¿Quieres admirar parte de la historia de España caminando por el arte? Mira que buen plan.
Visita la Galería de las Colecciones Reales junto al Palacio Real de Madrid que se acaba de inaugurar, porque además de que conocerás este nuevo espacio que te sorprenderá, descubrirás seguramente detalles que no conocías.
Madrid Creada:
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Es una gozada cuando se tiene tiempo libre descubrir sitios nuevos y más cuando cuentan parte de la historia de España por medio de objetos de arte que nunca hemos visto.
Este nuevo museo es un edificio que está en uno de los lugares más emblemáticos de Madrid, en los Jardines del Campo del Moro, junto a la Catedral de la Almudena y al Palacio Real. Cuando llegues al acceso, pensarás que te equivocaste de lugar por su aspecto sencillo y actual arquitectónicamente hablando, pero dentro descubrirás que hay verdaderos tesoros con siglos de historia.
Si me pongo a escribir las cifras de lo que están compuestas las Colecciones Reales, es posible que a unos os eche para atrás el visitar el sitio y a otros, os salte decir: “Este es mi sitio”, porque las Colecciones Reales están compuestas por cientos de miles de piezas entre pinturas, esculturas, tapices, muebles, libros, abanicos, bronces, porcelanas, bordados, fotografías..., pero para los que son menos asiduos a los museos, este en particular es tan especial que tenemos para visitarlo poco a poco el resto de nuestra vida para poder admirar pieza por pieza o época por época o autor por autor, según se elija, pero para “abrir boca”, me centraré en algunos autores que seguramente os hará de momento suspirar, deseando llegar al museo ya mismo, os lo puedo asegurar.
No puedo evitar mencionar para iniciar esta invitación a pasear por el arte histórico a Caravaggio, que junto a Velázquez, Goya, Mengs, Bernini…podemos aprender tanto tanto sobre arte, porque como declaró en una entrevista que le hice recientemente al Subsecretario de Cultura de Italia Vittorio Sgarbi: “ El día que descubrí a Velázquez, me di cuenta de que ni Caravaggio ni ningún otro artista italiano, puede competir con semejante arte…”
Ver en la misma visita obras de estos dos artistas (entre otros tantos) es un privilegio y como dicen los entendidos: “En una visita, hay que centrarse en uno o dos artistas de la misma época, estilo, escuela, etc., detenerse a analizar sus piezas y aprender el porqué realizaron esas obras en ese momento determinado”. Y es en verdad un consejo buenísimo para disfrutar, aprender y hasta si queremos memorizar detalles precisos, porque querer abarcar todo en una sola visita no es algo fácil. Se debe visitar todo el espacio y una recomendación si me lo permitís, se aprende mucho centrándose en pocas piezas, analizándola, viendo la época en la que la creo y el tema. Como por ejemplo el retrato de espaldas de Carlos IV, ¿no os parece curioso?
Dentro de los tesoros incalculables que alberga el Museo de la Galería de las Colecciones Reales os dejo algunos que no os podéis perder:
El arcángel San Miguel venciendo al demonio, Luisa Roldán (1692)
Con esta obra Luisa Roldán, conocida como “La Roldana”, en 1692 consiguió lo que ninguna mujer había logrado hasta entonces, ser nombrada escultora de cámara de la corte real, su vida fue apasionante.
Esta pieza la creó en un periodo de su vida muy oscuro, en 1606 había matado en una pelea callejera en Roma a un hombre. Los gestos de sus personajes son tristes y desolados. Una pieza llena de oscuridad. Es una obra maestra de los últimos años de producción del artista en su primera etapa napolitana. Caravaggio consiguió una escena de extraordinaria invención en la que aparecen confrontadas belleza y brutalidad: el contraste entre la fría indiferencia de Salomé ante la cabeza inerte del Bautista sobre la bandeja, mientras la mirada del verdugo refleja conmiseración ante la víctima inocente.
Caballo Blanco, Diego Velázquez (1634-1638)
Al parecer Velazquez pintó este caballo "por si acaso". Le servía para tenerlo reservado mientras realizaba el retrato del Duque de Olivares. Según señalan algunos historiadores era para un cliente muy exigente al que le daba un tratamiento especial.
El acabado de la obra permite confirmar su terminación, a la espera de que se incluyera un jinete sobre la silla de montar o, quizá́, se trataba de un modelo para otros retratos ecuestres. Está pintado con la destreza y el estilo propios del pintor de cámara de Felipe IV, demostrando la gran capacidad del sevillano para conseguir una representación natural con una gran economía de medios técnicos.
