Una denuncia de las dos Españas
José Antonio Gurpegui publica «Ninguna mujer llorará por mí», un viaje al pasado para conocer a su padre
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Hay fechas que marcan una vida y aquel 20 de noviembre de 1975 es una de ellas. Aquel día murió Franco, nació Merche en una familia de militares de alta graduación y desapareció su padre. «Nos abandonó el día que naciste», era la única respuesta que conseguía de su madre cada vez que preguntaba por él. Sin embargo, tras cuarenta años de silencio, su padre, un famoso fotógrafo de guerra, quiere conocerla en el hospital donde agoniza. Se entera que le ha ido dejando cartas cada cinco años el día de su cumpleaños en los distintos sitios del mundo por los que estuvo trabajando como reportero, China, Rusia, México, Nicaragua... a donde viajará para ir recuperando todas esas cartas con las que va descubriendo retrospectivamente el pasado.
Cada misiva es, en sí misma, una aventura. Ninguna mujer llorará por mí (Ediciones B) es la segunda novela del profesor y veterano crítico literario José Antonio Gurpegui (San Adrián, Navarra, 1958), cuya semilla surgió al comprobar el desconocimiento de los hijos con respecto a los padres. «A raíz de una experiencia personal me preguntaba, ¿cómo puede un hijo, no solo no conocer al suyo, sino tener una idea tan radical e infinitamente equivocada de él? Tengo que escribir una novela sobre esto, me dije, y a final es una hija que va a ir conociendo a su padre a través de los escritos que le dejado diseminados por el mundo», explica Gurpegui, que necesitaba una fecha paradigmática para mostrar el cambio social de España durante esos cuarenta años. «Dicha evolución se ve claramente a través de la familia Tellechea, de derechas de toda la vida y residente en el barrio de Salamanca, que ahora anda desperdigada y donde las nuevas generaciones vienen a romper con los esquemas de valores familiares, sobre todo, con la tradición militar, y andan divididos política y socialmente, mientras que la familia del padre es el contrapunto de izquierdas, y aunque también evoluciona, su origen está en las antípodas de los Tellechea».
Más que un epílogo de la Guerra Civil, ¿puede considerarse un reflejo de las dos Españas? «Lo es, aunque, casi mejor, se trata de una denuncia, porque es muy aburrido esto de las dos Españas y no logramos desprendernos de eso –afirma Gurpegui–. Cada uno de los dos protagonistas anda encasillado en su punto de vista, pero todo tiene una doble lectura en la vida, dos verdades según el punto de mira con el que se vea. Yo he huido de dividir entre buenos y malos, sean rojos o nacionales, según desde donde se opine, huir de ese tópico porque todos son una cosa u otra dependiendo de las circunstancias y del momento. En la medida que el mundo avanza y la sociedad ha ido cambiando se va viendo esa evolución en Tony, el protagonista masculino».
Sin embargo, el cambio de Merche viene provocado por su proceso de búsqueda. «En el fondo, buscando al padre lo que hace es buscarse ella misma, conocer la otra verdad le hace evolucionar, cambiar hacia otra persona. Si uno se fija bien, el tiempo que dura la novela es de nueve meses, es como si hubiera nacido una nueva Merche, una metáfora del cambio que experimenta, del nacimiento de una nueva persona». Para Gurpegui, «el ser humano tiene necesidad de buscar respuestas, de saber su identidad, quién es, de dónde viene, pero también de encontrar hallazgos en el camino, y todo este proceso nos cambia para siempre. En esa búsqueda encuentran cosas nuevas, surgen dudas sobre su vida y, en la medida que van descubriendo quién era ese hombre, poco a poco se va encontrando a sí misma, va revelando secretos del pasado que de alguna manera la hacen más segura y libre».
Como profesor de Literatura, a Gurpegui le interesa tanto qué quiere contar como el cómo hacerlo, pretende algo más que narrar una historia, experimentar con la literatura, explorar nuevos modelos narrativos. «Para mí es fundamental. Parece una narrativa convencional, pero en absoluto lo es. La historia la cuenta un amigo, un compañero de facultad con quien comparte sus confidencias. Esa primera parte, basada en lo que ella le ha confesado, está narrada en segunda persona. Lo demás es la novela que le ha dicho que va a escribir, en tercera persona, es decir, se pasa de la literatura oral a la narrada. El último capítulo es la propia protagonista quien habla. En realidad, se trata de una novela dentro de otra. También he querido hacer una especie de juego entre el lector y el escritor. A lo largo de toda la narración dejo a su juicio ciertos pasajes que quedan ambiguos para que sea él quien los interprete. Mi interés es que sea el lector quien construya la novela», concluye.
- «Ninguna mujer llorará por mí» (Ediciones B), de José Antonio Gurpegui, 368 páginas, 19,90 euros.