Música
Freddie Mercury, o la música entendida como arquitectura
Se cumplen 34 años del fallecimiento de un artista único en la historia, cuyos estudios en diseño gráfico mucho tuvieron que ver con su carrera en Queen
Queen tenía su propio palacio. Un edificio con multitud de colores y adornos, con techos muy altos y ventanales, por los que salían ritmos pegadizos y canciones que pasarían a hacer historia. Un lugar imaginario, pero que construyeron sus músicos como si los ladrillos fuesen las canciones y el cemento fuera el ingenio, para que miles de personas pudieran vivir dentro siempre que quisieran. La música de Queen se puede entender como un estilo arquitectónico, una cimentación artística de lo sonoro, idea que no queda lejos de la formación y conocimiento del líder de la banda, Freddie Mercury. Se cumplen este 24 de noviembre 34 años del fallecimiento de un creador que cambió la forma de entender la música.
Nacido en Zanzíbar en 1946, Farrokh Bulsara -su nombre de pila- fue muchas cosas antes de engalanarse como estrella del pop y el rock. A sus 18 años, se mudó junto a su familia a Inglaterra, instalándose en Londres y continuando su educación en la escuela politécnica de Isleworth, llamada College West Thames desde 1993. En este lugar desarrollaba estudios de arte, y sus notas eran tan altas que entró en la Escuela de Arte Ealing de Londres. Allí estudió diseño gráfico, una formación que plasmaría a lo largo de su carrera musical, así como se reflejaría en su forma de entender el mundo.
Fue en la época de su graduación cuando conoció a Brian May y Roger Taylor, con quienes más tarde fundaría Queen. En la banda, Mercury demostró su talento como artista gráfico, siendo él mismo el encargado de diseñar e ilustrar el primer logo del grupo, para el que se inspiró en el escudo de armas de la corona británica, añadiendo los signos del zodiaco de cada artista. Pero no fue la única prueba de su concepción visual de la música, sino que ello también se trasladó tanto a su vestimenta como incluso a la escenografía de sus conciertos o a la confección de las canciones.
Mercury, además de escuchar la música, la veía. La concebía como un edificio a esculpir, componiendo a través de una estética visual que inconscientemente se trasladaba al sonido. Jugaba con la forma, con las notas y las escalas, dando lugar a temas que se alzaban como unos monumentos que miles de seguidores de todo el mundo se acercaban a admirar. Y también construyó su propia catedral. De haber una canción más icónica e innovadora de Queen, esta es "Bohemian Rhapsody", una catedral sonora compuesta en bloques -balada, ópera, rock...-, e interpretada con varias capas vocales, como si estas fueran diversas bóvedas o puertas por las que acceder a semejante edificio musical.
La grandiosidad de Mercury, tanto en su figura como con su banda, es resultado de una minuciosa fijación por el detalle, que le llevó a crear una discografía singular y rompedora, hoy visitable como si de una acrópolis setentera, de plumas rosas y guitarras canallas, se tratase.