Sandra Barneda: “La vida nunca mira para atrás, siempre va para adelante”
La periodista y escritora publica “Las olas del tiempo perdido”, su nueva novela tras ser finalista del premio Planeta 2020, un canto a la amistad perdida y recuperada de la infancia
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“Como dicen los chinos, el corazón es el gran emperador y muchas veces nos olvidamos de que es nuestro norte y nuestra brújula y tratamos de que sea la mente la que nos gobierne, pero al final, volvemos siempre al corazón”, esto afirma la periodista y escritora Sandra Barneda que, tras “Un océano para llegar a ti”, finalista del Premio Planeta 2020, publica “Las olas del tiempo perdido” (Planeta), su nueva novela ”en la que la guía más importante es la del corazón”. La narración trata sobre unos amigos inseparables y cómplices de aventuras en los veranos de su infancia hasta que un accidente fatídico lo cambió todo, aquella amistad que parecía eterna estalló en un segundo en un coche una madrugada de invierno. El peso de la culpa dinamitó sus sueños y dejaron de verse, pero la delirante promesa de celebrar juntos el cuarenta cumpleaños de un muerto volverá a reencontrarlos veintiún años después. Para Barneda, “Las olas del tiempo perdido” es “una historia tierna de viejos amigos, de aventuras como fueron “Los cinco”, que te reencuentra contigo mismo y con lo que fue tu primera tribu, los amigos de siempre, aquellos que con los que compartías todo y con los que descubriste también parte de la vida”.
-¿La patria de una persona es su infancia?
-Es su base, el lugar donde se forman los colores. La paleta de colores que va a tener la persona para pintar cada uno de los lienzos de su vida. Es muy importante porque siempre recurrimos a ella, tanto para recordarla como para sanarla.
-¿Puede vivirse la amistad de adulto como se vive de niño?
-Creo que sí, las amistades de infancia son muy puras. Cuando te reencuentras con un amigo de entonces revives la tuya propia y conectas con ese niño que a veces tenemos demasiado escondido y apenas dejamos salir a pasear. Creo que aquellos amigos son los que te llevan a lugares que creías perdidos y donde esas capas de cebolla que nos ponemos a lo largo de la vida, desaparecen unos segundos.
-¿Los traumas infantiles y los fantasmas del pasado dejan secuelas?
-Creo que sí, también dejan su paleta de colores. Entonces es importante trabajar todo ese laberinto emocional que experimentamos en la infancia para conocernos, para saber de dónde venimos. Y, por supuesto, pueden superarse, ¿cómo?... cada uno encuentra su método. A mí me funciona bien realizar o encontrar un tipo de terapia que sirva para conocerte, para saber el niño o la niña que fuiste y entender la persona adulta en la que te has convertido.
-¿Hay que cerrar las heridas para avanzar?
-Sí, es necesario conocerlas y ¡¡cerrarlas!!...Y si no es posible, lo importante es ponerle conciencia, saber qué heridas llevamos dentro, porque cuando tomamos conciencia de ello, nos aceptamos. Muchas veces intentamos esconder aquello que somos, o nos revelamos a lo que somos y lo que nos hace daño, y creo que en la vulnerabilidad y en la aceptación está la base de todo.
-¿La amistad perdida puede tener segundas oportunidades?
-Creo en las segundas, las terceras o las cuartas, que nos debemos dar todas las oportunidades que consideremos necesarias y necesitemos porque la amistad es algo importantísimo en nuestra vida, es parte de nuestro sostén, de nuestra base, de nuestra seguridad, de afianzamiento y antídoto contra la soledad, ese mal endémico de nuestra sociedad. No sé si se puede recuperar el tiempo perdido, quizá no, porque la vida avanza sin mirar atrás. Somos nosotros los que lo hacemos, pero la vida nunca mira para atrás, siempre va para adelante.
-Amor, dolor, desamor, silencio, rencor, olvido….emociones, insatisfacción, desgaste, traumas…¿Podríamos decir que muestra un catálogo completo de las relaciones?
-Sí, de todas las emociones...Es una novela coral de reencuentro de amigos de infancia y juventud. Cuando ocurre esto se produce un shock con sus vidas actuales y pasadas. Es un entramado claramente emocional donde vemos cómo la vida les ha pasado por delante y cómo aquello que creyeron o quisieron olvidar vuelve a ellos... porque el olvido... el dolor es indómito y aparece a su voluntad.
-¿El entorno tiene un protagonismo importante?
-Tiene un papel fundamental. En todas mis novelas, el lugar elegido siempre es un elemento importante porque juego siempre con las emociones, trato de hacer en cada historia una anatomía de ellas y la geografía me ayuda mucho a describirlas. Los acantilados de Ajo, aquí, me ayudan a recordar continuamente a los lectores que esta novela habla de ese estar siempre en la cuerda floja entre la vida y la muerte, en el empezar y finalizar...en el avanzar y retroceder.
-Para Belén es muy importante “La tribu”, la necesidad de pertenencia al grupo.
-El encuentro es una vuelta al vínculo y comunión que compartieron siendo críos. La novela hace un homenaje a ese poder de pertenencia, esas amistades, ese círculo, esas tribus que te ayudan tanto en la vida, a sostenerla y a soportar todos los zarpazos que te da. A veces homenajeamos a la pareja, al amor familiar, al conyugal, al de los hijos, pero pocas veces hablamos de lo que significan los amigos, y por eso he deseado hacer este reencuentro con los de la infancia y lo que significa para cada uno de ellos volverse a encontrar.