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“Amerikabomber” y el desprecio especial de Hitler hacia Estados Unidos

Un día como hoy de 1941, el Führer anunciaba ante el Reichstag la declaración unilateral de guerra hacia el país presidido por Franklin D. Roosevelt
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En cuestión de días el rumbo de la historia y destino de un país -y del planeta- cambiaron de manera radical. La neutralidad de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial se vio obligada a disiparse durante diciembre de 1941: tras el ataque japonés a las bases americanas en Pearl Harbor el día 7, realizada por sorpresa y que acabó con más de 2.400 militares estadounidenses, poco después el país entonces presidido por Franklin D. Roosevelt se vio amenazado por la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini. Aún existen hoy historiadores que no coinciden a la hora de explicar por qué Hitler decidió declarar la guerra a Estados Unidos cuatro días después del bombardeo japonés, pero lo que es indudable es que esta decisión unilateral alemana dio un giro irreversible de los acontecimientos.
Sucedió un día como hoy de hace 80 años, cuando Hitler, a las tres de la tarde -hora estratégica para que coincidiera en horario diurno tanto en Estados Unidos como en Japón-, anunció la declaración de guerra en el Reichstag, sin siquiera consulta y de manera un tanto improvisada. Ante esto, la respuesta norteamericana fue inmediata: “Se declara formalmente el estado de guerra entre Estados Unidos y el Gobierno de Alemania, que se ha impuesto a Estados Unidos”. “Solo puedo agradecer a la providencia, que me confió el liderazgo en esta lucha histórica, que, durante los próximos quinientos o mil años, se describirá como decisiva, no solo para la historia de Alemania, sino para toda Europa y, de hecho, para todo el mundo”, dijo Hitler ante la cámara del Reichstag.
Por supuesto, en esta declaración de guerra Hitler no perdió su rechazo racial y antisemita, pues el líder alemán despreciaba de manera especial a la sociedad estadounidense, considerándola una democracia capitalista decadente, así como pensaba que los judíos norteamericanos manipulaban al presidente. Un odio por el que propuso el exterminio judío tanto en Europa como en Estados Unidos. Unas intenciones que tanto Roosevelt como Winston Churchill veían venir antes de la declaración: “No solo el Imperio Británico ahora, sino Estados Unidos también está luchando por la vida; Rusia está luchando por la vida; y China está luchando por la vida. Detrás de estas cuatro grandes comunidades combatientes se alinea todo el espíritu libre y las esperanzas de todos los países conquistados de Europa”, comentó el dirigente británico.
Una vez se declaró la guerra, en el III Reich se ideó el terrorífico proyecto “Amerikabomber”, plan por el que Hitler buscaba reducir Nueva York a cenizas y que, si bien estuvo bastante cerca de hacerse realidad, finalmente no dio resultado. Para él, el ingeniero Eugen Sänger creó el “pájaro de plata”, un avión propulsado por un cohete de gasolina y oxígeno líquido, diseñado para portar una bomba a una impresionante velocidad. Si bien esto sedujo a Hitler, el proyecto se estancó, por fortuna para Manhattan, a la hora de elaborar el artefacto a gran escala.