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Entrevista

Ric Roman Waugh: "Gerard Butler es el hombre de acción definitivo"

El que fuera el especialista más cotizado de Hollywood continúa su idilio con el actor escocés en "Operación Kandahar", un thriller geo-político cargado de acción

Ric Roman Waugh (izda.) junto a Gerard Butler durante el rodaje de "Operación Kandahar"
Ric Roman Waugh (izda.) junto a Gerard Butler durante el rodaje de "Operación Kandahar"DEAPLANETA

Quizá el nombre de Ric Roman Waugh (Estados Unidos, 1968), a bote pronto, no les diga mucho. Pero este depredador del área, ahora con aspecto de oficinista entrañable mientras atiende a LA RAZÓN desde su oficina de Los Angeles, llegó a ser el especialista más cotizado del mundo. Debutó a principios de los ochenta, trabajó a las órdenes de Carpenter en la mítica "Están vivos" (1988) y fue clave en las escenas de acción de "Tango y Cash" (1989), donde conoció a un Sylvester Stallone que le acabaría cambiando la vida. Luego vendrían "Desafío total", "El último mohicano", "El último gran héroe" y hasta la trágica "El cuervo", cuyo triste desenlace le alejó por una temporada de los rodajes. Unos meses y una conversación con Tony Scott después, Waugh debutó en la dirección, inaugurando el siglo y una prestigiosa carrera que ha tenido en sus colaboraciones con Gerard Butler su mejor expresión.

Junto al escocés, Gerry como le llama cariñosamente por videoconferencia, ha rodado "Objetivo: Washington D.C.", "Greenland" y la nueva "Operación Kandahar", que llega este fin de semana a las carteleras españolas tras cosechas buenos resultados por todo el mundo. En ella, seguimos al otrora Leónidas de "300" como un agente de la DIA, el equivalente militar a la CIA, mientras intenta desmantelar el sistema nuclear afgano. Por supuesto, las cosas se torcerán, principalmente por el buen trabajo de una periodista que intenta denunciar las operaciones encubiertas del gobierno de Estados Unidos y acaba desvelando la identidad del personaje de Butler, exponiéndole en una de las peores zonas del mundo para ser yanqui. Entre tiros, persecuciones ultrarrealistas y alguna que otra reflexión sobre cómo ha cambiado la política internacional desde el 11-S, Waugh vuelve a inscribir su nombre con letras de oro en el subgénero "cine de padres", regalándonos de paso su experiencia en una completa y hasta didáctica entrevista.

Una de las claves de la conversión de Gerard Butler en un héroe de acción ha sido su trabajo con Ric Roman Waugh
Una de las claves de la conversión de Gerard Butler en un héroe de acción ha sido su trabajo con Ric Roman WaughDEAPLANETA

-¿Cómo entra en el proyecto? ¿Qué había en el guion que llamase su atención?

-Siempre estoy buscando historias con puntos de vista único. Hemos visto muchas películas de guerra, pero esta era distinta. Y habíamos visto muchas películas basadas en cómics, pero ninguna como "Greenland". Lo que me atraía del guion de Mitchell LaFortune es que no solo contaba el punto de vista occidental, y me recordaba en eso mucho a películas "Sicario". Allí veíamos el problema de la droga a los dos lados de la frontera, humanizando a ambos lados. Eso es lo que hacemos en "Operación Kandahar", humanizamos ese conflicto que lleva décadas dándose en Oriente Próximo. Sobre todo cuando los dirigentes envían a personas a hacer cumplir sus mandatos, y esas personas resultan ser completamente normales, personas que solo quieren regresar para estar con sus familias. La película te fuerza, de algún modo, a empatizar con gente con la que no hubieras pensado jamás empatizar.

-¿Cómo es su relación con Gerard Butler? ¿Por qué están tan cómodos trabajando juntos y han repetido tantas veces?

-Es algo bastante más común, cada vez más, en el Hollywood moderno. Y cuando ocurre, es porque has sido capaz de construir una química especial. Pero es que nosotros éramos amigos incluso antes de colaborar por primera. Se me hace raro referirme a él como Gerard Butler, porque todo el mundo le llama Gerry. Y eso te dice lo natural, lo pegado a tierra que está. Es una persona muy humilde, y eso se demuestra en la pantalla, donde siempre se muestra vulnerable. Humaniza a todos sus personajes, por duras que sean las circunstancias. No es el tipo de tío que quiere matar a cincuenta personas y no tener ni un rasguño. Quiere siempre mostrar sus debilidades, porque él se considera un hombre de acción, no un héroe de la misma. Es el hombre de acción definitivo. Como en "Greenland", por ejemplo, donde hace de una persona normal superada por las circunstancias. Aquí es un poco al revés, ver cómo los ciclos de guerra y violencia afectan a esas personas con habilidades especiales, sobre todo en el mundo posterior al 11-S.

-Eso me parece interesantísimo. ¿Cree usted que la globalización, y la nueva política internacional de Estados Unidos, ha propiciado villanos más complejos, que ya nos hemos olvidado de los estereotipos racistas con patas?

