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Aniversario

Por qué hay que seguir leyendo a Antonio Machado 150 años después de su nacimiento

Cinco protagonistas de diferentes ámbitos de la cultura analizan la figura del autor de 'Soledades' y exponen sus motivos para no soltar la mano del hombre que describió como nadie los 'Campos de Castilla'. Un 26 de julio de hace siglo y medio nacía un imprescindible de la lengua española

Antonio Machado retratado, hacia el año 1940, por su hermano pintor, José Museo del Prado

Antonio Machado forma parte de esos pocos poetas de los que podemos recordar un verso, pero que también siguen siendo muy queridos por parte de sus lectores, algo al alcance de muy pocos, como Federico García Lorca o Miguel Hernández. Aquel autor que decía que «más que un hombre al uso que sabe su doctrina,/ soy, en el buen sentido de la palabra, bueno», sigue ganando adeptos, que es lo que quiere la buena poesía. Probablemente lo mejor es que aquellos que lo conocen en profundidad nos contesten a esta pregunta: ¿por qué hay que seguir leyendo al autor de «Soledades» o «Juan de Mairena», entre otros?

José Sacristán, por su parte, tiene muy presentes las palabras de Antonio Machado. Ha crecido con ellas. Siempre en su cabeza. Pero quizá es ahora cuando más cerca esté, si cabe, del autor de «Campos de Castilla»: hace apenas un mes presentaba en Madrid, en el Teatro Fernán Gómez, un proyecto centrado en el sevillano de principio a fin, «Caminando con Antonio Machado», donde proponía un viaje a la infancia de nuestro protagonista a través de sus poemas. Por ello, por la causa, atiende «con gusto», dice, a LA RAZÓN.

"En lo humano también es un referente por su mirada sobre sí mismo y sobre nosotros"

José Sacristán

No duda a la hora de responder a por qué hay que leer a don Antonio, como él mismo lo nombra, ahora, en el 150 aniversario de su nacimiento: «Es una figura que va más allá de su inmensa dimensión como poeta. En lo humano también es un referente, de carácter obligatorio; un autor muy a tener en cuenta. Leerle es un aprendizaje permanente. Es un ejemplo por su mirada sobre sí mismo y sobre nosotros. Ojalá aprendiéramos de él, aunque, por suerte, no suframos su vida».

Manuel Machado y Antonio Machadolarazon

Incide el actor en cómo el Machado universal se forjó rodeado de una atmósfera «mucho peor» que la de hoy: «Le tocaron tiempos bastante complicados, y aun así, no hemos mejorado. No avanzamos en la dirección en la que nos proponía: ‘‘Una España implacable y redentora,/ España que alborea/ con un hacha en la mano vengadora,/ España de la rabia y de la idea’’», recita. «Indudablemente, estamos mejor, pero no nos descuidemos, que son tiempos jodidos a todos los niveles, sobre todo, desde el punto de vista moral se sufre bastante», reflexiona un hombre que ya prepara «El hijo de la cómica», la versión escénica de las memorias de Fernán Gómez.

"A don Antonio, como a Góngora, hay que amarlo y tenerlo siempre presente"

Ian Gibson

Sacristán no deja pasar la ocasión para aterrizar a Machado en el presente: «Fue un tiempo de mentira, de infamia. A España toda,/ la malherida España, de Carnaval vestida/ nos la pusieron, pobre y escuálida y beoda,/ para que no acertara la mano con la herida». «¡A ver si mejoramos de una puñetera vez de esta pobreza!», cierra.

También recoge el guante Luis Alberto de Cuenca. ¿Por qué? «Porque es un grande», sentencia. De poeta a poeta, «es uno de los grandes de las letras españolas. Es buenísimo. Enseña a disfrutar de la literatura y el arte; y, de paso, a ser mejores en la vida», apunta el intelectual antes de recomendar «los versos del caballito de madera»: «Yo conocí siendo niño,/ la alegría de dar vueltas/ sobre un corcel colorado,/ en una noche de fiesta./ En el aire polvoriento/ chispeaban las candelas,/ y la noche azul ardía/ toda sembrada de estrellas./ ¡Alegrías infantiles/ que cuestan una moneda/ de cobre, lindos pegasos,/ caballitos de madera!».

