Mujeres desconocidas

Melitta Bentz, un café con conciencia

Fue la inventora del filtro moderno y aplicó a su exitosa empresa de Alemania beneficios para el trabajador y condiciones dignas impropias a comienzos del siglo XX

Melitta Bentz
Melitta BentzLa Razón

Los italianos tienen la moka, los franceses pueden hacer tanto café como té, los griegos y los turcos se disputan el invento del café sin filtrar, a los españoles y portugueses nos encanta tomar el torrefacto en un bar e incluso hay quienes prefieren el instantáneo… Casi se podría hacer una historia de las culturas a través de esos deseados granos tostados y molidos. Cada nación tiene su método característico para prepararlo, y detrás de dichos procedimientos hay historias fascinantes que reflejan la creatividad y la innovación humanas, como la de la emprendedora Melitta Bentz, la mente brillante detrás del filtro de café moderno.

Nacida en 1873 en Dresde, Alemania, la vida de Amalie Auguste Melitta Bentz no estuvo marcada por la espectacularidad o la grandiosidad, sino por su determinación para resolver un problema cotidiano. Como ama de casa, Melitta solía preparar café, pero le disgustaban los posos que flotaban en la taza debido a los percoladores de porcelana y el sabor amargo que arruinaba la bebida. Además, las bolsas de lino como alternativa resultaban engorrosas porque su limpieza era pasada. Después de probar varios métodos sin éxito recurrió a un material inesperado: el papel secante que encontró en el libro de ejercicios de su hijo Willi.

Con ingenio, Melitta creó un filtro casero usándolo junto a un tarro de latón perforado por un clavo. Este sencillo invento no solamente resolvió sus problemas, sino que también demostró ser tan eficaz que decidió patentarlo. En 1908, usando la inicial de su nombre para esconder el hecho de que era mujer, esta pionera fundó la compañía M. Bentz, que explotaría la patente del primer filtro de café moderno libre de impurezas.

Pero las expectativas sociales de la época no incentivaban a las mujeres a ser ni inventoras ni empresarias. Perseveró con sus modestos ahorros (72 pfennigs) contando con su marido y sus hijos Horst y Willi como primeros empleados. Al año siguiente, vendió 1.200 filtros de café en la feria de Leipzig. La acompañarían una serie de éxitos en 1911, como la medalla de oro en la Exposición Internacional de Higiene y la de plata de la Asociación de Hosteleros Sajones. Y es que solo se necesita una idea simple pero ingeniosa. Ese mismo año nacería su tercera hija, Hertha. Sin embargo, la Primera Guerra Mundial supuso el racionamiento de papel y la dificultad para obtener café debido al bloqueo británico. La dedicación forzada de todas las empresas a la economía de guerra hizo que el producto que Melitta usaba como materia prima se requisara para la construcción de zeppelines de combate. Melitta sobrevivió a duras penas vendiendo cartón.

[[H2:Semana laboral de «solo» cinco días]]

Después de la guerra, la compañía experimentó el resurgimiento y se trasladó en 1928 a su lugar de nacimiento (Dresde). Sus 80 trabajadores realizaban turnos dobles para poder cumplir con la demanda tan alta. Dos años más tarde cedió la empresa a sus dos hijos mayores, aunque siguió presente. Muy concienciada con el trabajador, realizó una serie de reformas para beneficiar a sus empleados, como por ejemplo regalando aguinaldos en Navidad, proporcionando salarios más altos que la media, junto con un aumento de días de vacaciones (de 6 a 15 por año) y una jornada laboral de «tan solo» cinco días a la semana.

A su vez, creó un fondo social para sus empleados denominado el «sistema Melitta» de previsión, el cual apoyaba financieramente a las personas en eventos especiales y en situaciones difíciles de la vida. Melitta brindó apoyo a sus empleados, convirtiéndose en un modelo a través de su dedicación y visión. A lo largo de su vida, demostró que ser mujer y madre no eran barreras para el éxito empresarial.

De nuevo, la historia queda interrumpida por otra contienda, la Segunda Guerra Mundial. Sus trabajadores se reubicaron y la empresa volvió a volcarse en la guerra por orden del Führer. La producción se remontaría de nuevo en 1948, pero Melitta ya tenía 75 años y falleció dos después en Holzhausen. Curiosamente, buscar la solución ante un problema cotidiano había hecho que su empresa estuviese valorada en 4,7 millones de marcos alemanes en el momento de su muerte, el 29 de junio de 1950.

Hoy, miro el filtro de café de latón en la estantería. Es viejo y parece casi una jarra con mango en vez de un embudo. Descolorido por el paso del tiempo, demuestra que tiene casi 100 años. Busco el sello estampado de la marca y encuentro un nombre: Melitta. Para mí ahora no representa un objeto, sino el deseo de una mujer por cuestionar lo existente que poseyó una mentalidad emprendedora y creativa.