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«Brokeback Mountain», aún más trágica

Comienzan los ensayos de la ópera en Madrid. Charles Wuorinen, su autor, marca distancias con el filme de Ang Lee y asegura que la partitura es mucho más oscura y menos sentimental

La historia interpretada por Jake Gyllenhaal y Heath Ledger fue recompensada con tres Oscar
La historia interpretada por Jake Gyllenhaal y Heath Ledger fue recompensada con tres Oscarlarazon

En el siglo XVII, Monterverdi musicalizaba el drama de Orfeo, que no podía rescatar a su amada Eurídice del mundo de los muertos; en el XVIII, Mozart puso a Doña Elvira a clamar venganza contra Don Juan tras sus engaños como parte principal de la trama de «Don Giovanni»; en el XIX, Violeta cede a la petición del padre de su amado Alfredo y le abandona aún amándole en «La traviata»; en el XX, Salomé volvió a pedir la cabeza de San Juan el Bautista al verse rechazada en «Salomé» de Strauss... La ópera ha evolucionado a base de amores imposibles, y en el siglo XXI no se romperá la tradición. En 1963, dos cowboys descubren durante su estancia aislada en unas montañas de Winsconsin que sienten una atracción irremediable el uno por el otro, aunque, una vez terminado el trabajo, cada uno tiene que regresar a su casa, e incluso se casarán y tendrán hijos, pero vuelven a reencontrarse cuatro años después y comprenden que aquello no era mera atracción física, y siguen viéndose a escondidas.

«Lacónica y concisa»

Ésta es la sinopsis de «Brokeback Mountain» (2005), la oscarizada película de Ang Lee basada en un relato breve de Annie Proulx: «Cuando la vi, me di cuenta de que allí ya había material para una ópera. Después leí el relato y comprobé que la historia estaba más concentrada, era más oscura, y, en mi opinión, mejor», comenta el autor de la partitura, Charles Wuorinen. La autora estadounidense no sólo aceptó la proposición, sino que, además, se sumó al proyecto como libretista, quizá por la mala experiencia que tuvo con la película, en la que no vio reflejado el espíritu de su narración: «Nunca lo había hecho, pero su estilo se adapta muy bien a la música, pues es muy lacónica y concisa», continúa el compositor. Mortier se enteró por la prensa del proyecto, y, como iba a ocuparse de la New York City Opera, lo hizo suyo, teniendo en cuenta el tema y que el autor era uno de los favoritos de James Levine, director musical del Metropolitan Opera House, y que ya había compuesto la ópera «Haroun and the Sea of Stories», basada en una novela de Salman Rushdie. «La gente pensó que iba a encargar un musical, pero en realidad se trata de una gran tragedia construida en la mejor tradición operística», argumenta Mortier, que mantuvo el encargo, aunque se trasladara a Madrid. Musicalmente, emparenta la obra con Alban Berg y, dramáticamente, con «Tristán e Isolda». El autor, sin embargo, se confiesa influido por Schoenberg y Stravinsky, aunque asegura, como buen autor americano, que su música tiene resonancias de melodías populares norteamericanas como el jazz: «Al tratarse de dos vaqueros, me preguntan si voy a incluir musica country y la respuesta es: absolutamente no. La historia es tan universal que no hay necesidad de darle un color local».

