
Sección patrocinada por 
Objetos universales
Los Beatos, luces del Apocalipsis
Los Beatos son códices que copian el comentario al Apocalipsis de Beato de Liébana. En ellos, la iluminación refuerza una doctrina que se alza contra el adopcionismo de Elipando de Toledo, defendiendo la ortodoxia cristiana en la Hispania altomedieval.

Si buscamos la palabra Beato en el diccionario de la Real Academia de la Lengua encontraremos diferentes acepciones relativas a los bienaventurados beatificados por el Papa y personas que visitan mucho los templos; pero junto a ellas encontramos al acepción que nos interesa “ códice miniado de los siglos VIII al XIII que recoge los comentarios Apocalipsis que escribió Beato de Liébana”. La definición afecta a la forma , códice; y al contenido comentario al Apocalipsis de San Juan escrito por un monje del monasterio de Liébana llamado Beato, dando lugar al nombre de las copias de su obra. Se podría decir que el fenómeno de las copia de los códices del comentario al Apocalipsis es eminentemente hispano, si bien existen códices altomedievales en toda Europa mayoritariamente corresponden a diferentes libros de las Biblia pero ninguna obra había sido copiada tantas veces cómo para dar lugar a unas 31 copias entre los siglo X y XIII algunas de ellas, unas 25 con miniaturas.
Se podría decir que este tipo de obras son eminentemente hispanas, existiendo sólo un par de códices extrapeninsulares, el copiado en el norte de los Pirineos en el Monasterio de Saint Sever alrededor de 1080 y el códice de Turín de cronología mas tardía. A mediados del siglo X, la Península Ibérica albergaba una intensa actividad cultural en numerosos escriptorios monásticos especialmente en la zona asturleonesa —como Tábara, León, Escalada, Valcavado, Albares y Bobadilla—, en el norte de Castilla —Cardeña, Valeránica y Silos— y en el reino de Navarra —Albelda y San Millán de la Cogolla—, donde se gestó la primera gran difusión de los Beatos de Liébana, manuscritos ilustrados que combinaban comentario bíblico y rica miniatura. A partir del siglo XI y hasta el XIII, esta producción se amplió a un territorio más vasto, desde Portugal hasta el oriente peninsular, e incluso más allá de los límites hispánicos, alcanzando regiones como Gascuña y el sur de Italia. En esta segunda fase intervinieron también nuevos centros castellanos, entre ellos los monasterios de Las Huelgas y San Andrés de Arroyo, mostrando la consolidación y proyección internacional del fenómeno cultural y artístico de los Beatos.
Cabría preguntarnos por el éxito de estas copias del texto del comentario al Apocalipsis en los monasterios hispanos medievales que coexisten con otros centros europeos del mundo carolingio y otónida en Alemania. El fenómeno podría explicarse por las circunstancias históricas de la producción: un contexto de incertidumbre —conflictos fronterizos, tensiones internas, ideas milenaristas—, el Comentario al Apocalipsis de Beato de Liébana ofrecía una lectura teológica clara sobre el fin de los tiempos y la lucha entre el bien y el mal. Era un texto útil para la formación de monjes y clérigos. Beato había escrito su obra en parte como reacción al adopcionismo, una herejía defendida por Elipando que tuvo gran repercusión en los reinos hispanos y que defendía que Jesucristo era hijo de Dios por adopción, pero no por naturaleza. Copiar y difundir sus comentarios ayudaba a reforzar la ortodoxia asturleonesa, siendo muchas de las copias encargadas por los propios reyes como es el caso del códice de Fernando y Sancha conservado en la Biblioteca Nacional, un beato de segunda generación que procede del Monasterio de San Isidoro de León copiado por un monje que firma el códice, Facundo, y cuyo último propietario fue el marqués de Mondéjar, Gaspar Ibáñez de Segovia, (1628-1708) antes de que su biblioteca fuese incautada por Felipe V, en la guerra de sucesión, pasando a la Biblioteca Real. Las copias de la primera fase están escritos en latín y una letra utilizada por los copistas altomedievales, la visigótica, heredera de la minúscula latina, caracterizada por sus formas angulosas, trazos curvados muy marcados y ciertas letras distintivas —como la a abierta, la g de doble curva o la t con asta prolongada, siendo sustituida en Castilla en el siglo XI por la minúscula carolina. También contribuyeron a su éxito las ilustraciones con una notable uniformidad pictórica, el libro y los siete sellos, la ramera de Babilonia, el cordero místico, la Jerusalén celeste, al contrario que las Biblias y Evangeliarios que no repiten sus iluminaciones.
La tradición de los Beatos constituye uno de los capítulos más singulares y representativos de la cultura escrita medieval hispánica. Nacidos en los escriptorios altomedievales como instrumentos de formación doctrinal y reflexión escatológica, estos manuscritos evolucionaron a través de los siglos gracias a la vitalidad creativa de copistas e iluminadores que, desde la escritura visigótica hasta la carolina, supieron reinterpretar su mensaje y su iconografía. Hoy se conservan en bibliotecas de diferentes instituciones como el Archivo Histórico Nacional donde se conserva el Beato de Tábara, la Biblioteca de Santa Cruz de la Universidad de Valladolid (Beato de Valcabado), la Catedral de la Seo Urgell, Catedral de Gerona ola Biblioteca o Nacional de Francia.En las páginas de los Beatos la palabra se hace imagen, transformando el mensaje espiritual en un legado visual que aún hoy ilumina nuestra comprensión del mundo medieval.
✕
Accede a tu cuenta para comentar


