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Francisco Ibáñez, el agente del dibujo y del humor

Tras más de 50.000 páginas brillantes, toca despedir al padre de Mortadelo, Filemón... y muchos más
La Razón

Barcelona Creada:

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La T.I.A. pierde a su agente más querido. Francisco Ibáñez, creador de Mortadelo y Filemón, ha fallecido a los 87 años. Así lo comunicó su editorial en un breve, pero sentido comunicado. «Con enorme tristeza desde Penguin Random House Grupo Editorial comunicamos que esta mañana ha fallecido en Barcelona el gran dibujante e historietista Francisco Ibáñez. Despedimos a la figura más importante del cómic español. Nos deja el enorme legado de su lucidez, sentido del humor y más de 50.000 páginas con personajes memorables que han hecho felices a los lectores».
Ibáñez formó parte de la llamada Escuela Bruguera dónde desde un primer momento demostró su facilidad para el gag y la composición de la viñeta. «Mortadelo y Filemón» es, sin duda alguna, su obra más conocida, pero también fue el creador de los chapuzas Pepe Gotera y Otilo, el edificio de los líos 13 Rue del Percebe, del torpe Botones Sacarino, la peculiar familia Trapisonda o el cegato Rompetechos. Entre sus últimas creaciones estarían Tete Cohete (1981), Rebolling Street (1986) y Chicha, Tato y Clodoveo (1986). Aunque la fama de los torpes agentes de la T.I.A. eclipsó al resto de su obra, la calidad de toda ella siempre fue sobresaliente.
De madre andaluza y padre alicantino, Francisco Ibáñez nació en plena posguerra en un barrio obrero de Barcelona. Desde pequeño mostró una gran imaginación y habilidad para el dibujo. Siempre que se aburría realizaba ilustraciones en cualquier trozo de papel en blanco. Tal era su habilidad que, con tan sólo once años, publicó su primer dibujo en la revista «Chicos» por el que le pagaron cinco pesetas. Su padre nunca vio un gran futuro en eso de los «garabatos», por lo que se puso a estudiar Contabilidad, Banca y Peritaje Mercantil, entrando a trabajar primero como botones en el Banco Español de Crédito y después como ayudante de cartera y riesgos. Trabajo que compaginaba con colaboraciones en distintas publicaciones y que lo convirtió en un estajanovista en su trabajo. Cualidad (o defecto) que no abandonaría en toda su carrera. En 1957 dejaría su trabajo fijo en el banco para entrar a trabajar en la Editorial Marco y de allí a Bruguera. El resto, como suele decirse, es historia. Entró en la editorial catalana para cubrir el hueco dejado por la marcha de autores cómo Escobar, Cifré, Conti o Peñarroya y en sólo unos meses crearía la serie «Mortadelo y Filemón, agencia de información». Aún no podía saberse, pero estos agentes fueron el puntal de la editorial hasta el cierre de la misma. La fama fue tal que saltaron de la revista «Pulgarcito», para tener sus propias series como «Mortadelo», «Súper Mortadelo», «Mortadelo Gigante» o «Mortadelo Especial».
La pareja de torpes agentes de la T.I.A. han estado juntos desde su primera aparición el 20 de enero de 1958 en «Pulgarcito». Primero con historias cortas y luego con aventuras más extensas, como las que se han ido publicando hasta hace poco; la última, con motivo del Mundial de Baloncesto de 2023. El paso del tiempo fue transformando a los personajes y estilizando su diseño, pero siempre manteniendo ese humor blanco que los ha convertido en los favoritos de varias generaciones de lectores. Álbumes repletos de guiños a situaciones de la actualidad y referencias a personajes famosos cómo políticos, actores, cantantes, deportistas o personajes televisivos. La fama de Mortadelo y Filemón ha traspasado las fronteras españolas, siendo traducido al francés, italiano, neerlandés, portugués, euskera, catalán, polaco, turco, esloveno, checo, indonesio, inglés y sueco, entre otros. Curiosamente en Alemania es especialmente reconocido, en donde ha vendido millones de álbumes.
Durante las jornadas Mundo Internet que se celebraron en Madrid, en el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo en 2002, «Mortadelo y Filemón» se convirtió en el primer cómic digital español. También han tenido éxito las adaptaciones al cine y la televisión, tanto en su versión animada, como con actores reales. En 2003, la película de Javier Fesser «La gran aventura de Mortadelo y Filemón», protagonizada por Benito Pocino (Mortadelo) y Pepe Viyuela (Filemón), obtuvo seis nominaciones y cinco Premios Goya de la Academia de Cine: dirección artística, dirección de producción, efectos especiales, maquillaje y peluquería y montaje.
En 1994, el Salón Internacional del Cómic de Barcelona le otorgó el Gran Premio del Salón en reconocimiento a toda su trayectoria. En 2016, para celebrar el 80 aniversario del certamen, su director, Carles Santamaria, le encargó el cartel de la edición y preparó una gran exposición retrospectiva. Como nos decía el propio Santamaria, afectado por la muerte del autor, «sin Ibáñez no se puede entender el cómic de humor español de los últimos 70 años. Fue una figura clave de Bruguera, perteneciendo a la segunda generación de autores de esta editorial renacida en los años 40. La creación de la serie “Mortadelo y Filemón” ha marcado un hito en la historia del cómic, convirtiéndose en un “best-seller” que ha llegado a diversas generaciones de lectores».
Es el caso del actor Carlos Areces quién, en declaraciones a este diario, ha afirmado que «Ibáñez es, y probablemente será siempre, el dibujante más importante que ha tenido este país. No conozco ningún otro autor que haya estado 65 años al cargo de sus personajes. Unas cuantas generaciones nos hemos quedado un poquito más huérfanos. Nuestros referentes desaparecen, nuestro mundo se desvanece. Como Krypton». Además de su faceta interpretativa, Areces es uno de los mayores coleccionistas de cómics de nuestro país, un enamorado de la Escuela Bruguera y un gran seguidor de la obra de Francisco Ibáñez.
Y es que el trabajo de Francisco Ibáñez ha influido de una manera u otra en miles de aficionados. Uno de ellos ha sido José Luis Martín, ex editor de «El Jueves» y creador de «El Dios»: «Ibáñez siempre me dijo que, mientras llegara a una feria del libro o a un salón de cómic y hubiera cola de gente esperando para que les dedicara sus libros, él seguiría dibujando. Y lo cumplió». Martín también es el director general de la Fundación Gin, desde donde ha impulsado la creación de Humoristán, un museo virtual dedicado al humor gráfico.
El pasado año, Francisco Ibáñez comentaba en una entrevista a este diario que «cuando escriban mi biografía dirán que fui un gilipollas que trabajó, trabajó y trabajó hasta que una voz le decía: “Paco, la comida”. La gente se queja del confinamiento, pero yo me autoconfiné hace tiempo. Parezco un monje». Y es que, pese a la fama y el reconocimiento, Ibáñez fue un trabajador incansable y humilde hasta el último momento. Nada es eterno. Tampoco Francisco Ibáñez. Pero su arte y sus creaciones seguirán divirtiendo a varias generaciones de lectores en todo el mundo.

UNA DEUDA IRREPARABLE

Candidato habitual al Princesa de Asturias –sí se lo dieron a Quino–, recientemente fue premiado en la 82 Feria del Libro de Madrid con el Premio Lealtad. Otros galardones han sido la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes o la Cruz de San Jordi. En febrero de 2022, el Ayuntamiento de Barcelona le otorgó la medalla al Mérito Cultural por «su incansable trayectoria creativa, como referente del mundo del humor».