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TEATRO

Crítica de 'Los dos hidalgos de Verona': Jugando con Shakespeare ★★★★☆

Declan Donnellan ofrece una propuesta que es puro juego teatral y en la que ha generado un código, sumamente original, donde confluyen de manera armoniosa la elevación poética y el prosaísmo más ridículo

Escena de "Los dos hidalgos de Verona".
Escena de "Los dos hidalgos de Verona".Javier NavalTeatro de la Comedia

Obra: Los dos hidalgos de Verona. Autoría: William Shakespeare. Dirección: Declan Donnellan. Intérpretes: Manuel Moya, Alfredo Noval, Irene Serrano, Jorge Basanta, Alberto Gómez Taboada, Goizalde Núñez, Rebeca Matellán, Prince Ezeanyim y Antonio Prieto. Teatro de la Comedia. Desde el 10 de abril hasta el 1 de junio de 2025.

Valentín (Manuel Moya) y Proteo (Alfredo Noval) son dos amigos prácticamente inseparables desde la infancia. Pero, cuando Valentín se propone viajar a Milán para buscar fortuna, Proteo prefiere permanecer en Verona para estar cerca de su amada, Julia. Poco después, Proteo tendrá que viajar también a Milán, donde se reencontrará con Valentín. Sin embargo, al conocer a la amada de este, Silvia, rivalizará por ella con su amigo hasta el extremo de traicionarlo. Julia, por su parte, acudirá a Milán disfrazada de hombre buscando a Proteo.

Escena de "Los dos hidalgos de Verona"
Escena de "Los dos hidalgos de Verona"Javier NavalTeatro de la Comedia

Poco hay de original, como puede advertirse, en el argumento de esta comedia titulada “Los dos hidalgos de Verona” que pasa por ser una de las primeras que escribió William Shakespeare; pero bien permiten sus mimbres, como ocurre prácticamente con todas las que firmaron los grandes autores de aquel tiempo, armar un artefacto teatral que pueda sorprender aún hoy por su frescura y su desparpajo. Y eso es lo que ha hecho una vez más Declan Donnellan en este su segundo trabajo en España después de "La vida es sueño".

Por más que el prestigioso director británico mencione en el dosier de prensa el supuesto análisis del sentimiento amoroso que nos ofrece Shakespeare tras una lectura profunda del texto, lo cierto es que la mejor cualidad de esta comedia de enredo reside, como en tantas otras similares, en la belleza formal -asociada a la inteligencia conceptual- a la hora de hacer que los personajes expresen ese sentimiento amoroso de acuerdo a un conflicto, por lo demás, bastante manido o, al menos, estandarizado.

Escena de "Los hidalgos de Verona".
Escena de "Los hidalgos de Verona".Javier NavalTeatro de la Comedia

Esa es la auténtica virtud de la obra, y esa es la baza que Donnellan y su inseparable Nick Ormerod han explotado al máximo en una propuesta que es puro juego teatral de principio a fin, y en la que han generado un código, sumamente original, donde confluyen de manera armoniosa, sin que uno sepa muy bien cómo lo han conseguido, lo sublime y lo consuetudinario, la elevación poética y el prosaísmo más ridículo.

Podría decirse que hay todo el tiempo un homenaje y una parodia -que se dan asombrosamente de manera simultánea, no alternativa- al lenguaje de Shakespeare y a las situaciones que protagonizan sus personajes. Pero, para que ese código diese los resultados apetecidos, era necesario un elenco así de cohesionado -aquí lo está mucho más que en "La vida es sueño"-, ingenioso y chispeante. Desde luego, todos hacen un formidable trabajo en un espacio escénico concebido precisamente para su lucimiento, pero destacan, por saber imprimir un sello propio a la comicidad que emana de algunas escenas, Irene Serrano, Jorge Basanta, Alberto Gómez Taboada y Goizalde Núñez.

Lo mejor: La curiosa mezcla de disparate y ternura que impregna todo el desarrollo de la acción.

Lo peor: El código es tan poco usual que requiere un plus de rodaje para que el ritmo y la energía terminen de asentarse.