Historia

¿Está el cráneo de Hitler guardado en una caja de disquetes?

La historia acerca del cuerpo del dictador se encuentra llena de misterios

HITLER BRAUN
HITLER BRAUN(AP Photo /HO)Agencia AP

La historia esta llena de mitos y teorías. Aquellos encargados de escribir lo que sucedió deben trabajar durante años para tratar de exponer los hechos de una forma coherente que refleje casi con exactitud lo que sucedió en un momento determinado.

Ser historiador puede llegar a ser, así, una de las tareas académicas más complicadas. Intentar desmontar mitos que han perdurado en el tiempo encontrando el punto de vista objetivo llega a convertirse en ocasiones en toda una odisea para los expertos.

La Segunda Guerra Mundial y el nazismo son dos de lso campos más documentados de toda la historia de la humanidad. Gracias a que la contienda se desarrolló en una época donde ya habían surgido aparatos tecnológicos el registro de los hechos se volvió una tarea más sencilla para todos aquellos interesados en estudiarla.

Las atrocidades cometidas por Adolf Hitler han trascendido a lo largo de los años gracias al arduo trabajo de investigadores e historiadores. Aun así, todavía a día de hoy se descubren nuevos aspectos que siguen exponiendo la dureza y crueldad que el régimen impuesto por el dictador fomentó en Alemania y otras partes de Europa tras el estallido de la contienda militar.

Tras la llegada de los estadounidenses a Europa junto al avance de las tropas comunistas el conflicto bélico se decantó en contra del dictador. Las posibilidades de ganar la guerra e imponer un régimen nazi en todo el mundo se desvanecían poco a poco para Hitler algo que provocó su repliegue al famoso búnker durante unos días hasta que finalmente decidiría suicidarse.

El día 30 de abril de 1945 el dictador y su mujer, Eva Braun, decidieron poner fin a sus vidas mediante una pastilla de cianuro para evitar, así, acabar como Benito Mussolini tras la derrota de Italia. Hitler, además, dejó redactados sus testamentos y dio ordenes a los presentes de lo que debían hacer cuando los rusos llegasen al lugar.

Junto a la pastilla de veneno el matrimonio contaba con dos pistolas aunque solo Hitler accionó el gatillo para asegurarse de su muerte. Así, tras 10 minutos encerrados su secretario particular, Martin Bormann y su ayudante, Heinz Line, entraron al lugar y envolvieron los cuerpos para ser calcinados.

Cuando los rusos consiguieron llegar al lugar se encontraron simplemente un montón de ceniza, algo que enfadó en gran medida a Stalin. Aunque al principio los servicios secretos comunistas pensaron que era una treta más del dictador no les quedó más remedio que recoger las pruebas y otros cuerpos como el del propagandista Goebbles para exhibirlo a la prensa.

Un trozo de cráneo

A partir de la noticia de que Hitler había muerto cientos de teorías empezaron a extenderse. Desde su hipotética huída a España o Argentina hasta otras conspiraciones mucho más rocambolescas la hipótesis de que realmente la ceniza pertenecía al cuerpo calcinado del dictador fue la ganadora.

No fue hasta el año 2000 cuando un reciente elegido presidente de Rusia, Vladimir Putin, desclasificó un gran número de archivos confidenciales relacionados con el III Reich. Con una gran exposición de documentos apareció también un fragmento, según las autoridades rusas, del cráneo del dictador alemán.

En el trozo expuesto se podía observar un orificio de la supuesta bala con la que Hitler, además del cianuro, había puesto fin a su vida. Esto levantó un gran revuelo en todo el mundo debido a que trataba de acabar con las conspiraciones que todavía existían y que exponían que Hitler seguía vivo.

Un investigador de la Universidad de Connecticut en 2009 contradijo al gobierno ruso exponiendo que aquella calavera era de una mujer y no de Hitler. Sus afirmaciones fueron desmentidas por el ejecutivo que negó en todo momento que el profesor hubiese accedido a los restos y a los archivos que cuentan con un gran requerimiento de burocracia.

Para acabar con esta última teoría el periodista francés Jean-Christophe Brisard investigó durante dos años con expertos como la periodista Lana Parshina, la última en entrevistar a la hija de Stalin. Este trabajo consiguió demostrar a partir de investigaciones forenses que el trozo enseñado por los rusos era realmente el de Hitler.

La prueba determinante fueron unas prótesis dentales que todavía se conservaban en una caja de disquetes donde se encuentra el trozo de cráneo. Esto se pudo demostrar gracias a unas comparativas entre radiografías de 1944 y las del cráneo realizadas por el especialista Philippe Charlier.

Este investigador puso así fin a todas las teorías conspiranoicas y confirmó que los rusos guardan lo único que se conserva del cuerpo del dictador en una vieja caja custodiada en los archivos secretos.