Super Mario Bros: cuando el fontanero rescató a la princesa

Se trata de algo más que un videojuego. Es, en sí mismo, la prueba del avance de la tecnología de los videojuegos, el gran éxito de la historia de una industria hoy arrolladora y de una muestra de la cultura popular para varias generaciones. El día 10 de marzo se celebra el día de Súper Mario, el personaje que saltó de secundario a principal y de ahí a incluso protagonizar una (horrible) película. Un personaje creado hace 38 años que ha sufrido varias transformaciones pero que sigue dando origen a nuevos títulos aunque para algunos siempre será el pequeño bigotudo que saltaba para atrapar la seta mágica y se lanzaba contra la bandera final para lograr derrotar al malvado monstruo. Porque Super Mario (y Luigi, su hermano) fue el primer fontanero que rescató a una princesa.

La historia se remonta a un clásico de los videojuegos, Donkey Kong. En aquel título, un gran simio a la imagen de King Kong lanzaba barriles por el escenario de vigas que debían ser esquivadas por un personaje, llamado “Jumpman”, en su ascenso hasta derrotar al enorme gorila. El éxito de este videojuego, especialmente en los arcades, llevó a su creador, Shigeru Miyamoto a probar fortuna con otro título para el mercado americano, pero esta vez destinado a la gran irrupción de la consola doméstica Nintendo. Era 1985 y la gran revolución de los videojuegos había llegado.

Sin embargo, para su nuevo título, el protagonista ya no sería el gorila, sino el pequeño héroe, que ya tendría nombre, Mario, y hasta profesión, fontanero. Mario (y Luigi, para que dos jugadores pudieran participar, por turnos) debía rescatar a la princesa Peach de las garras de Bowser, el rey de los Koopas mientras saltaba por tuberías o se introducía por ellas hacia nuevos escenarios que sortear con habilidad. Su éxito fue tal que las habilidades, personajes y escenarios fueron creciendo y ganando en sofisticación desde los 8 a los 16 bits y más tarde a los 64. Los mundos crecieron en complejidad hasta hacerse en 3D, saltar a la galaxia o conducir locos karts.

Pero el gran logro del juego fue que sentó las bases de un lenguaje, el de los videojuegos de plataformas. Después del éxito de Super Mario aparecerán miles de títulos que toman las bases de la mecánica del vocabulario construido por Miyamoto a lo largo de la saga del fontanero gordito. Incluso los sonidos, las melodías del juego, son icónicos y pueden escucharse incluso en los pabellones deportivos de hoy en día. Durante los 90, Mario fue más importante para los niños que Mickey Mouse y no es de extrañar. Sus adictivas aventuras y su fisonomía invitaban a identificarse más con él que con el ratón parlanchín, algo más caduco cuatro décadas después de su creación.

Además, se trataba de una historia para todos los públicos: sin disparos, bombas o puñetazos. Un simpático muñeco que recogía champiñones y aplastaba tortugas y otras criaturillas. Además, el juego estab lleno de trucos ocultos que había que ir descubriendo o compartiendo con otros jugadores para lograr superar los obstáculos o acceder a los niveles secretos donde se ganaba en orgullo de jugador. El primero de los títulos vendió 40 millones de copias, en un éxito que fueron reeditando las sucesivas entregas de la saga. Su mito sigue vigente hasta el punto de que, en 2010, la ciudad de Zaragoza, le dedicó una calle al personaje. Y todo gracias un fontanero gordito que rescató a la princesa.