Luis Miguel Dominguín, 75 años siendo el "número uno"
La Feria de San Isidro apenas celebraba su segunda edición y la muerte de Manolete había dejado vacante el trono del toreo, pero llegó Luis Miguel...
Creada:
Última actualización:
El 17 de mayo de 1949, durante la segunda Feria de San Isidro en Las Ventas de Madrid, Luis Miguel Dominguín se proclamó número uno, un gesto que marcó un hito en la tauromaquia y que resonó en la memoria colectiva taurina. La Feria de San Isidro de 1949 no comenzó de la mejor manera. La primera corrida fue suspendida por la lluvia y la segunda, celebrada el 16 de mayo, aniversario de la muerte de Gallito, no fue bien recibida debido a las reses chicas de Manuel González. El descontento de los espectadores se dirigió especialmente contra Luis Miguel Dominguín, quien compartía cartel con Bienvenida y Paquito Muñoz.
Dominguín, un torero precoz y ambicioso, era considerado el principal candidato para ocupar el trono vacío dejado por la muerte de Manolete, el Califa Cordobés. A pesar de su habilidad y conocimiento de las reses y suertes, no gozaba del fervor del público ni de los aficionados. En la corrida del 17 de mayo, Dominguín alternaba con Parrita y Manolo González. Desde el inicio, Luis Miguel enfrentó una fuerte bronca dirigida hacia él. Alfredo Marquerie describió en El Ruedo: "De los veintitrés mil espectadores, veinte mil, por lo menos, están en contra suya".
Los dos primeros toros fueron lidiados con normalidad. Parrita fue ovacionado por su voluntad, y Dominguín estuvo bien con un toro parado y agotado, aunque falló con los aceros. La atmósfera cambió con el tercer toro, correspondiente a Manolo González. El sevillano, que había debutado en Madrid el año anterior con éxito, gozaba del fervor de la afición capitalina. Su faena fue espectacular, con varios pases por alto, naturales y un soberbio pase de pecho que llenó el ruedo de sombreros. Mató con facilidad y obtuvo una oreja.
Mientras Manolo González paseaba la oreja, Parrita le preguntó a Luis Miguel si había visto aquello. Dominguín respondió que sí, pero que ese día solo se hablaría de él. Y así fue. Dominguín comenzó la lidia del cuarto toro con una larga cambiada de rodillas, aunque el toro se frenó. Luego, colocó tres pares de banderillas. Su faena de muleta fue descrita por K-Hito en Dígame: "Lo inenarrable. Lentamente, parsimoniosamente, corre la mano en unos derechazos que duran media hora cada uno. Son pases en redondo, pero tan en redondo, que no los habíamos visto jamás; el toro describe una circunferencia completa. Con la flámula en la izquierda, repite la maravilla. Cuando todos estábamos boquiabiertos, se lleva la mano diestra al pecho y luego yergue el brazo con el índice enhiesto".
La reacción fue tremebunda. Las Ventas bramaban. Todos los espectadores estaban en pie. Flameaban los pañuelos, algunos en señal de petición de oreja y otros de protesta. Hubo conatos de pelea en la sombra y se discutía hasta en el callejón. Luis Miguel explicó años después a Carlos Abella: "A mí no me trataban bien en Madrid, y cuando vi que el público se volcó de esa manera con Manolo, se me revolucionó el cuerpo y pensé que, fuera como fuera, la figura del día sería yo". Y lo consiguió, no solo por su gesto, sino por lo que hizo en el ruedo: "Me acordé de un pase circular que había dado en Zaragoza y lo puse en práctica en esa corrida, la primera vez que lo di en Madrid y, al salirme perfecto, me volví y me proclamé el número uno, de lo que no me he arrepentido nunca".
Dominguín desempolvó o reinventó el pase en redondo completo, el pase circular, con el cuarto toro de la tarde, Sacristán nº 60, de la Viuda de Galache. Don Justo en El Ruedo relató: "Ante el asombro de los espectadores y la admiración de los más veteranos aficionados, Luis Miguel llevando al galache embarcado en la muleta, y tirando suavemente de él, le hizo describir sobre el albero una circunferencia completa en torno del torero quien, sin descomponer la figura y construyendo el punto céntrico del círculo, remató el pase sin interrupción en el mismo terreno donde le inició".
El gesto de Dominguín no solo dejó una marca en la historia del toreo, sino que también introdujo el verdadero pase en redondo completo. Aunque hoy día estamos habituados a esta suerte, en 1949, fue una innovación que produjo asombro y estupor entre los espectadores. Este día, Luis Miguel Dominguín se proclamó número uno, un gesto de audacia que subrayó su lugar en la historia taurina.