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La lucha contra el maquis: la Guerra Civil española duró hasta 1952

El libro "Hasta su total exterminio" analiza el papel de la Guardia Civil y de las autoridades franquistas en la persecución de los partisanos republicanos
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El historiador barcelonés Arnau Fernández Pasolodos, actualmente afincado en Granada, analiza por primera vez en su libro "Hasta su total exterminio" el papel de la Guardia Civil en la lucha antipartisana republicana que, en su opinión, "alargó la Guerra Civil española hasta 1952". Arnau Fernández explica en una entrevista con EFE que esta investigación era necesaria, porque "hace quince o veinte años aparecieron centenares de libros sobre la guerrilla, pero ninguno analizaba la lucha antiguerrillera, cómo la Guardia Civil va a por la guerrilla, y el libro intenta ocupar ese espacio".
Hasta ahora, señala el historiador barcelonés, lo poco que se había estudiado la lucha antiguerrillera se había hecho desde la oralidad, a partir de entrevistas a supervivientes y gente que vivió el momento y también a través de la documentación generada por la guerrilla. Sin embargo, "faltaba ver qué decía la dictadura a través de su documentación, los consejos de guerra, los partes de operativos de la Guardia Civil, las comunicaciones entre el Ministerio de la Gobernación, el Ministerio del Ejército, y el propio Franco, que tiene un papel fundamental en la lucha contra la guerrilla", advierte Arnau Fernández.
En esa documentación aparecen "sorpresas como que la propia dictadura reconoce que la lucha contra la guerrilla antifranquista es la continuación de la Guerra Civil, y por ello Franco firma en 1944 un decreto ley en el que, para premiar a los guardias civiles, él argumenta que hay que premiarlos porque la lucha contra la guerrilla antifranquista republicana es la continuación del victorioso remate de la guerra nacional".
Sostiene Fernández que la Guardia Civil es facultada "para asesinar mediante la aplicación, por ejemplo, de la ley de fugas, sabiendo que si esos guardias asesinan, a los guerrilleros o a cualquier vecino, no se les va a investigar, pueden torturar de forma sistemática, y una particularidad de la lucha antiguerrillera es la violación de las mujeres partisanas, a las que se quema los pechos, se les arrancan las uñas, se les rasura el vello púbico o se les hacen reconocimientos vaginales".
Esa libertad de acción, continúa, puede llegar al extremo de "montajes" como "pegar un tiro a un campesino que no hubiera tenido contacto con la guerrilla, llevar el cadáver al jefe de la comandancia y decirle que habían descubierto un enlace y que lo habían matado, y por ello recibir recompensas en metálico, medallas al mérito militar y un ascenso en el escalafón, lo que confiere un espacio de corrupción permitido y alentado por la propia Benemérita".
La documentación franquista constata que para la dictadura la guerrilla es la principal preocupación que tiene el régimen a nivel de seguridad y militar, y le obliga a dedicar esfuerzos económicos: "A finales de los años 40 y principios de los 50, se gasta siete veces más en combatir a la guerrilla que el presupuesto que tenía, por ejemplo, el Ministerio de la Agricultura, cuando el campo español se encuentra en ese momento al límite".
La resistencia armada es hasta 1952 muy fuerte y problemática para el régimen, pues "está muy diseminada por toda la península, en el 70% de todas las provincias, desde los montes gallegos, cántabros, asturianos, toda la franja pirenaica, los Montes de Toledo, Extremadura o Andalucía". Sin embargo, en ningún momento, asegura el historiador, tuvo la guerrilla opciones de poner en jaque a la dictadura, pues "su objetivo principal era su propia supervivencia" y su única esperanza era que "una vez vencido el nazismo, los aliados intervinieran en España".
Estudiando el régimen penitenciario, el autor descubre que "hubo varios campos de concentración, como el de Nanclares de Oca, a donde se enviaba a familiares de los guerrilleros, aunque los tribunales militares los hubieran absuelto por falta de pruebas en el consejo de guerra". El origen de "Hasta su total exterminio" (Galaxia Gutenberg) parte de la experiencia vivida por su bisabuelo, Manuel Sesé Mur, de quien lo único que se sabía es que "había muerto en una refriega con la Guardia Civil tras una discusión con un hermano", una suerte de enigma del que su abuela nunca soltaba prenda y que de manera indirecta enfocó su vocación de historiador.
El culpable de que exista el libro, que deriva de una tesis doctoral, es "ese trauma familiar y la ausencia de una explicación, lo que llevó a investigar el contexto de la lucha antiguerrillera en toda España". A raíz del trabajo, sobre todo, en el Archivo Militar de Zaragoza, el autor encontró la documentación del operativo de servicio de la Guardia Civil contra su bisabuelo y sus compañeros: "No muere por haber discutido con los agentes, sino que los guardias civiles descubrieron que iba a Francia a recoger metralletas y las bajaba a Barbastro, en la provincia de Huesca, para repartirlas entre la guerrilla".
Lo mataron, añade Arnau Fernández, en aplicación de la ley de fugas, que "era el subterfugio para matar a un detenido al que supuestamente se había dado el alto, lo que servía para tapar un asesinato".