De la abolición de la Inquisición a su leyenda negra
Esta institución fue reinstaurada y abolida en numerosas ocasiones, así como la leyenda negra alrededor de ella perduró muchos más años
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El 15 de julio de 1834 la regente María Cristina de Borbón abolía la Inquisición española. Esta había sido creada por los Reyes Católicos en el año 1478. Esta no fue la primera vez que se abolía. Las Cortes de Cádiz decidieron darle fin, al ser un obstáculo para la libertad de pensamiento y el desarrollo de la ciencia. Cuando regresó a España Fernando VII las cosas cambiaron. El 1 de julio de 1814 la recuperó. ¿Por qué lo hizo? Era un buen instrumento para controlar a todas aquellas personas que no estuvieran a su favor. Pero esta no fue la primera vez que se abolió y recuperó. El siglo XIX se puede vanagloriar de haberla suprimido en cuatro ocasiones.
La primera fue en el 1808, como consecuencia de los decretos de Chamartín, por los cuales Napoleón Bonaparte la abolió. ¿Por qué? No era una institución valida en momentos de guerra. No era una institución efectiva. Formaba parte del pasado. De ahí que Napoleón decidiera suprimirla. Una vez restaurada, como hemos visto en 1814, por Fernando VII, fue nombrado inquisidor general el obispo de Almería Francisco Javier de Mier Campillo. Tras fallecer este, en 1818, lo sustituye el obispo de Tarragona Jerónimo Castillón Salas. Con el pronunciamiento de Riego y la década ominosa, la Inquisición fue de nuevo abolida. El 8 de marzo de 1820, en un decreto firmado por Fernando VII se podía leer que “me he decidido a jurar la Constitución, promulgada por las Cortes generales y extraordinarias en el año 1812″.
De esta manera se abolía de nuevo la Inquisición. Estuvo poco tiempo en activo ese decreto. Los Cien Mil Hijos de San Luis le permitieron a Fernando VII a dar marcha atrás y restaurar de nuevo la monarquía absoluta. Con ello podía haber restaurado la Inquisición. ¿Lo hizo? El rey anuló todo lo que estaba en vigor desde 1820. Eso sí, se olvidó de la Inquisición. Es decir, quedó aletargada. ¿Por qué? Al rey Luis XVIII no le gustaba demasiado que volviera a establecerse y así se lo comentó al duque de Angulema. Otro motivo es que tenía otros instrumentos represivos para perseguir y sentenciar a sus enemigos. Le pasó como a Napoleón, se dio cuenta que era una institución poco efectiva y que formaba parte de una época, pero ya no de esa.
Lo que sí se permitió fueron las Juntas de Fe: tribunales eclesiásticos que podían hacer las funciones de la Inquisición. De 1823 a 1834 estas Juntas actuaron de una manera moderada. De este periodo sólo hubo un condenado a muerte. Fue Cayetano Antonio Ripoll, que lo ahorcaron en Valencia, por hereje, el 31 de julio de 1826. Como hemos dicho, en 1834 se abolió un estamento que llevaba, desde 1829, sin efecto. Sin embargo, fue un gesto de buena voluntad el decreto que firmó la Regente. El 1 de julio de 1835 se abolieron las Juntas de Fe. Y en 1836 el escritor Mariano José de Larra escribía que “aquí yace la Inquisición, hija de la fe y del fanatismo, murió de vejez”.
150.000 personas procesadas
Como buena parte de nuestra historia, la Inquisición también tiene su leyenda negra. Una de ellas está vinculada con las personas que fueron procesadas y ejecutadas. Aún hoy en día no hay una cifra exacta, y no la habrá al haberse perdido varios archivos documentales. García Cárcel calcula que hubo un total de 150.000 personas procesadas. De ellos, aproximadamente, unas 10.000 fueron sentenciadas a muerte y ejecutadas.
La época más oscura de la leyenda negra la podemos centrar en el siglo XVI, al exagerar las funciones de la Inquisición con fines propagandísticos. Inició la leyenda John Foxe en “El Libro de los Mártires”. España, con libros como el de Foxe, se convirtió en el símbolo negativo de todas las fuerzas de represión, brutalidad, intolerancia religiosa y política, atraso intelectual y un país marcado por la barbarie de sus dirigentes y sus habitantes.
No solo la Gran Bretaña se encargó de extenderla, también ayudaron los Países Bajos e Italia. Como ejemplo citaremos a Francis Willougby. En “Un relato de un viaje por gran parte de España”, escribe: “España es en muchos lugares, por no decir la mayoría, escasa en gente, y casi desolada. Las causas son: Una mala religión; La tiránica Inquisición; La multitud de putas; La esterilidad del suelo; La infeliz desidia de la gente, muy similar a la de gales e irlandeses, andando despacio y siempre bajo el peso de gran congoja y larga espada; La expulsión de judíos y moros...; Guerras y latifundios”. La leyenda negra ha perdurado muchos más años que la Inquisición.