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Trofeo trabajado de Ginés en tarde de esfuerzos

El diestro pasea la única oreja del festejo en Bilbao con buena actuación de Ángel Téllez y complicado encierro de Garcigrande
Luis TejidoEFE

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Se escapaba el toro de la muleta de Perera de la misma manera que apretó a Curro Javier en las banderillas, porque las querencias son todo un mundo que determinan faenas, que iluminan caminos a veces imposibles. No fue el caso. «Siciliano», que arreó con los palos, se abrió con la muleta con ese punto de querer irse siempre, pero sin dejar de embestir nunca en la muleta. Incansable el animal, sin comprometer al torero ni hacerle un feo. Perera, que ya lleva unos cuantos años en esto, lo tuvo claro, brindó a Cayetana, del hotel Ercilla, que es un clásico en el mundo del toro, y lo gozó con la parsimonia y poder que le caracterizan. En los muchos pases encontró Perera siempre el temple. Otra cosa fueron las emociones, que eran más que necesarias para llenar una plaza vacía con la inmensidad de Bilbao. Una pena comprobar que el tiempo y los cambios no siempre son para bien. Bilbao pierde no solo público cada tarde sino identidad. Estocadas en los bajos que se aplauden o muertes que se ovacionan sin sentido. Cuando no se cultiva viene el desierto. Un espejismo. Ese Garcigrande fue el único «facilón», después la corrida tuvo sus complicaciones, porque le faltó empujar de verdad en la muleta: entrega. El cuarto iba y venía sin humillar. Así la faena de Perera, que tiró de oficio para cumplir su paso bilbaíno.
Precioso fue el segundo toro, que enseñaba las puntas para arriba, pero estrecho de sienes y de buenas hechuras. Movilidad tuvo de principio a fin y repetición, otra cosa fue la entrega con la que tomó la muleta de Ginés Marín, que intentó en todo momento dar uniformidad a sus arrancadas y certero a espadas.
La faena de Ginés
Dedicó tiempo al quinto, que no era animal que lo diera de primeras. Tuvo corto el viaje el Garcigrande y sin acabar de empujar en la muleta. Ginés anduvo serio y compacto en la primera parte de la faena gobernando en las desigualdades del toro e intentando dar continuidad a esa media arrancada del animal. Quiso Ginés y no volvió la cara. Buscó sus propias herramientas y las encontró. Cuando había dado con ellas se alargó en la faena y se embarulló en ese último tramo. Esas ansias de querer hacer mucho, de querer hacer todo. La espada remataba una buena actuación, pero al toro le costó caer. No fue óbice para pasear trofeo.
Ángel Téllez
A Ángel y a su izquierda siempre se le esperan. El tercero se cruzó un par de veces en el camino de Aguado, su banderillero, desarmándolo y poniendo del revés el orden natural de las cosas. Había caos. Ese que sembraba el Garcigrande a su huida. El toro colocaba bien la cara, pero sus ganas de renunciar eran demasiadas y en las tres cuartas que se despegaba de la suerte, a pesar de que el torero le ganaba la acción e intentaba buscarle el pitón, no cupo el toreo al que nos tiene acostumbrados. De uno en uno, en ese desorden que tenía el toro en su arrancada, nos quedamos con el anhelo intacto de la zurda de Téllez. No quiso el toro, no quiso la vida. Informal fue el sexto en su capacidad de repetir. De búsqueda la faena de Téllez. No era agradable el animal, repetía pero no con buena condición. Ángel quiso hacer las cosas bien. Sin trampas y con verdad. Ya es mucho. La tarde, con ese vacío en el tendido, que pesa, tuvo, además sus exigencias en el ruedo.
Ficha del festejo:
Bilbao. Cuarta de las Corridas Generales. Se lidiaron toros de Garcigrande, desiguales de presentación pero en general correctos. El 1º, noble, repetidor y facilón; 2º, movilidad y repetición y no tanta entrega; 3º, rajado; 4º, va y viene sin humillar; 5º, de media arrancada y sin empujar; 6º, complicado.
Miguel Ángel Perera, de nazareno y oro, pinchazo estocada desprendida (saludos); estocada defectuosa (silencio).
Ginés Marín, de carmín y oro, estocada arriba, descabello (vuelta); estocada, aviso (oreja).
Ángel Téllez, de tabaco y oro, pinchazo, estocada trasera, un descabello (saludos); estocada (saludos).