Obituario

Muere el escritor Domingo Villar tras sufrir un infarto cerebral

El autor, principal exponente de la novela negra gallega, ha fallecido a los 51 años en el Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo, donde ingresó el pasado lunes

La literatura está de luto: ha muerto el escritor vigués Domingo Villar, uno de los mejores autores en español y gallego. Ha fallecido a los 51 años en el Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo, donde ingresó el pasado lunes tras sufrir un infarto cerebral y ser diagnosticado de hemorragia subaracnoidea, que es el sangrado en el espacio entre el cerebro y la membrana que lo rodea.

Decir Domingo Villar es decir Ría de Vigo, recordar sus playas y sentir la brisa fresca en el rostro. También es escuchar los magníficos diálogos del inspector Leo Caldas y su ayudante Rafael Estévez, ese hombre que responde a las preguntas como un buen gallego, sin dejar claro el asunto, pero haciendo pensar al inspector y sonreír al lector. “Ojos de agua” y “La playa de los ahogados” recibieron importantes premios y “El último barco”, obtuvo el mejor de todos los galardones: quinientos mil lectores y once ediciones. Eso sí es un “bestseller” de esos, diría Estévez, y se alegraría tanto como Siruela, la editorial de cabecera que con tanto acierto le cobijó.

Domingo Villar (Vigo, 1971) recibiría un reconocimiento unánime a partir del éxito rotundo de su segunda novela, “La playa de los ahogados”. Desde entonces, ya fuera en sus versiones en castellano o en gallego, o en cualquiera de las múltiples traducciones a otros idiomas de las novelas protagonizadas por el inspector Caldas y su ayudante Estévez, el cariño de los lectores no le abandonaría nunca. Nos lega una obra que destaca por su consistencia y cuidado, compuesta por diversos cuentos y tres novelas, algunas de grandes dimensiones. Domingo Villar, muy vinculado profesionalmente al mundo de la radiodifusión, supo llevar a las páginas imágenes complejas de la Galicia contemporánea, desde una escrupulosa descripción del entorno en el que sucedían las tramas, con la inevitable Vigo como constante habitual y apoyándose en el perfil y personalidad de sus personajes para introducir los elementos más representativos de la identidad gallega. El autor nos deja algunos personajes inolvidables: el pragmático, comprometido y compasivo inspector Caldas, o su complemento, el ayudante Estévez, punto de contraste al que la retranca gallega suele sacar de sus casillas. Por cierto, Leo Caldas, como el autor, es locutor de radio, poco más se puede añadir para entender la identificación entre el creador y sus criaturas.

La popularidad de sus novelas se disparó cuando “La playa de los ahogados” fue llevada al cine en el año 2015, aumentando la popularidad de las historias de Caldas (Carmelo Gómez) y Estévez (Antonio Garrido). No es posible comprender la imaginería contemporánea de la novela negra gallega sin la figura de Domingo Villar, quien con unos pocos títulos se convirtió en un indispensable de las listas de autores más representativos en este sector de creación literaria. Su empatía con los personajes habla tanto de su conocimiento de la condición humana como de sus muchas lecturas y entronca con nuestros mejores autores clásicos, aquellos que, como decía Americo Castro respecto a Cervantes, “encuentran lo que buscan porque saben y sobre todo aman lo que buscan”. Las escenas que componen los episodios de las novelas y relatos de Domingo Villar ofrecen los complejos matices necesarios para comprender el paisaje y la sociedad gallegos, con algunas de sus tradiciones y costumbres cotidianas más arraigadas, en una suerte de etnografía criminológica gallega que, a partir de hoy, quedará algo huérfana. Se ha ido el que es para muchos el mejor escritor español de novela policíaca, a la altura de los más reconocidos escritores europeos, especialmente algunos franceses, alemanes o suecos. Descanse en paz Domingo Villar, los que fuimos sus lectores siempre estaremos en deuda con él.