Exclusión

Urtasun borra a Sánchez Mejías del centenario del 27 y desata una tormenta cultural

El Ministerio de Cultura margina a uno de los grandes articuladores del grupo poético más influyente del siglo XX, avivando la polémica sobre la censura cultural

Imagen de Ignacio Sánchez Mejías
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El Ministerio de Cultura ha excluido deliberadamente a Ignacio Sánchez Mejías de los actos oficiales del centenario de la Generación del 27, desatando una ola de críticas en el mundo cultural y académico. La decisión, promovida por el ministro Ernest Urtasun, ignora la relevancia capital de una figura que no solo fue torero, sino impulsor, mecenas y anfitrión de quienes definieron la Edad de Plata de las letras españolas.

Sánchez Mejías fue mucho más que "la sangre sobre la arena" que inmortalizó Lorca. Fue el punto de encuentro entre el ruedo y la poesía, entre la arena del coso y el salón literario, entre el coraje de la plaza y la lucidez de la palabra. Su casa de Pino Montano acogió a Salinas, Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Aleixandre, Cernuda o Alberti. Sin él, el histórico homenaje a Góngora en el Ateneo de Sevilla de 1927 no habría sido posible.

La omisión no es casual. Es ideológica. Es una nueva expresión del rechazo institucional a la tauromaquia, disfrazado de programación cultural. La exclusión del torero-poeta de la Comisión Nacional que organiza el centenario es, como han denunciado familiares y expertos, un intento de borrar una parte incuestionable del patrimonio intelectual español por su conexión con una expresión cultural incómoda para el gobierno.

Dolores Sánchez Mejías, nieta del diestro, recuerda que su abuelo no solo creyó en esos jóvenes poetas, sino que les abrió las puertas de su mundo, de su vida y de su fortuna. Era un hombre que no buscaba protagonismo, sino cohesión. El pegamento humano que permitió que esos genios se sintieran grupo.

Rogelio Reyes, catedrático emérito y miembro de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, ha calificado la exclusión de “sectarismo totalitario” y la considera una grave injusticia histórica. “Solo alguien profundamente ignorante puede prescindir de una figura tan esencial para entender la modernidad de la lírica española”, afirma. Y subraya que Sánchez Mejías encarnaba una estética vital que inspiró profundamente a los autores del 27.

Este intento de reescritura cultural no es solo una afrenta al pasado, sino un síntoma preocupante del presente. Borrar a Sánchez Mejías es borrar la convivencia natural que se dio, durante años, entre la literatura y los toros, entre los versos y la muerte ritual. Es renunciar a la riqueza de un país que ha sabido, en sus mejores momentos, hacer de la contradicción un arte.