de un Charles Dickens. Desde un enfoque suntuosamente expresionista, con un blanco y negro que subraya el perfil gótico de su trama, el sueco Magnus Van Horn nos habla de la maternidad como si fuera una maldición, al menos para aquellas mujeres que, desde la opresión y la precariedad, históricamente han tenido que pagar un peaje para asumirla o se han visto obligadas a negarla, a darle la espalda entre lágrimas, su alma anestesiada para la eternidad.
Tal vez el mayor problema de “La chica de la aguja” es su dimensión más sensacionalista, la de “true crime” victoriano que no pretende ahorrarnos detalles de un relato donde abortos provocados y clandestinos, embarazadas desahuciadas, adicciones narcóticas y macabros hogares de adopción se convierten en elementos esenciales de una estética de la crueldad acaso demasiado efectista. De todo ello destaca la relación entre las dos protagonistas del filme, Karoline (Vic Carmen Sonne), la madre sin hogar que huye de dos hombres física o moralmente monstruosos, y Dagmar (Tryne Dyrnholm), la propietaria de una tienda de caramelos que funciona como negocio clandestino de compraventa de bebés.
La dependencia emocional que atraviesa esta amistad enfermiza, que mezcla el sometimiento con la atracción, y la desesperación y la soledad con algo parecido al amor, vertebra la identidad dramática de la película, y le da una complejidad trabajada sutilmente desde la espléndida interpretación de las dos actrices.
Lo mejor:
Su cuidado acabado visual y el fantástico trabajo de sus actrices protagonistas.
Lo peor:
Su inusitado tremendismo, que a veces juega en contra de la fuerza de la historia.