El estreno mundial será el próximo 28 de enero y será una ópera de dos actos de dos horas de duración: el primero narrará cómo se conocieron y el principio de la historia de amor. Y el segundo desde su reencuentro, cuatro años después, hasta la muerte de Jack (en la ópera encarnado por Tom Randel y en el filme por Jake Gyllenhaal), 20 años más tarde de su primer encuentro. «Hasta el aria final, Ennis (Heath Ledger en el cine, Daniel Okulitch en el Real) no es capaz de expresar que está enamorado de Jack, cuando ya es demasiado tarde», asegura Wuorinen. El autor insiste en que hay que tener en cuenta el contexto Wyoming entre 1963 y 1983: «Ninguno de los dos, por ejemplo, piensa en huir y poder vivir su amor. En un ambiente como ese es algo que ni siquiera se plantean», añade. Respecto a las posibles comparaciones con el filme, el autor se muestra tajante: «No podré hacer nada por evitarlo, pero no tienen nada que ver. Para empezar, la película es sentimental y la ópera no. Tampoco refleja la metáfora del paisaje, que lejos de ser idílico es más bien amenazador y estos dos hombres corrieron verdadero peligro por trabajar en una zona tan escarpada como aquella». Por eso, aunque no se han querido anunciar apenas detalles de la puesta en escena, se sabe que han rodado algunas secuencias en la cordillera de Wyoming que se incorporarán como audiovisuales al montaje.

Comparaciones

Respecto a la reacción del público operístico al asistir a una historia de amor homosexual en escena, Wuorinen se escuda para no pronosticar en que no conoce al público de Madrid, pero realiza la siguiente reflexión: «Muchas óperas de repertorio reflejan situaciones sociales que son del pasado; sin embargo el tema de la homosexualidad ha generado bastante controversia en Estados Unidos y en el resto del mundo en los últimos años, aunque ya una historia de amor como ésta se afronte de otra manera. Las diferentes personalidades de los protagonistas tendrán su repercusión en la línea vocal, además de en el texto: Ennis, el más encerrado en sí mismo, es un bajo, mientras que Jack, el más sociable y también el más dispuesto a abandonarlo todo por vivir esa historia de amor, es un tenor. «Todos los elementos dramáticos, incluida la personalidad de Jack y Ennis, tienen asociadas ciertas referencias musicales. Por ejemplo, Jack es un Si natural, mientras que Ennis está representado por un Do sostenido. ¿Por qué? En sentido literal y abstracto, el Do sostenido está por encima del Si natural. Y aunque Ennis sea homófobo, a pesar de su incapacidad para aceptar su propia sexualidad, siempre he pensado que es sexualmente dominante en la pareja. Entre ellos dos está el Do natural, y ésa es la nota de la montaña, del sueño y de la muerte», señala Wuorinen. El autor también ha intercalado momentos vocales femeninos que no estaban ni en la película ni en el cuento para que el canto no resulte monótono al tratarse sólo de personajes masculinos; así, por ejemplo, aparece la futura esposa de uno de ellos probándose el traje de novia. El papel del coro reafirma esa América profunda y opresora contra un amor de este tipo. Apenas aparece unos instantes, pero lo hace de manera clave, por ejemplo, convertido en viandantes que asisten al momento en que Ennis encuentra al cadáver de su amada y se burlan de su dolor, o, una escena después, cuando trata de llamar a la esposa de éste para comunicárselo y repite con sorna sus palabras.

Los vaqueros cantantes

- Tom RANDLE (Jack)

Nacimiento: 21 de diciembre de 1958, Hollywood (California).

Tipo de voz: tenor

Trayectoria: Su primer gran éxito fue Tamino en «La flauta Mágica» en teatros como la Deutsche Oper Berlín o el Covent Garden de Londres. Ha desarrollado sobre todo su carrera en Europa. En Madrid ya cantó en «San Francisco de Asís».

- Daniel OKULITCH (Ennis)

Nacimiento: 30 de enero de 1976 en Canadá.

Tipo de voz: bajo barítono

Trayectoria: Comenzó a ser conocido en Broadway gracias a la producción de «La Bohème» de Baz Luhrmann. Tiene experiencia en ópera contemporánea, entre ellas, «The Fly», de Howard Shore, dirigida por Cronenberg en Los Ángeles.

El detalle

«EL PÚBLICO», OTRO ENCARGO HOMOSEXUAL

No es ésta la única partitura con protagonistas homosexuales encargada por Mortier (en la imagen con Wuorinen). En 2015, Mauricio Sotelo estrenará su versión de «El público», que, además de ser una de las obras inacabadas de Federico García Lorca, es aquella en la que expresa su homosexualidad de forma más clara.