Jorge Molina rozó el triunfo, pero salió con el premio de la final
Al finalizar el festejo, el jurado del certamen anunció el cartel de la final, que queda compuesto por Christian Parejo, Jorge Molína y Alejandro Peñaranda
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Una segunda oportunidad en Las Ventas bien vale perder un trofeo, aunque seguramente José Molina habría querido quedarse con ambos premios. No obstante, no se irá a casa enfadado, ya que volverá a Madrid en una semana.
Buen fondo tenía el bonito primero, que quiso tomar las telas, pero no sabía cómo ni tenía poder suficiente para desarrollarlo. Jorge Molina, con el viento como hándicap, quiso ponerse muy pronto a torear, quizá pensando que se iba a quedar pronto sin contrincante. Lo cierto es que antes que abrirle los caminos al novillo con suavidad para afianzarlo en la arena, buscó la estética de su muletazo, resultando este trompicado, ya que tampoco le podía someter por su falta de fuerza. No hubo, pues, encuentro entre ambos, por mucho que el novillero porfió. Otra cosa fue con el cuarto, un novillo de calidad excelsa en la embestida al que entendió Molina a la perfección con la muleta. Entendió pronto el novillero que los toques fuertes lo violentaban, así que echó los vuelos al morro para traerlo cosido con suavidad por ambos pitones. El novillo, noble y entregado, la siguió hasta el final. Hubo naturales inmensos, ligados y profundos con el novillo prácticamente gateando tras la muleta. Madrid entró en la faena, que no perdió el buen tono por derechazos. Fue la espada la que se llevó su triunfo. Una pena.
Otra fuerza, brío y hechuras tuvo el ensillado segundo, que permitió un alegre saludo de capote de José María Trigueros por verónicas, chicuelinas y una larga cambiada de rodillas de remate, antes de embestir bravo al caballo del ovacionado Miguel Novia, que antes de agarrar dos puyazos soberanos, besó la arena venteña en un tumbo violento. "Teatrero" iba de verdad, quemaba como una brasa encendida en las manos, por eso le costó a Trigueros encontrar la firmeza y el gobierno, pues cuando debía quedarse para mandar, a partir del segundo muletazo, se le vio afanado por irse y buscar el adorno, antes que reventar Las Ventas con el toreo fundamental. El novillo, fijo e impetuoso, casi siempre tocó las telas y terminó perdiendo el interés, aunque dejó alguna embestida para que el murciano dibujarla algún muletazo de buen corte, aunque sin el peso que da la autoridad y, seguramente, el rodaje. El mismo que le pudo faltar para lidiar con el manso quinto, que no hizo caso de capotes hasta que se ordenó la salida de los caballos y fue Gómez Escorial el que consiguió recogerle y pararle. Sin embargo, tras la excelente brega del banderillero, el novillo llegó con cierto celo a la muleta de Trigueros, que intentó estirar el escaso recorrido de cada costosa embestida, aunque siente tuvo que rectificar su colocación para el siguiente muletazo. Muchas veces por culpa del novillo, que se giraba sobre las manos. La voluntad del novillero sumó para intentar agradar, pero terminó prolongando sin sentido una faena anodina.
Poco pudimos ver a Marcos Linares con el tercero, un bonito sardo que ya desde los primeros tercios manseó, saliendo desentendido de las suertes, aunque acudía con prontitud. Marcos se dobló bien con el novillo en la muleta, y buscó terrenos, alturas, distancias y toques para tratar de encelarlo para ligar tres muletazos seguidos, pero fue imposible. Y no sé lo puso fácil el reservón sexto, que se desplazó bien el en capote del jienense, pero llegó remiso a su muleta, siendo el novillero el que tuvo que tirar de él con poder y decisión, con el oficio bien aprendido y capacidad superior, aunque sin opción de lucimiento. Abrevió, pero fue una noche de espadas romas.
Plaza de toros de Las Ventas (Madrid).
Jueves 27 de julio de 2023. Nocturna. Más de un cuarto.
Cuatro novillos de Monte La Ermita y dos de El Cotillo, primero y quinto, de buena estampa y correctas hechuras. El primero quiso más que pudo; bravo y encastado el buen segundo; desentendido el tercero; de clase excelsa el cuarto; manso y sin recorrido el quinto; y parado y reservón el sexto.
Jorge Molina, de celeste y oro, pinchazo y estocada trasera y caída (silencio); y tres pinchazos, metisaca, pinchazo y estocada corta baja (aviso y ovación).
José María Trigueros, de gris plomo y oro, estocada contraria y atravesada (aviso y ovación); y pinchazo y bajonazo desprendido (aviso y silencio).
Marcos Linares, de sangre de toro y oro, estocada suelta y estocada tendida (silencio); pinchazo y estocada corta tendida (aviso y silencio).
Incidencias: José María Trigueros y Marcos Linares se presentaron con "Teatrero", nº 26, negro bragado de 459 kg. y "Deslío", nº 48, castaño salpicado de 456 kg., respectivamente. Ovacionado el picador Miguel Novoa, tras un buen tercio de varas en el segundo, y el banderillero Gómez Escorial tras su excelente lidia al quinto. Al finalizar el festejo la empresa anunció el cartel de la final del certamen, que quedó compuesto por Christian Parejo, Jorge Molina y Alejandro Peñaranda.