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Ciudades míticas

Las mejores leyendas de Zaragoza

Repleta de misterios, liturgias, historias y narrativas fundacionales artísticas y literarias, la ciudad cuenta además con grandes ejemplos de arquitectura mudéjar

Una de las estancias internas del Palacio de la Aljafería, residencia real aragonesa
Una de las estancias internas del Palacio de la Aljafería, residencia real aragonesaArchivo

Desde su fundación romana a su enorme relevancia medieval y hasta llegar a la posteridad moderna la ciudad de Zaragoza ha estado marcada por leyendas sin par que hacen de ella un punto neurálgico en la geografía de los mitos hispánicos. Como es bien sabido, su nombre latino, Caesaraugusta, lo recibe en honor del primer «princeps» romano, Augusto, en el 14 a. C., en una refundación sobre la antigua ciudad ibérica sedetana de Salduie, una ciudad Estado que pasa a convertirse en colonia romana. Caesaraugusta, que será el centro del Conventus Caesaragustanus en la provincia Tarraconense, tiene sin duda una de sus leyendas fundacionales en la aparición mariana que sucede en ella, según la tradición cristiana, el 2 de enero del año 40. Entonces la Virgen María se aparece allí al apóstol Santiago «en carne mortal», es decir, antes de su Asunción y durante el legendario viaje del Apóstol por tierras hispanas, el que fijaría para siempre su fama y relación con estos lares.

Después de su aparición, la Virgen habría dejado una columna de jaspe conocida popularmente como «el Pilar», en torno a la cual los llamados «Siete varones apostólicos», supuestamente los primeros hispanos convertidos al cristianismo, habrían edificado junto a Santiago una antigua capilla a orillas del Ebro –un testimonio de esa tradición se recoge en un viejo manuscrito de san Gregorio Magno–; y sobre esa antigua iglesia habría sobrevenido una edificación mozárabe y, capa tras capa, se habría convertido en la basílica actual. Este es el edificio sin duda más simbólico relacionado con la ciudad, que ha sido escena de leyendas, milagros e intrigas sin cuento, desde el asesinato de Pedro Arbués, inquisidor de Aragón y posterior santo, hasta las famosas bombas de la Guerra Civil que no estallaron que se albergan en la catedral. Otro lugar mítico por excelencia en Zaragoza es el Palacio de la Aljafería, edificado por el rey Al Muqtádir, de la taifa de Saraqusta, a comienzos del siglo XI y que es muestra del enorme esplendor de la capital de los hudíes que reinaron en esa época y llevaron a la capital maña a un gran desarrollo.

El edificio es muy importante por ser testimonio de un gran edificio civil del arte hispanomusulmán, que se basa en la arquitectura de los palacios sirio-omeyas del desierto, que se remontan al siglo VIII. Como parte de la arquitectura mudéjar de Zaragoza, este complejo –que obviamente fue muy reelaborado con el pasar de los siglos– ha sido considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Su edificación más antigua, la llamada Torre del Trovador, alberga una importante leyenda: la del doncel Manrique de Lara, gran trovador y enamorado de una noble. La Aljafería sirve de escena al drama romántico de Antonio García Gutiérrez de 1836, que fue convertido luego en libreto para la famosa ópera de Verdi «Il trovatore».

Inspiración de novelas góticas

La historia del joven trovador criado por una gitana, aunque hijo de un noble zaragozano, y su enamoramiento de Leonor conforman una famosa historia de amor, que luego sería musicada por el compositor italiano. Los puentes de la ciudad sobre el río Ebro tienen también su historia mítica: bajo el llamado «Puente de piedra» está el pozo de San Lázaro, una profunda sima que se dice que está maldita. Aseguran que quien por allí se aventura nunca regresa, en una suerte de descenso a los infiernos o catábasis mítica, sobre la que hay diversas leyendas: una de las más conocidas, la protagonizan unos Romeo y Julieta zaragozanos, Azucena y Roldán, que se lanzaron al pozo al ver su amor prohibido. Otro puente, esta vez el de Hierro, es escenario de muchos misterios y leyendas, desde apariciones de santos hasta reclamo de suicidas e incluso de zombies en la cultura popular más reciente, en el cine o la música.

En fin, que Zaragoza es una ciudad plagada de misterios y leyendas históricas, literarias y artísticas: por concluir con un ejemplo que redondea su fama de ciudad mágica hay que recordar que la ciudad da nombre a una de las mejores novelas góticas de la historia, la del escritor polaco Jan Potocki, titulada precisamente «El manuscrito encontrado en Zaragoza». La novela hace uso del viejo artificio literario del manuscrito encontrado: a los pocos días de terminar el asedio francés a Zaragoza durante la Guerra de la Independencia, un oficial napoleónico encuentra un manuscrito en la ciudad que contiene una historia fantástica. La novela cuenta las inefables aventuras de Alfonso van Worden, oficial de la Guardia Valona en la época de Felipe V, que viaja a Madrid a través de Sierra Morena en una misión especial: correrá de camino un sinfín de peripecias misteriosas, siguiendo la técnica de la novela enmarcada, con encuentros con personajes increíbles e historias sorprendentes. Pero todo, como ya se ha dicho, comienza en la mítica ciudad de Zaragoza.