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Cultura
¿Portal de Belén o árbol de Navidad? El significado cultural tras la tradición
En estas fechas los hogares ya comienzan a llenarse de decorativos navideños, unas costumbres que se remontan a siglos pasados

Son ya varias las ciudades españolas que, cuando cae el sol, se ven alumbradas por las luces decorativas de Navidad. Ha llegado el frío, y con él los villancicos, las bombillas de colores y una época cargada de tradiciones sociales y familiares, celebradas tanto fuera como dentro de casa. Si bien las plazas principales de cada pueblo o ciudad cuenta con unos decorativos navideños, también las casas se llenan de éstos, predominando dos procesos: los de poner el árbol de Navidad o el Portal de Belén. ¿Tienen estas costumbres el mismo destino? ¿Cuál es el significado cultural detrás de estas tradiciones? ¿Cuáles son las historias que se esconden tras estos ritos?
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La del Portal de Belén es la costumbre de mayor raigambre española. Una tradición que se remonta a la Edad Media, al siglo XIII, y cuyo origen se ubica en San Francisco de Asís. Éste, en 1223, mientras realizaba un viaje a Tierra Santa, organizó en Italia la primera representación viviente del Nacimiento de Jesús, para ayudar a la gente más humilde o con menores capacidades a comprender la historia de la Natividad. Una idea que rápidamente se difundió por Europa, y que fue evolucionando hasta convertirse en belenes o pesebres realizados con figuras. Hoy, estos portales cuentan, en su versión mínima, con la Virgen María, el Niño Jesús, San José, un buey y una mula, así como los tres Reyes Magos. No obstante, se reparten por nuestro país Portales de Belén de grandes dimensiones y con un gran trabajo creativo detrás, que además atraen a público convirtiéndose la visita de los pesebres en otra tradición navideña.
Por su parte, el árbol de Navidad tiene sus raíces en antiguas tradiciones europeas. En el norte de Europa, los pueblos germánicos decoraban árboles perennes durante el solsticio de invierno como símbolo de vida y renovación. Fue con la expansión del cristianismo cuando estas prácticas se adaptaron y se vincularon a la celebración navideña. La costumbre tomó forma en la Alemania del siglo XVI, donde se comenzaron a colocar abetos dentro de las casas y decorarlos con velas, frutas y figuras. Se dice que Martín Lutero pudo haber introducido la idea de iluminar el árbol con velas para representar la luz de Cristo. Desde Alemania, la tradición se extendió por Europa y, en el siglo XIX, se popularizó en el mundo gracias a su adopción por las familias reales británicas.
Dos actos que, cada año, llenan de magia todos los hogares, y que sirven asimismo de escenario para depositar los regalos que traen a cada familia los Reyes Magos... o Papá Noel. Pero esta es una cuestión de otras tradiciones que también esconden sendas historias culturales.
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