Música

The Black Crowes, inmortales en Madrid

El grupo de Georgia vuelve, por fin, a Madrid, en la noche más multituinaria de toda su gira europea

Rich Robinson, de The Black Crowes, en su concierto de Madrid
Rich Robinson, de The Black Crowes, en su concierto de MadridFernando VillarAgencia EFE

Tiene que ser una buena señal que el concierto más multitudinario de The Black Crowes en Europa tuviese lugar anoche en el WiZink Center de Madrid. Nada menos que 10.000 personas, un aforo casi imposible para una banda tan anticomercial (incluso se les podría calificar de maestros del autosabotaje) como la de Georgia. Cierto que se trataba de una fecha aplazada desde 2020 y podía caber más expectación, pero la anomalía sigue siendo notable, porque en Europa el parón fue por igual. Anoche, el blues rock de su primer disco (el inolvidable “Shake Your Money Maker”), al que iban a rendir homenaje “interruptus” tras varios aplazamientos, conquistaron la capital más de dos décadas después de su última visita, en el Festimad (ha llovido) de 1999. Se puede decir en defensa de su calamitosa gestión del éxito, que tuvieron ambas cosas, el éxito -con más de 5 millones de copias vendidas de aquel álbum- y el desastre, que el momento no fue el propicio. Les atropelló el surgimiento del “grunge”, que en los 90 arrasó con todo en Estados Unidos y en el mundo. Pero han sobrevivido a esa y a tantas otras defunciones que ya son inmortales.

La gasolina de The Black Crowes les ha impulsado tanto como les ha consumido. La imposible relación entre los hermanos Robinson, Rich y Chris, es esa bencina que con una pequeña chispa tanto puede crear canciones inolvidables como hacer arder el vehículo. Son (o más bien eran) dos terribles bocazas y sus desavenencias son legendarias y están recogidas en una excelente biografía, “Difíciles de manejar” (Neo Sounds). No abundaremos más en ellas, nada más que para recalcar la importancia de lo vivido anoche, un concierto sublime de rock & roll, y para subrayar la contingencia de los hechos. Bien podría no volver a suceder jamás. Basta con que algo salga mal en la mesa de Acción de Gracias en casa de los Robinson dentro de algunas semanas y tendremos otro lustro, o puede que una década, de divorcio. Porque ellos son, como dice su canción más famosa, “Hard to handle”. Su tema predilecto sonó bastante pronto: “Twice As Hard”, “Jealous Again”, “Sister Luck” y “Could I’Ve Been So Blind” abrieron la noche. Después, “Seeing Things” y “Hard To Handle” cerraban el primer bloque.

Los hermanos Robinson, en el WiZink Center de Madrid
Los hermanos Robinson, en el WiZink Center de MadridFernando VillarAgencia EFE

Sin embargo, cuando los hermanos dejan sus mercuriales temperamentos a un lado, y parece que la madurez les ha templado (ya no quieren competir el uno contra el otro) conducen un tren de mercancías pesadas y delicadas, como son sus canciones, teñidas de peligro y derrota, como mandan los cánones. Porque The Black Crowes siguen ahí como guardianes de las esencias, como demostraron anoche en Madrid, saliendo a actuar sin pantallas de vídeo, con un decorado austero imitando a un viejo pueblo perdido en el tiempo a la vera de una autopista polvorienta y un repertorio majestuoso. A algunos habrá que eso les parezca pasado de moda, pero no estaban anoche en el WiZink Center.

Canciones que suenan “como un sueño en un día lluvioso” (palabras de Chris) que tienes cuando te sube la fiebre (añadimos). Algo así como desviarte de la autopista por un camino de tierra y seguir hasta que no recuerdas adónde ibas. Porque, en el fondo, esa es la historia del grupo: la de no saber gestionar las cosas cuando te van mal y mucho menos aún cuando te van bien. La de estar necesitado siempre de sentido común. Que se lo pregunten, si no, a los compañeros de fatigas de los Robinson: Adam MacDougall, Sven Pipien, Luther Dickinson y, especialmente a Steve Gorman, biógrafo del grupo. Todos han visto agotarse su paciencia y probablemente merezcan una canonización rockera más allá de su virtuosismo. La de sobrevivir a una maldición de vudú. No faltaron “She Talks To Angels”, “Papa Was a Rollin’ Stone” y “Sting Me”. Ni tampoco “Remedy”, que grita buscando redención. En el bis recuperaron una joyita: “Rocks Off” de lo Rolling Stones para que dure mucho tiempo el maleficio.

La banda estadounidense The Black Crowes durante el concierto en el WiZink Center de Madrid.
La banda estadounidense The Black Crowes durante el concierto en el WiZink Center de Madrid.Fernando VillarAgencia EFE