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Teatros del Canal
La última tecnología en danza: los bailarines que "disparan" la música con sus movimientos
Muriel Romero, al frente de la Compañía Nacional de Danza, presenta en Madrid el espectáculo que acaba de estrenar en Baden-Baden, '#INCUBATIO'

Acaba de estrenar en Baden-Baden, Alemania, y Muriel Romero (Murcia, 1972) viene entusiasmada con la «magia» de la ciudad en la que Constanze –la mujer de Mozart– se daba los baños; una urbe que también fue la de Bach, y la de Clara Schumann..., enumera.
Ha sido el primer paso de un trabajo que los días 17 y 18 de mayo se presenta en los Teatros del Canal (dentro de Madrid en Danza), donde la directora de la Compañía Nacional de Danza espera dar con «un público muy diferente». En Alemania le sorprendió la media de edad, « muy alta»: «No habían visto nunca algo así. Y creo que aquí estamos acostumbrado a ver más variedad y más danza».
Asegura Romero que no se mueve por las críticas: «No me importan», afirma quien en este último viaje se ha encontrado «con la reacción de una viejecita que fue a verla dos veces y con gente que decía que eso no era danza». La directora y coreógrafa no se inmuta: «Nunca puedes decir si una obra está bien o mal hasta que no pasa el tiempo. Se pueden ir modificando cosas por el camino».
"Creamos tecnología para amplificar el cuerpo, y esas cualidades se transforman en luces, en imágenes y en movimiento"
Muriel Romero muestra de primeras la coraza que le ha llevado, en parte, a desarrollar este «#INCUBATIO Circumambulatio», un montaje en el que busca escapar del ruido de la Era Digital a través de la danza, pero también con un rito ancestral «orientado a la inducción de episodios de sueño con fines curativos», comenta de una práctica que está en la base de la cultura occidental y conforma los cimientos de la psicoterapia moderna. «Un sueño muy profundo y curativo que se remonta a la magna Grecia, a Parménides y Pitágoras», señala la mujer al frente de la CND (desde septiembre). Baile, música electroacústica (de Pablo Palacio) y modelos de inteligencia artificial se unen, junto con la incubatio y la circumambulatio –«un movimiento alrededor de un punto que quieres proteger»–, sobre el escenario de la Sala Roja con el fin de profundizar en imágenes arquetípicas asociadas a estados de trance con el apoyo de la tecnología interactiva de vanguardia creada para esta función.

Porque, aunque Romero quiera huir de ese zumbido digital, lo digital está en su propia esencia, en el tuétano de este montaje en el que se ha equipado a los bailarines con una tecnología de captura de movimientos (Motion Capture): los sensores colocados por el cuerpo registran los gestos que se realizan sobre las tablas, estos se transmiten en tiempo real al ordenador y se transforman digitalmente en sonido y en una imagen directa o abstracta.
«Lo que permite a los bailarines “disparar” sonidos o música con sus movimientos, enviar impulsos a la iluminación o incluso controlar un avatar que aparece con ellos en el escenario como imagen LED. Las personas interactúan, así, con líneas o seres generados por ordenador, sus réplicas digitales se desintegran en píxeles o mutan en simples secuencias de números», se leía en el programa de mano del Festspielhaus de Baden-Baden. «Creamos tecnología para amplificar el cuerpo, y esas cualidades se transforman en luces, en imágenes y en movimiento», añade Romero de un espectáculo que se pinta con los tres colores de la alquimia: negro, «el inconsciente, la oscuridad, la sombra...; blanco, lo celestial, lo místico, lo espiritual...; y rojo «la sangre, el cuerpo...».
Un mundo sin espacio para aislarse de los estímulos externos
Con todo ello, Romero trata de escapar de «un tiempo en el que cada vez es más difícil encontrar un espacio que nos permita aislarnos de los estímulos externos y conectar con nosotros mismos». Y lo hace con una contradicción de la que es consciente: al tiempo que se aparta de la sobreinformación de imágenes provocada por el gran desarrollo tecnológico abraza al propio mundo digital para denunciarlo y usarlo a su antojo de una forma diferente. «El flujo informativo provocado por el gran desarrollo tecnológico nos lleva a orientar nuestra mirada al exterior, a reaccionar y conectar con cualquier realidad objetiva, pero olvidando nuestra subjetividad».
Para la coreógrafa, nuestra psique necesita espacios aislados de este torrente de estímulos para conectar nuestras imágenes interiores, «que están cada vez más fuera que dentro de nosotros». Así, la pieza propone un nuevo hashtag, #Incubatio, que, paradójicamente, invita a una cierta desconexión de los medios digitales que habitualmente nos envuelven y a la conexión con uno mismo mediante una tecnología interactiva especialmente diseñada para conectar con nuestro cuerpo y traducir la danza en sonido, imagen y luz.
- Dónde: Teatros del Canal, Madrid. Cuándo: 17 y 18 de mayo. Cuánto: desde 9 euros.
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