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entrevista
Richard Powers: «Sabemos que estamos al borde del precipicio, a punto de caer»
Tras su éxito «El clamor de los bosques», que le mereció el Pulitzer en 2019, regresa con una reflexión sobre la IA, el nuevo colonialismo y el futuro de la naturaleza

Richard Powers asegura que «no podemos vivir, ni podemos estar en el 99 por ciento de la Tierra». Tres cuartas partes de nuestro planeta es agua y, mientras «la vida en la superficie es muy estrecha, solo unos pocos metros», en cambio, los océanos están habitados desde su superficie hasta los 4.000 metros de profundidad. El novelista norteamericano regresa con «Patio de recreo» (AdN), una historia compleja que avanza en muchos vectores, que se mueve entre los habitantes que pueblan una isla, el multimillonario que desea comprarla, una buceadora que defiende la vida acuática y la injerencia de la inteligencia artificial. Una obra, escrita con descripciones de enorme belleza y evocación, como una inmersión submarina, que es una defensa de la naturaleza, una reflexión sobre el capitalismo, la voracidad de los multimillonarios, el colonialismo del siglo XXI, la explotación de los recursos y el futuro de la humanidad. «Estamos viviendo en un planeta ajeno a nosotros. Esa fue la sensación que tuve al escribir este libro. Estamos creando una catástrofe para la vida en el planeta, y todavía no sabemos lo que la vida está haciendo en gran parte de las zonas».
¿La «excepcionalidad humana» es una gran mentira?
Es una locura. Creemos que somos los únicos personajes de la historia, sus únicos agentes y los únicos que actuamos en ella. La idea de que estamos separados de la naturaleza, de que somos autónomos, independientes y eso de la auto-creación es falso. El «excepcionalismo humano» es la verdadera mentira. El excepcionalismo humano lo hemos heredado de una cultura en auge durante unos 200 años o más. Pero fue una ruptura radical con la forma en que se cuentan historias en gran parte del mundo y durante la mayor parte de la historia de la humanidad y que tratan de explicar quiénes somos y dónde estamos. Ahora la gente está cambiando. Y la literatura, también. Comenzó cuando todo el mundo se ha dado cuenta de que estamos al borde de un precipicio, de que existen dos catástrofes: el cambio climático y la extinción de especies.
Dos temas preocupantes.
Nos ha llevado a creer que somos los únicos seres que sienten, los únicos importantes, y que eso nos da licencia para tratar al resto del planeta como un recurso. Es la ilusión de que hemos escapado de la naturaleza, de que podemos hacer nuestras propias reglas y crear nuestras propias economías. Son esas ideas las que han creado la catástrofe climática, la extinción de especies, un sistema agrícola insostenible y reducido los peces en los océanos un 90 por ciento. Todo eso comenzó con la idea de que podemos crear nuestras propias reglas.
Lo que dice suena a cultura Silicon Valley.
Es que Silicon Valley tiene esta fantasía libertaria de escapar a todas las regulaciones del mundo, de alejarse de las restricciones políticas. Se trata de la fantasía americana perfecta.
Pues ahora tiene a Elon Musk en la Casa Blanca.
Es una pesadilla estar en Estados Unidos ahora mismo. Lo único que evita que sea un horror absoluto es la incredulidad. Me despierto por la mañana, leo las noticias... Es horrible. Mi respuesta adecuada debería ser la desesperación total y absoluta. Pero también es una comedia y una parodia tan grande que no puedo creer lo que está pasando. Tenemos a un hombre no electo cuya única credencial es que es extremadamente rico y que va por ahí apoderándose de agencias gubernamentales. Se necesita una historia que despierte a los estadounidenses y les haga entender lo que está en juego. No creo que la gente que eligió a Trump tenga ni idea de las consecuencias de su voto. Su idea era ver a alguien romper las cosas para empezar de nuevo. Pero la realidad es que, una vez roto, no se va a volver a recomponer.
Y Trump es otro millonario.
La fantasía de Trump es la del excepcionalismo humano y la creencia de que la ejecución del poder es más fuerte que la realidad. Si hubo un momento para que la novela se comprometiera con la política es ahora. Trump dice que deberíamos volver a una jerarquía en la que los blancos estuvieran por encima de otras razas y etnias; los hombres, por encima de las mujeres; los estadounidenses, por encima del resto del mundo, y los seres humanos pudieran tener dominio completo sobre el resto de la creación viviente.
