BNE
La Biblioteca Nacional saca de los almacenes el tesoro más antiguo que tiene
El códice P967 (o papiro de Ezequiel), fechado en siglo III d.C., tiene la particularidad de ser un ejemplar anterior a la 'Hexapla' de Orígenes
Son 236 páginas en total. Sin embargo, esto es como lo de las reliquias de Santa Teresa: están repartidas por medio mundo. Colonia, Princenton, Dublín, la abadía de Montserrat y Madrid, donde ahora se exponen los diez folios (veinte páginas) que conserva la Biblioteca Nacional de España (procedentes de Colección Pastor de Estudios Clásicos). Toda una reliquia dentro de la colección por ese carácter de ser más vetusto que ningún otro ejemplar de sus estanterías.
Un documento que sorprende por su apariencia estilizada: "Más alto, más estrecho y más alto" de lo que luego se fue confeccionando como los libros que conocemos hoy, apuntan desde la exposición de ese códice P967, que es el número que tiene asignado en la lista oficial de manuscritos del Antiguo Testamento.
Descubierto en la necrópolis de Mir, en Egipto, a finales del siglo XIX, este papiro de Ezequiel emprendió lo que la BNE denomina en su nueva muestra "un viaje insólito". Vendido por partes en el mercado de antigüedades entre los años 30 y 60 del siglo XX –cuando la práctica no era ilegal–, terminó disperso por diferentes gabinetes del planeta.
El primero en hacerse con el papiro fue Sir Alfred Chester Betty, uno de los más importantes coleccionistas del pasado y quien supo ver antes que nadie el potencial de esta traducción al griego de varios libros de la Biblia. Entre sus páginas se encuentran los textos del citado Ezequiel, además del de Daniel (con Bel y Susana) y Esther en una versión muy cercana a la antigua de los Setenta.
'El papiro de Ezequiel. La historia del códice P967' recorre de este modo el pasado del tesoro documental desde su hallazgo hasta la actualidad, destacando no solo el valor de las primeras traducciones, sino también "los desafíos de preservar el patrimonio antiguo en un mundo donde el comercio de antigüedades ha alterado la unidad de innumerables manuscritos", presenta un recorrido en el que, más allá de las piezas originales, se ha compuesto un mural de 18 metros en círculo con cada uno de los fragmentos conservados.
200 de 236
Pese a su antigüedad, fechado en el III d.C., los conservadores de la Biblioteca Nacional aseguran que su conservación, al menos de las piezas "madrileñas", es buena. Peor suerte corrieron los extremos del mismo, principio y final, que sí han quedado perdidas por el paso del tiempo, pues, de esos 236 fragmentos, "solo" se han mantenido 200.
Su estancia en la BNE, sin embargo, no es una pista sobre su peso en nuestras tierras. El valor de la pieza no está en su relación con la cultura hispana, inexistente en términos directos, sino en la "universalidad" de la Biblia. Tiene la particularidad de ser un ejemplar anterior a la 'Hexapla' de Orígenes, lo que lo convierte en un documento "crucial", señalan, para el estudio de la versión primitiva de 'Septuaginta'.
Entre los rasgos más importantes de esta traducción destacan las variaciones y reiteraciones en el texto griego con respecto a otras versiones, así como la omisión o transposición en el orden de determinados capítulos de los libros de Ezequiel y Daniel. Unos cambios que fueron entendidos por los primeros estudiosos como "errores" de escriba. Un "fallo" que ha día de hoy se ha elevado a la categoría de "testimonio único" de esta versión histórica.