Vidas extraordinarias
Pitias de Aso, la mujer detrás de la ciencia de Aristóteles
¿Nació la biología de las disecciones de una fugitiva casi olvidada en el siglo IV a.C.?
Imaginemos la escena: una modesta casa griega cerca de una laguna en la soleada isla de Lesbos, a finales de la década de los 340 a.C. Una mujer armada con un cuchillo afilado está ocupada despiezando un erizo de mar y una vieira; a su alrededor hay dispersos varios embriones de huevos de gallina.
«Este de aquí», le dice al hombre que se inclina sobre su hombro, observando la siguiente disección. «Mira; ¿no te recuerda a una linterna?» Esa mujer es Pitias de Aso, recién casada con un brillante filósofo del norte de Grecia: el hombre al que conocemos como Aristóteles. La pareja había llegado a Lesbos tras una angustiosa huida, provocada por la repentina ejecución del tío de ella, Hermias, a manos del Imperio persa. Su supervivencia dio paso a una famosa «larga luna de miel» de varios años, que casualmente coincidió con el periodo de investigación científica más productivo de su marido.Hoy en día, Aristóteles (384-322 a.C.) encabeza muchas encuestas populares como uno de los «filósofos más influyentes de la historia». Su reputación descansa sobre sus extraordinarios resultados en el estudio empírico y la investigación. De entre todas las ciencias, su legado perdura quizás con mayor viveza en la biología, donde se le atribuye un talento extraordinario para la observación y la taxonomía.
Sin embargo, en 1938, la historiadora de la medicina Kate Campbell Hurd-Mead planteó una hipótesis audaz y controvertida. ¿Por qué las observaciones y registros clave de Aristóteles tuvieron lugar durante esa «larga luna de miel»? Hurd-Mead sugirió que fue realmente Pitias quien recolectó y organizó los datos más importantes que luego se reflejarían en «Historia de los animales» de su esposo. De ser cierto, la sugerencia de Hurd-Mead convertiría a Pitias en la madre de la biología occidental, y su historia en un ejemplo más del borrado sistemático de la mujer en la historia intelectual. Hoy en día, ni siquiera se recuerda que Aristóteles estuvo casado.Pitias nació en Aso, una ciudad griega en la costa del Egeo de la actual Turquía. Su padre adoptivo era Hermias, gobernante de la ciudad y aliado de Macedonia, que por aquel entonces era una potencia política en auge en el norte de Grecia. Fue a principios de la década de los 340 cuando Aristóteles visitó Aso y se enamoró perdidamente de Pitias. Se dice que Hermias entregó a Pitias a Aristóteles en matrimonio, ya fuera para cimentar su importante alianza con Macedonia o por una amistad genuina. Cualquiera que fuese su comienzo, la unión parece haber sido un raro ejemplo en la Antigua Grecia de un matrimonio impulsado por la pasión romántica y el amor verdadero. Según el testamento de Aristóteles que ha sobrevivido, Pitias pidió que sus huesos y los de su marido se mezclaran al morir, y el propio Aristóteles ordenó lo mismo. Además, se acusó a Aristóteles de rendir sacrificios a su esposa como si fuera la diosa Deméter y de venerar su belleza cual divinidad.
Más allá de la musa
Pero más allá de ser una musa, ¿fue Pitias realmente la coautora de las investigaciones de su marido? La Historia de los animales despliega un conocimiento enciclopédico de la vida marina: los hábitos de apareamiento de los pulpos, la anatomía interna de los erizos de mar y la embriología de los escualos. En un mundo donde la cocina doméstica era el lugar principal de despiece y preparación, la línea que separaba a la cocinera del anatomista era muy fina. Ese es el argumento que Hurd-Mead ofreció en los años 30, a saber, que Pitias estaba detrás de las observaciones de su marido. Cuando Aristóteles describió la boca en forma de «linterna» de un erizo de mar o los órganos reproductivos de una vieira, probablemente estaba describiendo lo que el cuchillo de su esposa había revelado.Asimismo, el trabajo de Aristóteles sobre embriología dependía en gran medida de abrir huevos de gallina a intervalos específicos para observar el «punctum saliens», el primer latido del corazón. La cría de aves de corral era tradicionalmente un trabajo de mujeres. Seguramente Pitias fue la seleccionó cronometró la incubación y, tal vez, incluso guiando el ojo del filósofo hacia el diminuto punto rojo y palpitante de la vida. Los historiadores modernos han señalado que esta tesis no pasa de ser una especulación fascinante. Sin embargo, la falta de evidencia no prueba que algo no existiera, y vale la pena tomarse en serio la observación de Hurd-Mead sobre cuánto del conocimiento de Aristóteles depende de su esposa.
También resulta interesante, y trágico, observar que la obra de Aristóteles se apoya en gran medida en una tradición popular impregnada de misoginia. En «Generación de los animales», define con aparente objetividad al sexo femenino como una desviación «mutilada» de la forma masculina perfecta. Esto demuestra que cuando Aristóteles se aparta del empirismo y de la observación directa del mundo real –las observaciones que supuestamente inspiró la propia Pitias– es precisamente cuando comete sus errores más graves.Nunca encontraremos un tratado firmado de puño y letra por Pitias de Aso. Pero ella representa el trabajo invisible de las mujeres que sostuvieron el hogar y, tal vez, también el laboratorio antiguo. La mezcla de sus huesos con los de Aristóteles sugiere que él no recorrió en solitario el camino de la filosofía.