Y está la inteligencia artificial, otro de los temas que aparecen en «Patio de recreo».
La cultura libertaria y la fantasía transhumanista están muy relacionadas. La tecnología aviva la fantasía transhumanista. Existe una idea, desde que empezamos la civilización, de que podemos expandirnos más allá de las limitaciones de la biología. Ahora tenemos la inteligencia artificial y nos acercamos a su punto de despegue, de su crecimiento exponencial. Una vez que las IA comiencen a escribir el código para mejorarse a sí mismas, este efecto se convertirá en una bola de nieve y la cascada irá tan rápida que muy pronto quedará fuera del control humano. Nuestra esperanza es que estas criaturas resolverán la crisis climática, la extinción de especies. Pero pocos piensan que si tienen ese poder, esa capacidad para hacer el bien, también tendrán ese poder y esa capacidad para hacer el mal.
Y hay que sumar el colonialismo, que comenta en esta obra.
Al juego del crecimiento exponencial de la era digital y el que están jugando los colonialistas al viejo estilo con las poblaciones en el mapa se suman Trump y Musk en la Casa Blanca, que están jugando con el mundo de la manera más oscura posible. Mi libro explora todas estas cuestiones y, sobre todo, una cuestión esencial: «¿Y ahora qué?». Todos sabemos hoy que estamos al borde del precipicio y sabemos que estamos a punto de caer.
CONCIENCIADORA OBRA MAESTRA
Por Diego GÁNDARA
►Richard Powers vuelve a presentarnos una obra magistral que, a pesar de lo que cuenta, invita a mirar el futuro con optimismo
Richard Powers (Illinois, 1957) ha vuelto, como se dice, y con una novela de largo alcance y aliento en la que se mezclan cuestiones como la oceanografía y temas tan actuales y problemáticos como la inteligencia artificial, el mercado inmobiliario y el deseo de otra forma de vida, lejos del mundanal ruido del comercio aunque amenazada por la codicia y por las consecuencias del cambio climático. Decimocuarta novela de este escritor que llamó la atención con «Galatea 2.2», que seguía los pasos de una red neuronal con un canon de obras maestras de la literatura pero que acabó mal y con la que, de algún modo, se anticipó a la IA, en «Patio de recreo» explora ahora el último reducto salvaje que aún la humanidad no ha colonizado, el océano, además de tocar la profundidad de problemas como los avances tecnológicos y el deterioro del medio ambiente y, por encima de todo, cuenta una historia de amistad a tres bandas.
La amistad que tenían Todd y Rafi durante la universidad, con la aparición de Ina Aroita, una joven escultora nacida de padre hawaiano y madre tahitiana, se vuelve distante, incluso casi inexistente. Quien cuenta y recuerda la historia de aquel pasado, en todo caso, es Todd, que ya tiene cincuenta y siete años y es un magnate digital dueño de una plataforma llamada Playground y que padece demencia con cuerpos de Lewy. Y ahora el destino los ha unido en la isla de Makatea, en la Polinesia Francesa, cuyos depósitos de fósforo alguna vez ayudaron a alimentar al mundo.
Ciudades flotantes
Pero el pequeño atolón ha sido elegido para la próxima aventura de la humanidad: un plan para enviar ciudades flotantes y autónomas al mar abierto. Los residentes de la isla, en todo caso, deben votar para dar luz verde al proyecto o rechazar a los colonos, entre ellos, Rafi y Evelyne Beaulieu, una buceadora canadiense de noventa años que está escribiendo un libro sobre ese enorme océano donde se encuentran las maravillas y misterios de la vida marina. Y de la vida misma.
Explorando algunos de los peores miedos de la humanidad, esta novela de Richard Powers, lejos de ser una obra pesimista, es un libro que cree, sin embargo, en las infinitas posibilidades que tiene el mundo, ayudado por la tecnología, de volverse más humano, menos malo.
Como señala alguien en algún momento de la obra, «cada baile es un juego, y cada juego su mejor explicación». Ganador del Premio Pulitzer en 2018 por «El clamor de los bosques», una de las obras más emblemáticas de la última década basada en la ciencia y el pensamiento animista, Powers ha vuelto con una obra maestra, sensible, profunda, que señala uno de los posibles caminos para que la humanidad no se hunda en su propia miseria.
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