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Sala Berlanga

Neus Ballús y el cine de los cuerpos

La directora catalana programará, entre el 13 y el 17 de junio, películas de Wim Wenders o David Lynch en la Sala Berlanga de la Fundación SGAE

Neus Ballús programa en la Sala Berlanga de la Fundación SGAE entre el 13 y el 17 de junio
Neus Ballús programa en la Sala Berlanga de la Fundación SGAE entre el 13 y el 17 de junioIVAN GIMÉNEZIVAN GIMÉNEZ

"Siempre me ha llamado la atención el cómo percibimos a los otros, me obsesiona casi, en mi cine y en mi vida. Y, como directora, me he dado cuenta de que siempre lo que ponemos en pantalla son cuerpos, esa otredad se percibe, primero, a través de los cuerpos", explica meridiana la directora Neus Ballús (Mollet del Vallés, 1980), sobre la justificación, si es que hace falta, del nuevo ciclo que programa esta semana en la Sala Berlanga de la Fundación SGAE. La realizadora, responsable de pequeñas joyas del independiente que se han paseado por los mejores festivales del mundo, como "Seis días corrientes" (2021), "El viaje de Marta" (2019) o "La plaga" (2013) desembarca ahora en Madrid con hasta cinco películas, todas ellas de culto, con la anatomía humana en el centro del objetivo.

Entre el 13 y el 17 de junio, el ciclo orquestado por Ballús programará "El hombre elefante", de David Lynch, "Pina", de Wim Wenders, "Titane", de Julia Ducournau, "Amor", de Michael Haneke y "Cléo de 5 a 7", de Agnés Varda: "Me parecía interesante abrir con Lynch, porque en esa pelicula es donde mejor, o al menos donde más claramente se entiende, cómo afecta la percepción de nuestro cuerpo en sociedad. Hasta qué punto nos afecta ser percibidos de una u otra manera y qué consecuencias puede llegar a tener", explica la directora a LA RAZÓN, que dará comienzo al ciclo con la proyección del filme protagonizado por Anthony Hopkins y John Hurt con un coloquio junto a la escritora y docente Cristina Aparicio.

"Amor", de Michael Haneke
"Amor", de Michael HanekeLes Films du Losange

La anatomía, desde lo filosófico

"Hace tiempo que percibo, como directora pero también como espectadora, como cinéfila en le definición más amplia, que la editorialización es la mejor forma de acompañar a las películas y de hacer que la gente vaya al cine. Y ya ni siquiera en salas, sino en las plataformas, por ejemplo, donde apenas ocurre esta editorialización y todo se abandona un poco a su suerte", añade Ballús, a la que también es de rigor preguntarle por la suspensión, de facto, de la nueva Ley del Cine provocada por la convocatoria de Elecciones Generales: "Es difícil contestar, porque igual que se detiene el avance en el cine y la cultura, se detiene en la sanidad o la educación. Lo único que siento es rabia, un poco de impotencia, porque da la sensación de que una vez más vamos a tener que empezar desde cero", añade.

Sucediendo a Cesc Gay ("Truman") como programadora invitada de la Sala Berlanga, y huyendo de las manidas etiquetas del cine catalán o el cine en femenino, Ballús plantea aquí acercarse a la anatomía desde un punto de vista más filosófico que empírico. Así se entiende, por ejemplo, la inclusión de la película de Varda, cimiento mismo de la subversión de la iconografía asociada a la mujer en el cine, reconvirtiendo la belleza canónica de Corinne Marchand en vehículo de libertad, de emancipación misma. Algo parecido ocurre con el filme de Haneke, en el que el paso del tiempo es la excusa que el realizador austriaco usa para dar alas a sus reflexiones sobre la decadencia, sobre el esencialismo que nos invade una vez somos conscientes de que el final de nuestra corporalidad está más bien cerca.

Ballús, que acaba de rodar un cortometraje de corte naturalista, en el mar, y que está escribiendo, explica, un nuevo largometraje de ficción, encuentra en su ciclo como programadora una salida a esas ideas, tan presentes en su cine y en su discurso, que la empareja incluso con propuestas de anatomía más radical, como la misma "Titane" de Ducournau: la potencia de la imagen de Agathe Rousselle asociándose a lo andrógino y partiéndose su propia nariz en una estación de buses bien lo explica, porque es en ese juego de percepciones que solo permite la gran pantalla donde a la realizadora catalana le interesa hurgar, como por ejemplo, cuando en "Seis días corrientes" uno de sus albañiles se convierte en modelo improvisado ante el baboseo de una de sus clientas. En definitiva, cuerpos, cine y toda la luz que es capaz de colarse entremedias.