Cristo Crucificado, Gian Lorenzo Bernini (1654-1656)
Fue el primer encargo que el arquitecto, pintor y escultor italiano recibió de un monarca extranjero, Felipe IV. Se trata de la única figura completa esculpida por Bernini en metal y no sujeta a un conjunto monumental. Recordemos que Bernini es el autor de la impresionante columnata que enmarca la Plaza San Pedro en el Vaticano, el altar de San Pedro de la Basilica Vaticana, las esculturas de la Piazza Navona de Roma, las piezas espectaculares que se encuentran en la Galería Borghese de la capital italiana, por mencionar poquísimas piezas del artista italiano.
Retrato de Carlos IV de espaldas, Jean Bauzil (1818)
Utilizando los detalles más personales del monarca, creo su retrato de espaldas y no hizo falta verle la cara para saber de quién se trataba.
Una insólita imagen con la que Jean Bauzil, pintor de cámara dedicado a la miniatura, supo hacer identificables las facciones del monarca. Este original enfoque nos hace entender que la reina María Luisa de Parma le llamara “el pintor loco”.
Retrato del Conde Duque de Olivares, Velázquez (hacia 1638)
El nombre completo del Conde Duque de Olivares era Gaspar de Guzmán y Pimentel Ribera y Velasco de Tovar. Nació en Roma en 1587 y su padre fue Virrey de Sicilia y Nápoles. Cuando Felipe IV subió al trono lo nombró Grande de España, dejando los asuntos de estado en sus manos.
Y si seguimos mencionando tesoros, no os perdáis el ejemplar de la primera edición de la obra maestra de Cervantes... impresa en Madrid por Juan de la Cuesta en 1605. Tiene encuadernación en pergamino y en portada figura una anotación manuscrita: “P.A. Rousseau”.
Los Carruajes
En la planta 3 dedicada a las exposiciones temporales, los más pequeños de la familia lo van a disfrutar mucho, acercándose a los carruajes en la exposición ‘En movimiento”. Son medio centenar de piezas y entre ellas hay siete carrozas, dos trineos, dos coches y una silla de manos. Son piezas que van desde el siglo XVI al XX.
Seguro que mas de una niña imaginará ir de paseo sentada en uno de estos preciosos carruajes vestida de princesa y los niños acompañándolas o llamando a los caballos para que galopen. Los carruajes sin duda ayudan a transportarnos a aquellas épocas que hacen soñar.
Los carruajes son los vehículos que representan lo que fue el poder de la monarquía por excelencia. Tuvieron su razón de ser en la Edad Moderna, cuando las cortes europeas desarrollaron una escenografía con la que mostrar el poder de la realeza. Solo la monarquía podía mantener una gran flota de coches de caballos y de animales, así como las infraestructuras y el personal necesario para su utilización y mantenimiento.
Su uso por parte de la monarquía española comenzó en el siglo XVI, cuando se convirtió en el transporte de moda para los traslados de la Corte. Del XVII al XIX, Europa vivió la época dorada del carruaje, pero el desarrollo del ferrocarril y la posterior aparición del automóvil los relegaron a un uso simbólico como representación de la monarquía. Actualmente se siguen utilizando en la celebración de actos oficiales, como en la entrega de cartas credenciales de los embajadores al rey.
Entre las carrozas que se pueden ver en la exposición hay piezas únicas por su belleza y por su tecnología avanzada para la época, como la Berlina Dorada, de mediados del siglo XVIII, el Landó de bronces, de 1829 o el Coche de Concha y el Coche de Cifras, que pertenecieron a Carlos IV y María Luisa de Parma. Además de su relevancia histórica, las carrozas, reflejan la enorme calidad y refinada estética de todos los artesanos que participaban en su fabricación: ebanistas, escultores, guarnicioneros, doradores e incluso miniaturistas.
También se exhiben algunos vehículos, como el carruaje infantil de la reina Isabel II y dos trineos de madera con ricas decoraciones, uno de ellos con forma de dragón, posiblemente regalo del zar Alejando III a Alfonso XII. Completan la muestra dos automóviles Mercedes-Benz, un todoterreno fabricado en 1939, regalado por Hitler al dictador Franco en 1940, y el clásico modelo ‘Grosser Mercedes’ de 1942; ambos vehículos, de la colección de Patrimonio Nacional, estaban expuestos en la Sala Histórica de la Guardia Real.
Este espacio único en Madrid explica parte de lo que es el Patrimonio Nacional, la institución que gestiona el legado de la Corona, que hoy es de todos los españoles, con fines representativos, educativos, culturales y científicos.
Merece la pena organizar varias visitas para ir caminando por la historia de España por medio de piezas de arte jamás expuestas en el mismo espacio.
A disfrutar…