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Libros
Dan Brown: "Creo en que la conciencia humana sobrevive a la muerte del cuerpo"
El autor publica, tras ocho años de parón, "El último secreto", un thriller que toma Praga y la noética como el tablero de juego y el estímulo para las aventuras de Robert Langdon

En la mente está el mayor poder. Desde ella se crea y se planifica, y es a ella a la que interesa provocar. La imaginación, la manipulación, la estimulación, el razonamiento... todos son factores que surgen en el interior de ese amasijo de millones de neuronas que protege el cráneo, y que esconden más secretos de lo que somos capaces de entender. De haber a lo largo de la historia un verdadero misterio para la ciencia es el que rodea a la conciencia humana. Sigue siendo inexplicable en términos físicos. Es el enigma de los enigmas. La incógnita que engloba las grandes cuestiones de la vida y la muerte. Y, por ello, debía formar parte de la bibliografía de Dan Brown. El autor estadounidense y padre de «El código da Vinci» (2003) ya comenzó a relacionarse con los misterios de la conciencia humana en «El símbolo perdido» (2009). Pero es con su nueva novela, que publica tras ocho años de parón, con la que se sumerge de lleno en tan apasionante y críptico concepto.
El autor congregó este jueves a 140 periodistas de diversos países para presentar su nuevo volumen, de más de 800 páginas, en la Capilla de los Espejos del Clementinum de Praga, un espacio acogedor a la vez que intrigante. Es decir, al más puro estilo Dan Brown. «El último secreto», obra editada en España por Planeta, toma los escenarios de la capital checa como nuevo tablero de juego. «Praga era perfecto para Langdon», explica el autor, «porque la conciencia humana casa muy bien en una ciudad llena de secretos y donde la cultura ha sobrevivido durante siglos». Pasear por Praga es envolverse de historia. Por un lado, artística: se entremezclan en las fachadas el barroco con el románico y el gótico, provocando el Puente Carlos, el Castillo, las calles del barrio judío o la Plaza de la Ciudad Vieja para el visitante una deslumbrante postal. Pero también es un lugar encantado, repleto de misticismo, leyendas y miles de secretos de los cuales, dice Brown, «muchos he tratado de incluirlos en la novela». «(Praga) fue el nexo de Europa con el mundo del ocultismo. El rey Rodolfo II practicaba en secreto las ciencias transmutacionales en su laboratorio de alquimia subterráneo; los clarividentes John Dee y Edward Kelley viajaron hasta allí con la intención de llevar a cabo sesiones de espiritismo para conjurar espíritus y conversar con los ángeles», escribe Brown. Y no olvidar, cómo no, a Franz Kafka, nacido en Praga y donde escribió, entre otras, «La metamorfosis», su universal canto a la deshumanización, a la absurdez de la existencia y a la ruptura entre el cuerpo y la mente.

La novela de Brown, traducida a 56 idiomas y con una tirada en España y Latinoamérica de 500.000 ejemplares, presenta a un Langdon enamorado. «La ficción imita a la realidad, y yo soy un hombre enamorado», celebraba ayer el autor, con su esposa también presente entre el público, así como le acompañó Jason Kaufman, su editor y mano derecha, a quien además le dedica un personaje en el libro. El célebre profesor de simbología, el mismo que ha desentrañado misterios en París, Roma o Sevilla en tomos anteriores, viaja a Praga de la mano de Katherine Solomon, una brillante científica noética que está a punto de publicar un libro con asombrosos descubrimientos sobre la naturaleza de la conciencia humana. Pero un brutal asesinato desata el caos y Katherine desaparece junto con su valioso manuscrito sin dejar rastro. Langdon se embarca así en 24 vertiginosas horas donde trata de encontrar a la mujer que ama, mientras es perseguido por una poderosa organización y por el Golem, una figura inquietante que forma parte de las más icónicas leyendas de Praga, y que por tanto no podía faltar en el thriller de Brown. La historia de esta figura se remonta al siglo XVI, la época en la que reinaba Rodolfo II, y de gran persecución a la comunidad judía. Ante tal amenaza, el rabino Judah Loew creó, con arcilla del río Moldava un ser animado cuya labor debía ser proteger a los suyos, aislados en el gueto judío. No obstante, y al más puro estilo Frankenstein, como toda creación creada desde la soberbia de quien trata de insuflar alma y conciencia en objetos inanimados, este personaje pasó de protector a monstruo. Según la leyenda, sus restos permanecen en el ático de la Sinagoga Vieja-Nueva, y puede ser devuelto a la vida de ser necesario.
¿Ciencia ficción?
Las subtramas que recorren la novela se desarrollan bajo un hilo conductor: el de la conciencia, pero ante todo el de las consecuencias de aprender a manejarla. En este sentido, y de manera casi inevitable, también entran en juego las estrategias políticas. ¿Controlar la mente del otro puede convertirse en un arma? Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética realizó investigaciones neuromilitares con el fin de indagar en modos de control mental y psicoespionaje. Algo a lo que EE UU respondió con el Proyecto Stargate, con el que investigaban el potencial de lo psíquico en el plano militar y doméstico. No obstante, fue un fracaso y supuso una gran cantidad de críticas para la CIA. Pero el proyecto se alargó hasta 1995, y supuso la primera intentona institucional de investigar una conciencia no vinculada a un cuerpo, pues el objetivo último era el de crear espías cuyas mentes pudieran adentrarse en las reuniones del Kremlin, y así adelantarse a las actuaciones de Rusia. ¿Suena a ciencia ficción? Aunque lo haya utilizado Dan Brown para darle una mayor chispa a la historia, está más cerca de la realidad de lo que parece. Más aún, teniendo en cuenta que lo que provoca Solomon con sus teorías sobre la conciencia humana es ante todo incomodar al poder. Pero, ¿por qué debe ser una amenaza? ¿Se conoce más sobre la conciencia humana de lo que la sociedad es consciente? «En cinco años, la ciencia podrá entender por fin qué es la conciencia», advierte Brown.

