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Teatro

Crítica de 'American Buffalo': El destino inevitable ★★★★☆

Hay autores que, sin renunciar a abordar temas complejos, tienen el talento de hacerlos identificables, reconocibles, próximos y atractivos

David Lorente (izda.) e Israel Elejalde en un momento de la función Showprime

Autoría: David Mamet. Dirección: Ignasi Vidal. Reparto: Israel Elejalde, David Lorente y Roberto Hoyo. Teatro Fernán Gómez, Madrid. Hasta el 26 de octubre.

Es obvio que en el teatro se pueden contar muchas cosas y de muy diferentes maneras, y que no hay contenidos ni formas mejores o peores; lo que hay, en todo caso, son estilos -a veces tan impostados y pretendidamente epatantes, eso sí, que terminan por evidenciar, paradójicamente, que no hay tal estilo-. Ahora bien, hay autores que, sin renunciar a abordar temas complejos, tienen el talento de hacerlos identificables, reconocibles, próximos y atractivos. Así ocurre con todos los clásicos. En su estilo, se acomodan a la perfección la forma y el fondo. Y ese es el caso de David Mamet, un clásico moderno que, hable de lo que hable, consigue que sus tramas se sigan -ya en el texto, ya en el escenario- con interés expectante y con gozo. Quizá por eso sea uno de los autores predilectos en los proyectos de teatro comercial que no sacrifican el sustantivo ‘teatro’ con tal de mantener el adjetivo ‘comercial’. Uno de esos proyectos es este montaje producido por Showprime de ‘American Buffalo’, que está dirigido por Ignasi Vidal y cuenta con Israel Elejalde, David Lorente y Roberto Hoyo como protagonistas.

Estrenada por primera vez en 1975, 'American Buffalo' cuenta una patética relación entre tres personajes a la deriva que se desarrolla en torno a una chamarilería. En ese establecimiento, Don (Lorente), el propietario, pasa las horas intentando que el joven y obtuso Bob (Hoyo) aprenda de él algunos de sus ramplones consejos para conducirse mejor por la vida. Teach (Elejalde), por su parte, es un tipo disparatado y manipulador que, no obstante, necesita a Don para desenvolverse con cierta seguridad. El plan para robar una moneda que Don cree haber vendido por debajo de su valor real servirá a todos ellos como un fantasioso estímulo que les permita aliviar la estrechez de sus vidas.

Como es habitual en sus obras, Mamet analiza con exquisita minuciosidad la psicología de unos personajes que no hacen sino cumplir, sin darse cuenta, con el infausto destino que parece ya preescrito para ellos. Esta es una de las virtudes de Mamet, que en sus obras no pasa otra cosa que no sea la que tiene que pasar, por sorprendente o inesperada que nos resulte en un primer momento.

Partiendo de una traducción firmada por Borja Ortiz de Gondra, el directo Ignasi Vidal potencia al máximo el humor que late en las situaciones sin banalizarlas. Y muestra con claridad el constreñido mundo de unos personajes que se enrocan en sus propias limitaciones como lo haría un hámster intentando recorrer un largo camino en la noria de su jaula.

En cuanto a las interpretaciones, Lorente y Elejalde cumplen con nota muy alta, como siempre: el primero está estupendo, y muy cómodo, en un personaje, el de Don, que le va como anillo al dedo; el segundo, tres tantos de los mismo en un rol, el del hiperactivo y cansino Teach, al que da un punto de nervio, locura y picardía que no estábamos acostumbrados a verle en otros trabajos. Sin embargo, tal vez sea Hoyo, que da vida con exquisita mesura y tacto al tontorrón de Bobby, el que más sorprenda de los tres, precisamente por ser el menos conocido de ellos y no deslucir, al lado de dos grandes, un solo segundo de la función.

  • Lo mejor: Es una gran obra, está muy bien leída y perfectamente envuelta en una cuidada producción.
  • Lo peor: Las reiteraciones de Mamet en este texto, que recuerdan un poco al teatro de Harold Pinter, hacen que la acción en algunos momentos se dilate más de la cuenta.