Teatro

Teatro

Que la vida no iba tan en serio

Nerea Barrios homenajea a una amiga que murió de cáncer. «La vida es una broma» es un montaje en el Lara en el que tres amigas afrontan la enfermedad de una de ellas.

Isabel Bernal, Elisa Drabben y Sara Ralla protagonizan «La vida es una broma», de Nerea Barrios (de izda. a dcha.). Foto: Teatro Lara
Isabel Bernal, Elisa Drabben y Sara Ralla protagonizan «La vida es una broma», de Nerea Barrios (de izda. a dcha.). Foto: Teatro Laralarazon

Nerea Barrios homenajea a una amiga que murió de cáncer. «La vida es una broma» es un montaje en el Lara en el que tres amigas afrontan la enfermedad de una de ellas.

La idea de escribir y montar «La vida es una broma» nace en la directora Nerea Barrios como una necesidad imperiosa después de la tragedia, como una catarsis, como un deseo perentorio de reordenar el mundo con verdadero sentido. Había perdido a su mejor amiga un año antes como consecuencia del cáncer, y quería recordarla para expresar de algún modo todo lo que sentía; para fijar también todo lo que habían vivido juntas.

«La obra fue creada para ella de principio a fin –reconoce Barrios–. En vez de darle una misa, yo le he escrito una obra». Una obra en la que la dramaturga y directora ha tratado de volcar todo el amor y el humor compartidos con el ser perdido: «Yo diría que el resultado es una tragicomedia. La conclusión de la obra es que la vida es una broma llena de chistes malos. Nosotras bromeábamos con todo, incluida su enfermedad; el humor era algo que nos unía mucho, y eso está muy presente en la función. El asunto es serio, pero, en los ensayos con público que hemos hecho, hay carcajadas en el patio de butacas».

Tiempo parado

Las actrices Isabel Bernal, Elisa Drabben y Sara Ralla dan vida a tres amigas que comparten piso. Una de ellas tiene una amiga que se está muriendo de cáncer. Cuando las otras se enteran, tratan de animar a su compañera para superar el revés; pero las soluciones que le proponen quizá no sean las más adecuadas para ella, o al menos no son las que esta desea adoptar. «En mi caso, el dolor por la pérdida trajo también consigo una lección de vida. Y de eso va esta función –asegura la directora–. Creo que estamos pésimamente educados con respecto a la muerte. Le tenemos tanto miedo que, en verdad, no vivimos. Y existen situaciones surrealistas cuando esa muerte está cerca. Hay gente que quiere ser más protagonista que el propio enfermo. Algunos te dicen: ''¡Cómo me ha podido pasar esto!''. Y, claro, te dan ganas de decir: ''Disculpa, pero a ti no te está pasando nada; es a ella a quien le pasa''». No obstante, la obra no pretende, en ningún caso según explica Barrios, dar una receta para vivir, sino simplemente «nos invita a detenernos para examinar y valorar lo que realmente es importante».