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Objetos universales
En principio a un europeo actual la palabra "netsuke" no nos remite a ningún objeto en particular a no ser que sea un experto en arte japonés. Los "netsukes", son pequeños objetos tallados en madera, marfil o hueso, usados como contrapesos para colgar objetos del "kimono", vestimenta tradicional tanto masculina como femenina sin bolsillos. El "kimono" consiste en una pieza en forma de bata que se cruza en la parte delantera y se ciñe con un cinturón que se ata a la espalda llamado "obi", al no tener bolsillos fue necesario diseñar un objeto que permitiese su enganche para transportar objetos en la vida cotidiana, el objeto se denomina como "sagemono": cajas de pequeño formato con varios compartimentos del que sale un cordón de seda que termina en el extremo con el "netsuke", que permite tirar del cordón y fijar en el "obi" es objeto deseado.
Aunque tienen su origen en el Japón del siglo XIV en el periodo Muromachi como objetos simples y funcionales, con el tiempo se fueron sofisticando convirtiéndose en objetos suntuarios representativos del estatus social de sus propietarios durante el periodo Edo (1616-1868) siendo en la fase final de este periodo cuando aparecen "netsukes" decorados o incluso firmados por talladores profesionales. La forma y material de estos objetos es variada cambiando y perfeccionándose con el paso del tiempo. Una de las representaciones más comunes son pequeños relieves que representan flores o animales de forma irregular, otros son objetos redondos con agujero central con incrustaciones de oro y plata, otros "netsukes" eran ahuecados siendo una forma muy común la de la valva en madera o marfil por su sencillez y versatilidad de uso, otros eran pequeños animales talladas en marfil y de tacto delicado como liebres incrustaciones de ámbar a representaciones antropomorfas de bailarinas, danzantes o genios de madera.
La amplia variedad de formas, tamaños y materiales utilizados dio lugar a diferentes términos locales para diferenciarlos. Principalmente se dividen en tres tipos, según su forma: "katabori", figuras antropomorfas o zoomorfas talladas; "kagamibuta", cubierto con una tapa, y "manjú", con la forma de una torta japonesa. Japón comenzó a abrirse a Europa tras «expedición Perry» que se lleva el nombre de Mathew C. Perry quien comandaba la Armada de los Estados Unidos que apareció en la bahía de Edo, actual bahía de Tokio, en 1853 como consecuencia del mandato del entonces presidente de Estados Unidos Millard Filmore quien le comandaba a Perry la misión de abrir el comercio con Estados Unidos aunque fuese mediante diplomacia de cañones y sacar a Japón de su aislamiento. La expedición motivó las divisiones en el "shogonunato" y obligó a Japón a romper su aislamiento internacional impulsando Perry la firma del Tratado de Kanagawa (1854).
Años más tarde con la conocida como revolución o restauración Meiji, ocurrida entre 1868 y 1912 Japón salía definitivamente de su asilamiento siendo el fin período feudal, el shogunato Tokugawa, y el comienzo de la modernización y occidentalización de Japón bajo el emperador Meiji. Como consecuencia de esta apertura de Japón hacia occidente el uso de "kimonos" y "netsukes" comenzó a decaer lentamente pero aún después de la segunda guerra mundial este tipo de trajes se utilizan con carácter ceremonial e incluso en las zonas rurales. Desde finales de siglo XIX con los comerciantes de arte viajaban a Japón llevando a Europa los pequeños "netsukes", objetos que tenía un enorme éxito entre las grandes familias adineradas europeas que comenzaban sus colecciones de objetos orientales en un momento en el que todo lo que venía de Japón estaba de moda. Era la época de lo que se ha conocido como “japonesismo”, una visión un tanto colonialista que percibía al Japón feudal como la cuna de la sofisticación, la delicadeza y la armonía.
Las Exposiciones Universales de París fueron plataformas importantes para la difusión del arte japonés en Europa y contribuyeron al primer boom de la cultura japonesa en Europa. En la Exposición de París de 1867 lo primeros grabados ukiyo–e llegan a París como envoltorios de piezas cerámicas; en 1878 la Exposición Universal ya contaba con un pabellón japonés independiente donde se mostraban las artes y cultura del país influyendo en el arte parisino a través de Siegried Bing quien promovía el arte japonés en su galería de Masión de l’Art Noveau. La Exposición Universal de las Artes y la Vida Moderna consolidó la posición de París como capital de la cultura mostrando la influencia japonesa en el arte francés.
Una de las familias más conocida en los círculos parisinos de finales del siglo XIX y principios del XX por su colección de netsukes fue la familia de los Ephrusi, una dinastía bancaria judía europea muy rica, con sedes en Odesa, Viena y París cuya colección estuvo a punto de perderse en la Viena de 1938, pero que consiguió salvarse y pasar de generación en generación como cuenta Edmund de Wall en su libro La liebre con los ojos de ámbar. Pero no sólo fue en Francia donde la fiebre de lo oriental se desató, en España Argimiro Santos Munsurri ( 1911-1993) estudioso del arte oriental hizo múltiples viajes a Oriente y París incorporando netsukes a su colección que actualmente se encuentran en el Museo Nacional de Antropología de Madrid. Hoy estos objetos forman parte de lotes de subastas con distinto precio que adornarán estanterías de los nuevos propietarios, así desnudos y sin cuerdas nos traen a la memoria la nostalgia del kimono.
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