Escena
Crítica de 'Ricardo III': Shakespeare con tintes apocalípticos ★★☆☆☆
La conocida tragedia del Bardo acerca del que tal vez sea el primer psicópata y asesino en serie de la historia de la literatura está llevada a escena en un curioso montaje de estética distópica
Autoría: William Shakespeare. Dirección y adaptación: Nicolás Pérez Costa. Reparto: Nicolás Perez Costa, Ana Belén Beas, Goizalde Núñez, Zonia Lostaunau, Patricia Domínguez, Juan Miguel Talaveras, Brian Huallamares, Omar Méndez, Álex Rojo y Hugo Coello. Teatro Infanta Isabel, Madrid. Hasta el 18 de diciembre.
Escrita por su paisano Pepe Cibrián, ‘Dos tronos, dos reinas’ fue la obra a partir de la cual empezamos a conocer un poco más en España a Nicolás Perez (sic) Costa, un actor y director argentino con un estilo teatral muy personal y definido, de eso no cabe duda, que ahora ha venido a refrendar en un nuevo trabajo estrenado en Madrid: 'Ricardo III'.
La conocida tragedia de Shakespeare acerca del que tal vez sea el primer psicópata y asesino en serie de la historia de la literatura está llevada a escena en un curioso montaje de estética distópica -hay elementos en la escenografía y en el vestuario que podrían recordar, por ejemplo, a Mad Max- en el que Perez Costa, quizá con el loable empeño de no aburrir a nadie, se ha pasado de frenada con respecto al tempo y el tono. Todo discurre de una manera tan atropellada, todo llega a ser tan estridente, todo se dice tan gritado y hay en torno a la historia tanto ruido -la percusión que tocan los propios actores llega a ser bastante molesta- que al final el efecto que se consigue es el contrario al deseado: la sobreestimulación termina provocando en el espectador aturdimiento, y este dificulta seriamente la atención e incluso la comprensión de una trama que, ya en principio, en el propio texto de Shakespeare, puede resultar en ocasiones bastante enrevesada.
En lo que concierne a las interpretaciones, encabezando un elenco muy desigual, destaca el propio Pérez Costa dando vida al protagónico y despiadado Ricardo III en un trabajo muy exigente desde el punto de vista físico que, no obstante, igual que el de otros compañeros de reparto, se hubiese visto favorecido en una propuesta en la que el manejo de la palabra estuviese más matizado y sosegado.
Lo que sí es digno de aplauso en los tiempos que corren es la valentía de los artífices del montaje para acometer un proyecto de tamaña envergadura -con 10 actores nada menos en escena- desde el ámbito privado, sin cabezas de cartel y sin ningún reclamo destacadamente comercial.
- Lo mejor: Hay algunas escenas, como la del caballo, hermosas y originales en su composición.
- Lo peor: La estridencia de la propuesta en general y la música, exageradamente épica y más propia del cine de hace décadas que del teatro de hoy.