-Sí, absolutamente. Se ha demostrado que quien es tu aliado hoy puede ser tu enemigo mañana. Las cosas cambian constantemente y a un ritmo vertiginoso. Es interesante, porque se convierte todo en una lucha casi existencial. Si, por ejemplo, Irán es un país enemigo de Estados Unidos, no significa que los iraníes sean enemigos de los estadounidenses. Estamos hablando de un país inmenso, con mucha gente atrapada en un régimen totalitario. Y solo intentan sobrevivir, subsistir. No es en absoluto diferente a otras situaciones que se han dado en la historia. Lo que hace nuestra película es mostrar que la gente, la ciudadanía, no siempre encaja con nuestras ideas preconcebidas, o con el régimen bajo el que viven.

-Me ha hablado usted de los héroes de acción. Y hay poca gente en el mundo que sepa más de ello. ¿Ha cambiado mucho la artesanía de los especialistas en los últimos 30 años o encajar un puñetazo sigue siendo encajar un puñetazo?

-No, no, ha cambiado muchísimo. Si pienso en "Operación Kandahar" o en "Tyler Rake", por ejemplo, todo lo que es acción pero no son superhéroes, la acción se divide en dos: tienes las películas al estilo "Fast and Furious", donde puedes tirar un coche desde 35 pies de altura (10 metros) y cae sobre sus ruedas, suave, y las nuestras, donde ese tipo directamente se muere. Todo depende de cómo aplicas tus propias reglas. A mí lo que me gusta es la autenticidad. Cuando en "Operación Kandahar" ves un helicóptero, es porque nos hemos subido a él. Cuando ves una explosión, es porque hemos notado ese calor en la cara. Mi acción tiene que ser lo más realista posible. Pero eso no significa que, como espectador, también pueda disfrutar de esas películas donde la lógica sale volando por la ventana. Todo depende del tono que quieras conseguir.

-¿Cree usted que los Butler, Bernthal o Hemsworth son sucesores directos de los Schwarzenegger, Stallone o Van Damme? ¿O son mejores porque se les permite de verdad actuar, mostrar un mayor rango actoral?

-Es complicado, porque se junta lo que ellos querían mostrar y lo que se les dejaba. Sí puedo hablar, porque le conozco mucho más, de Sylvester Stallone. Cuando buscas entre sus primeras películas, en el "Rocky" original o en "Acorralado", trataban sobre hombres comunes, mortales, que luchaban contra sus circunstancias. No estaban hechos a prueba de balas. Lidiaban con un mundo real, y ese es el mundo que Gerry y yo queremos construir. Ahora que estamos en la era de los superhéroes, me apetece volver a los tiempos de Steve McQueen, mostrar nuestra humanidad en pantalla.

-Me ha hablado usted de la geopolítica, pero quería profundizar sobre ello. Tengo entendido que hubo un pase de la película en la DIA (Defense Intelligence Agency), ¿qué tal fue?

-Fue genial, la verdad. La DIA es el equivalente militar a la CIA, y valoraron muy bien la película. Sobre todo por cómo mostraba su trabajo, qué hacían y qué hacían los adversarios y aliados de Estados Unidos para ayudar o entorpecer su trabajo. Muchas veces, hay que recordar que cuando la prensa hace su trabajo, o hay chivatazos, se ponen vidas en riesgo. Y eso es parte de lo que aceptan cuando aceptan el trabajo. No son políticos, son especialistas desplazados a lugares de mucho riesgo. "Operación Kandahar" está basada en hechos reales, en parte de los testimonios que nos ha contado esta gente. Y no solo ellos, sus traductores, sus conductores.

-En los setenta tuvimos grandes periodistas en la ficción, quizá porque las democracias vivían en tiempos oscuros. Ahora que vivimos también en tiempos oscuros, ¿radica en eso la mejoría de los periodistas de ficción?

-Siempre ha habido gente que quiere hacer su trabajo, que quiere ayudar a exponer las atrocidades, pero eso ahora tiene que maridar con la era del clickbait, de la información barata, mala y falsa. La verdad se ha convertido en algo secundario. Lo puedes ver esta misma semana, encendiendo la televisión en Estados Unidos, ante el hecho de que Donald Trump ha acudido a un juzgado. Casi cada canal tiene su propia versión de lo que está pasando. En cierto modo, el periodismo en el cine siempre será idealista porque es un ideal a alcanzar, un poder que bien engrasado siempre será cinematográfico. Cuando hay debate, hay una mejor sociedad.

-Antes de irnos, otra sobre geopolítica. Usted ha rodado en Arabia Saudí, con todo lo que eso implica. ¿Cómo se logra gestionar esa dualidad de impulsos, la de contar con los testimonios de la DIA y pasar los controles, por así decirlo, de un país que está muy lejos de ser una democracia homologable?

-Lo más importante es que nunca nos ceñimos a una sola versión, o a una sola serie de reglas. Ni a las de Estados Unidos ni a las de Arabia Saudí, por ejemplo. Esta es una historia con base en lo real, y ese ha sido nuestro único compromiso, ceñirnos a esa realidad. Por supuesto que rodar en Arabia Saudí podría suponer complicaciones, pero también lo es acudir a la DIA para solicitar su ayuda. Al final, si dejas claro desde el principio que tú no te vas a plegar a ningún discurso oficial, ni a ninguna censura, todo sigue su cauce y puedes llevar a cabo la película que de verdad querías hacer.