Pasado, presente y futuro

La Biblioteca Nacional desciende a los infiernos

La sede del paseo de Recoletos crea un recorrido permanente en los bajos del edificio en los que rescata, entre otros, los libros que algún día estuvieron malditos

-FOTODELDIA- MADRID, 26/02/2024.-Un hombre visita el nuevo espacio expositivo de la Biblioteca Nacional de España "El Infierno y las Maravillas", inaugurado este lunes en Madrid. EFE/ Daniel Gonzalez
Imágenes de la inauguración del nuevo espacio expositivo de la BNE, "El infierno y las maravillas"Daniel GonzalezAgencia EFE

Apunta fino la nueva exposición permanente de la Biblioteca Nacional (BNE). Lo deja claro: para los libros, el agua es de sus peores enemigos. A la altura del siempre temido fuego, pero también de la censura, el polvo, la bibliopatía, por supuesto de la ignorancia y las plagas de pececillos de plata, polillas, cucarachas, termitas y demás insectillos. «Aunque parezca mentira, lo peor de un incendio no es tanto el fuego como la humedad. Los libros bien encuadernados resisten hasta cierto punto las llamas, pero pueden ser destruidos por el agua de las mangueras de los bomberos. Por eso, tras los incendios de grandes bibliotecas se recurre siempre a las neveras de los restaurantes y supermercados cercanos: hay que congelar los volúmenes para poder recuperarlos». Es por ello, no por los manguerazos, sino por el agua de la lluvia, que cundió el pánico el pasado septiembre cuando la gota fría –llamada DANA por el modernismo– dejó huella en su paso por Madrid; concretamente, en los techos de Recoletos, entre otros.

Tras ello, y varios avisos mediante, el viernes saltaba la noticia sobre el «grave riesgo» que corría el patrimonio de la BNE. Sin embargo, el recién nombrado director de la BNE, Óscar Arroyo, ha explicado a LA RAZÓN su sorpresa ante el titular: «La noticia ya nació vieja», explica señalando al presupuesto anunciado en diciembre (1.914.950 euros) para «reparar la impermeabilización de las dos sedes de la Biblioteca Nacional de España», en Madrid y en Alcalá de Henares.

Aprovechando la presentación del nuevo recorrido, Arroyo ha confirmado que «los libros que se mojaron» eran «modernos» y que, por tanto, los daños no son importantes. «Además, los depósitos los tenemos en los bajos del edificio, por lo que están a salvo y nunca han corrido ningún riesgo».

Significativa es esa localización –donde duermen los miles de libros del fondo– a vista de lo que propone el nuevo espacio de la Biblioteca: El infierno y las maravillas. Unas salas a las que, como no, se llega descendiendo y que juegan con el pasado, el presente y el futuro de las colecciones de la BNE. De las primeras pinturas rupestres (43500 A.C.) a la normalización del archivo de datos en La Nube, apuntan.

Lugares de protección

Pero lejos de ese significado negativo que se le otorga al «infierno» por haber albergado muchos de los ejemplares no aptos para el consumo en determinadas épocas, principalmente por la censura, «el infierno también es un lugar protector», asegura María Moya, CEO de la consultora (Prodigioso Volcán) que ha creado el museo. «Como también ocurre en joyería y en otros ámbitos, son pequeños lugares en los que se guardaba lo mejor». A su lado, Javier Ortega, director cultural de la BNE, asiente: «Al retirarlos, en muchos casos se permitió su conservación».

Libro de Calixto y Melibea y de la puta vieja Celestina, de Fernando de Rojas; Discurs del métode, de René Descartes; La vida de Lazarillo de Tormes, anónimo; Leviatán, de Thomas Hobbes; Códices Madrid, de Da Vinci; El Quijote, de Cervantes; Códice de Fernando I y doña Sancha, de Beato de Liébana... Son algunas de las joyas que rescata la Biblioteca en un recorrido que une los libros con las proyecciones y las piezas de museo, como una máquina de escribir, un vinilo de Rosalía o una videoconsola, ya en la parte final, donde es inevitable mirar el futuro: «El 99,9% de la información es digital. Solo el 0,01% está en papel, impresa (...) Miramos de frente a las pantallas, que son la metamorfosis de la vieja idea de página», advierten las paredes de la muestra.