Un tándem formidable

Para De Cuenca, el mensaje del andaluz es «ejemplarizante», tanto «como el de su hermano Manuel». Abre así otro debate, el de si existe realmente tanta diferencia de calidad entre uno y otro. Responde tajante: «No. Son muy distintos. Quizá, Antonio sea algo más profundo, pero Manuel, desde el punto de vista formal, encuentra más recursos». No obstante, «hacen un tándem formidable». Y prosigue: «Nada más acabar la guerra, los que no pertenecían a su bando, él que era republicano y afín al Partido Comunista, lo empezaron a utilizar como tema pedagógico. En los años 40 y 50 se leía mucho, como si fuera la resaca tras su muerte en Colliure [Francia]. Ha sido muy bien tratado por todo el mundo durante estas décadas. Manuel, en cambio, pese a ser del bando vencedor, vivió épocas más oscuras».

"De apariencia es sencillo... sin embargo, cada poema ofrece muchas lecturas posibles"

Elena Medel

Otra poeta que conoce bien a Antonio Machado es Elena Medel. A él le dedicó un libro fascinante y que nos ayuda a entender de primera mano el pensamiento del autor de «Soledades», además de aprender a compartir la vida con su mensaje literario. Eso es lo que expone en «Cómo vivir con Antonio Machado». Al ser preguntada sobre los motivos para seguir acercándonos al gran poeta, Medel reconoce que «a cada relectura de Machado me interesa más su complejidad. Se trata de un poeta en apariencia sencillo: el lenguaje claro, la palabra exacta y el cuidado formal, la extensión breve... y, sin embargo, cada poema ofrece muchas lecturas posibles, contiene muchos poemas distintos. Pienso en el que dedica a su amigo José María Palacio: se lee como una carta al amigo añorado, se recorre como una descripción del paisaje y el tiempo –y en “Campos de Castilla” aprendimos que el paisaje en Machado siempre es político–; y en la estrofa final se revela como un llanto por la muerte de la adolescente Leonor Izquierdo. La arquitectura de ideas es finísima, muy precisa, de una tensión fluyente: parece fácil, y no lo es».

«Ligero de equipaje»

Por su parte, el hispanista Ian Gibson dedicó varios años a tratar de indagar sobre la vida del gran poeta sevillano en numerosos archivos públicos y privados. A él le dedicó la que por ahora está considerada como la más completa biografía de Antonio Machado y que tiene un título que es toda una declaración de intenciones: «Ligero de equipaje».

Gibson también ha contestado a este diario sobre por qué leerlo hoy. A este respecto apunta que «“a Góngora no hay que leerlo; hay que amarlo”; así se lo recomendó a sus oyentes el joven conferenciante Federico García Lorca. Claro que era imprescindible leer al gran poeta cordobés, pese a las dificultades de las “Soledades”, pero, sobre todo, amarlo. Digo lo mismo de Antonio Machado. Su obra, en su conjunto, tiene mucho que enseñarnos deleitando, según la prescripción clásica. Su primera etapa simbolista, su descubrimiento del paisaje soriano, la honda contención emotiva de su poesía amorosa, su antifascismo y denodada defensa de la República durante la guerra, sus reflexiones filosóficas y pedagógicas (“Juan de Mairena” es más actual y necesario que nunca), la inmensa tristeza y dignidad de su breve exilio final... A don Antonio, como a don Luis de Góngora, hay que amarlo y tenerlo siempre presente».

"Es buenísimo. Enseña a disfrutar de la literatura y el arte; y, de paso, a ser mejores en la vida"

Luis Alberto de Cuenca

Otro autor que ha dedicado su tiempo al poeta es Miguel Barrero. Antes de dedicarse a Leonard Cohen, como ha hecho en su reciente trabajo «El guitarrista de Montreal», se adentró en el universo machadiano en un pequeño gran libro titulado «Camposanto en Colliure». En el momento de atender a esta cabecera, Barrero se encuentra camino de Soria para volver por los pasos del poeta de quien asegura que «hay que leerlo porque en sus versos late una música esencial que no envejece. Supo hablar con palabras sencillas de cosas muy profundas y supo leer el tiempo, histórico y humano, como pocos lo han hecho, de una manera que hace que la lectura de ese tiempo nos concierna a todos».