Abrazar el humo
La obra es resultado de varios años de investigación y reflexión alrededor de la conciencia humana en todas sus variantes. No sólo en su influencia sobre la vida. De hecho, uno de los ejes temáticos del manuscrito de Katherine Solomon es qué hay después de la muerte, pues sostiene que la conciencia perdura más allá de la existencia. «Perdí a mi madre hace ocho años por leucemia. Y me pregunté: ¿Qué pasa cuando morimos? No importa cuáles sean nuestras creencias, todos tememos y tenemos curiosidad por esa cuestión. Entonces creía en una absoluta oscuridad, como si cortaras el cable de un ordenador», recuerda. Tras ocho años hablando con físicos, filántropos, anatomistas y personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte, «he llegado a la conclusión de que la conciencia humana, de alguna forma, sobrevive a la muerte del cuerpo. Y no es que yo haya tenido una experiencia religiosa, porque soy escéptico, sino que la ciencia que se está desarrollando demuestra que algo ocurre más allá de la muerte», añade. De nuevo, ciencia y religión se encuentran en su escritura. De hecho, apunta el autor «son como distintos lenguajes que vienen a decir lo mismo. Mientras más te adentras en la ciencia, las matemáticas y la física, más espiritual empieza a parecer. Muchos científicos comienzan a sonar místicos cuando tratan de responder ciertas preguntas. La ciencia y la religión pueden coexistir y cooperar perfectamente».
«Ha sido un libro muy difícil de escribir», confiesa Brown, «la trama es muy intrincada, y el tema de la conciencia humana es excepcionalmente complejo de tratar en un thriller. Es como intentar abrazar el humo». El escritor afirma que «hace más de un siglo que sabemos que la mente humana puede influir en el mundo material». Ahora, continúa, «algunas cosas sorprendentes están sucediendo en el mundo de la física y el conocimiento, y eso va a suponer un cambio enorme en la cultura humana, aunque parezca una locura en un mundo en que todo parece estar patas arriba. Es importante recordar que la especie humana evolucionó porque fuimos capaces de protegernos de la naturaleza, por lo que estamos predispuestos a fijarnos en el mal», plantea. Nuestras mentes y, añade, «los medios de comunicación se centran en los horrores del mundo. Pero estadísticamente constituyen una pequeña parte de lo que ocurre. Hay mucho más poder creativo que destructivo», afirma. Bajen las pantallas, pero no la guardia: el gran desafío está en sus mentes.
Perseverancia y cierta ayuda audiovisual
Entre tanto secreto y enigma, dice Dan Brown que haber fascinado a más de 250 millones de lectores en todo el mundo no tiene más misterio que el de seguir el propio instinto. «Cuando eres escritor lo único que tienes que seguir es tu gusto», explica, y menciona una frase de Churchill, «en la que dice que ‘‘el éxito es ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo’’. Lo mío no es un don, es perseverancia». Algo a lo que, seguramente, ayudará el imperio audiovisual que hay tras sus libros: Netflix ya ha confirmado la adaptación de esta novela en forma de serie, capítulos que se unirán a las anteriores producciones protagonizadas por Tom Hanks.
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