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Mostra do Ribadavia: “teatro vanguardista y popular”

Se cierra la 35ª edición de un festival gallego de artes escénicas que sigue creciendo en repercusión a pesar de su modesto presupuesto

Jauría
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Se cierra la 35ª edición de un festival gallego de artes escénicas que sigue creciendo en repercusión a pesar de su modesto presupuesto

Con ‘Jauría’ y ‘A.K.A. (also know as) como espectáculos vencedores ex aequo del Premio del Público, se ha clausurado este año la Mostra Internacional de Teatro de Ribadavia, que va creciendo en interés dentro y fuera de nuestras fronteras año tras año. Más de una veintena de montajes han podido verse estos días en la localidad orensana provenientes de distintos lugares de España, Latinoamérica y Europa en una 35ª edición que ha tenido un marcado acento social en los temas tratados por las diferentes compañías que han presentado aquí sus proyectos. “El teatro siempre ha estado conectado con los problemas más acuciantes de la sociedad –confirma a LA RAZÓN el director del Festival, Roberto Pascual-; pero creo que es importante que ese teatro esté también conectado con las maneras de comunicarse que tienen los nuevos públicos. En una sociedad tan influida por las redes sociales, por ejemplo, y por este estado de opinión permanente en el que vivimos, es importante dar cabida a esas propuestas que nos hacen cuestionarnos como sociedad, que nos colocan delante de un espejo, y que además nos hablan con el mismo lenguaje que usamos hoy. El tema, en realidad, no es tan importante si no viene asociado a una forma nueva y eficaz de conectar con el público de ahora”. Y eso es precisamente lo que hacen los dos montajes que ha destacado el público este año.

Si en la obra ‘Jauría’, de la aclamada compañía Kamikaze, el director madrileño Miguel del Arco daba ritmo casi de thriller a la transcripción de las declaraciones de los acusados, los letrados y la víctima del famoso juicio a La Manada para hacer reflexionar al público, con demoledora inteligencia artística, sobre la violencia de género, en la premiadísima ‘A.K.A. (also know as)’ son el racismo y la xenofobia los temas fundamentales en torno a los cuales orbita la compañía catalana Flyhard para ensamblarlos eficazmente en la idiosincrasia del mundo adolescente. Ambas propuestas han recibido, además, el aplauso unánime al trabajo actoral de sendos protagonistas: María Hervás en el caso de ‘Jauría’ y Albert Salazar en ‘A.K.A.’.

Pero no han sido estos los únicos montajes exhibidos en la capital del Ribeiro que han translucido una preocupación, en clave teatral, por algunos asuntos de actualidad. En ‘Anatomía de una sirena’, por ejemplo, la actriz Iria Pinheiro maneja con soltura la autoficción para hablar, en una curiosa mezcla de drama emocional y comedia ácida, de la progresiva deshumanización en el ejercicio de la obstetricia y la asistencia al parto en los hospitales. Incluso el teatro de calle se ha impregnaba de reivindicación social, en este caso por la igualdad de género, en la simpática propuesta para todos los públicos que la compañía Sincronacidas, bajo el título de ‘Ohlimpiadas’, ha dedicado a la discriminación sufrida históricamente por la mujer a la hora de desarrollarse como deportista. Por su parte, la veterana compañía gallega Chévere, uno de los grandes nombres en el cartel, ha llegado al festival fundiendo el lenguaje teatral y el cinematográfico en ‘Curva España’ para indagar con perspectiva crítica en la construcción de nuestro país a partir de un hecho histórico y olvidado: el crimen de un ingeniero, aparentemente sin resolver, en los albores de la llegada del ferrocarril a Galicia, hace un siglo. “En realidad, la obra es una denuncia sin complejos del caciquismo y de la utilización perversa del poder, y de cómo todo ello nos afecta a los ciudadanos”, afirma el director del festival.

También el teatro más físico y primario, o menos discursivo, ha jugado un papel importante este año en una Mostra que combina las representaciones en su escenario principal, el auditorio al aire libre Rubén García, que está situado en el interior del Castillo de los Condes de Sarmiento y tiene un aforo máximo de 780 localidades, con otros espacios menos convencionales y más reducidos, como la hermosa iglesia desacralizada de la Magdalena. Por el auditorio, por ejemplo, ha pasado en esta edición el francés Olivier de Sagazan con su indescriptible espectáculo ‘Transfiguración’, en el que trata de fundir en una misma realidad al creador artístico y a su creación. Es una de las propuestas, según Roberto Pascual, que “más han impactado y sorprendido a los espectadores”. No le van a la zaga los chicos de la compañía José y sus hermanas, con su atrevido y performativo espectáculo sobre la percepción del franquismo en la juventud ‘Los bancos regalan sandwicheras y chorizos’, o los cada vez más populares miembros de Voadora, la formación gallega que ha puesto el cierre a esta edición con una desenfadada, gamberra y surrealista propuesta llamada ‘Hemos venido a darlo todo’ –podrá verse en Madrid, en el Teatro de La Abadía, el próximo mes de septiembre- que no busca sino el esparcimiento absoluto y la catártica desinhibición del público por medio de la música electrónica. Y a fe que lo consigue: en la mencionada Iglesia de la Magdalena, una buena parte del respetable acabó irremediablemente dando botes con los propios actores al ritmo de los teclados y los samplers en una divertida y casi astral conjunción. “Los tres son espectáculos en los que lo definitorio es la verdad y la contundencia que viene de los cuerpos, de la reflexión que emana de ese lenguaje corporal”, explica Pascual, que nos ha asegurado que estará al frente de la Mostra, después de 10 años, “al menos otro año más”.

Cerca de 17.000 espectadores, según las primeras estimaciones, han pasado por Ribadavia a lo largo de estos 10 días que ha durado un festival cuyo presupuesto, en torno a los 180.000 euros –provenientes en su mayoría de las distintas administraciones públicas, con la Xunta de Galicia como principal financiador-, obliga, según su director, “a hacer un ejercicio importante de matemática e ingeniería presupuestaria”. Pese a todo, se muestra feliz Pascual con los resultados de un evento “vanguardista y a la vez popular, con una proyección cada vez más notable en toda España” y que logra concitar la atención de una masa de espectadores “extremadamente heterogénea”. “En estos años –dice el director-, nos hemos dado cuenta de que en Ribadavia cada función tiene un público propio y específico”.