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Daniel Luque tira de la mansada de Alcurrucén contra el presidente

Le niega al sevillano el premio que le pide el público del tercero y el sexto; Talavante, más entonado bajo el diluvio en la Feria de San Isidro
Daniel Luque, en el comienzo de faena al tercero en Las Ventas
Daniel Luque, en el comienzo de faena al tercero en Las VentasAlberto R. RoldánAlberto R. Roldán

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La tarde era de las que había interesado tanto como para llenar la plaza a pesar de que una hora y pico antes estuvo diluviando y el cielo negro y amenazante. La moral de los taurinos es indestructible. Más o menos como la confianza de Urdiales en el primer toro para brindarlo al público, todavía nos dejábamos llevar por la ingenuidad de la corrida de Alcurrucén, que fue una buena mansada. El animal, ese primero, tuvo buena condición, pero justeza de poder y repetición y tan a menos que el astado se echó antes de que el riojano se perfilarse en la suerte suprema y levantarlo costó lo suyo. La imagen no era la mejor. Antes Diego dejó muletazos buenos, alguno despacioso, pero de uno en uno, sin armar la faena en la ligazón y viendo cómo su oponente se consumía. La estocada fue de libro. Desde que salió el cuarto ya tuvo sus desafíos. En el saludo de capa, en el caballo y en las banderillas. Cuando Urdiales tomó la muleta no teníamos muy claro qué es lo que iba a ocurrir. El de Alcurrucén acudió al engaño bronco y a arreones. Diego lo enseñó, se justificó y lo mató con prontitud.
Alejandro Talavante se había chocado de bruces con un segundo deslucido con cero ritmo con el que no perdió el tiempo y estas cosas se agradecen. En el quinto tuvimos que sacar el paraguas y con él y sin él, nos calamos. ¡Qué puñetera feria! Fue la versión mejorada del extremeño. Por lo pronto se echó de rodillas para cuajar la primera tanda, rotunda. Y meritoria. Y después llegaron otras, como una de naturales, muy verticales, y en un espacio diminuto de terreno. Ocurrían cosas además de que nos calábamos y que buscar lo que ocurría en el ruedo era en ocasiones una misión imposible entre el resquicio que dejaba paraguas y paraguas. Se lo pasó cerca, estuvo centrado y dispuesto, a pesar de que se le ensució la labor. Salió a saludar, en mitad de la desbandada.
Talavante en la feria de San Isidro en las Ventas, Madrid
Talavante en la feria de San Isidro en las Ventas, MadridAlberto R RoldánLa Razón
Iván García lo bordó en los dos pares que puso al tercero y fue emocionante el comienzo de faena genuflexo de rodillas, como haciendo al toro. Después... No sé... vino una faena a un animal que tuvo buen ritmo y nobleza en las embestidas. La faena conquistó al público, aunque me recordó más al Luque de otros tiempos que al de los últimos, que estaba dando una versión más depurada. Hubo un primer trance de toreo ligado, pero quedándose el sevillano por detrás, sin la verdad incendiaria de cuajar el toreo pasándoselo por la barriga. Hubo un poco de todo, menos fino de lo que nos tiene acostumbrados. Acabó con el recurso de las luquecinas que gustaron y el presidente no concedió el trofeo.
En un barrizal se había convertido el ruedo cuando salió el sexto, que fue otro manso, dentro de la mansada de Alcurrucén. Iba y venía el toro después con poca gracia y Daniel Luque ahí lo puso todo para armonizar las arrancadas y pulsearlas muy por abajo. Las armonizó, organizó, cosió y ligó para dar estructura a lo que no tenía. Engrandeció las cualidades del animal. Con los vuelos le hizo ir una cuarta más de lo que quería y así, poco a poco, sin las prisas, con la calma, la faena creció. Poderoso y resuelto el torero de Gerena, que lo ve tan claro que lo tumbó de un espadazo rotundo. Antídoto para la mansada en tarde de lluvia. ¡Cómo no!
Las Ventas (Madrid). 20ª de la Feria de San Isidro. Se lidiaron toros de Alcurrucén, desiguales de presentación. 1º, noble y a menos; 2º, deslucido; 3º, noble y con el fondo justo; 4º, bronco y a arreones; 5º, manejable punto tardo; 6º, noble sin transmisión. Lleno en los tendidos.
Diego Urdiales, de catafalco y oro, estocada (silencio); estocada (silencio).
Alejandro Talavante, de grana y oro, tres pinchazos, estocada trasera, descabello (silencio); casi entera, aviso, descabello (saludos).
Daniel Luque, de azul marino y oro, estocada, descabello (saludos tras petición); estocada buena, aviso (vuelta tras petición).