Jorge Pardo: "La poesía tiene mucha música y eso me resulta atractivo"

Jorge Pardo comenzó tocando la guitarra, pero pronto abrazó la flauta y el saxo, con los que vinculó el jazz y flamenco hasta convertirse en un virtuoso, reconocido con premios como mejor músico europeo de jazz (2013) o el Nacional de las Músicas Actuales (2015). Pardo, que este lunes ofrecerá un concierto en el Teatro Alcázar de Madrid junto a Cristian de Moret, recomienda la lectura de un libro de poemas anónimos bereberes, «El jardín de las caricias».

−¿Por qué lo elige?

−Es un libro de cabecera desde que cayó en mis manos de jovencito. Me gusta porque posee esa especie de sabiduría, como muchas letras del flamenco, que en cuatro versos cuentan historias muy profundas; todos los poemas tienen un mensaje esencial que atañe a cualquier cultura.

−¿Qué tipo de poesía es?

−Al ser de autores diferentes resulta variada, pero fundamentalmente amorosa, a veces épica y, como toda poesía árabe, tiene mucho de sensual, mezcla lo erótico y lo amoroso, pero toda tiene un denominador común, y es ese gusto por la dulzura norteafricana, por los relatos con especias con un toque exótico, habla de olores... es muy descriptivo con esos aromas mediterráneos.

−¿Le ha inspirado la obra en su faceta de compositor?

−Mucho, ha dado vida a alguno de mis discos, como el titulado «Las cigarras son quizás sordas» (1991), llamado así por un poema de ese libro. Y en mi álbum «2332», de 1997, incluyo un tema homónimo, «El jardín de las caricias». Acudo a él de forma recurrente.

−¿Tiene tendencia hacia lo espiritual en sus lecturas?

−Puede que sí, me suelen llamar la atención los escritos que cuentan con cierta trascendencia la vida cotidiana, incluso los que sirven de forma pragmática. En mi labor artística, me gustan mucho los juegos de palabras con música; el ritmo de la poesía tiene mucha, y eso es atractivo para mí.

−¿A quién lo recomendaría?

−Es un todoterreno para todos los públicos, para los más cultos o los menos duchos en la lectura. Tiene la profundidad suficiente como para atraer a cualquiera.