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Paco Aguado: «Las historias oficiales son aburridas porque las cuentan los vencedores»

El escritor comparte con La Razón algunos secretos para triunfar con la literatura taurina
Paco Aguado, periodista taurino
Paco Aguado, periodista taurino Gonzalo PérezLa Razón

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Es periodista y escritor. Lleva toda la vida en esto del toro. Su padre, que fue mozo de espadas, le enseñó a poner el oído como método de aprendizaje, y no ha dejado de hacerlo. En su dilatada carrera cuenta con la publicación de libros míticos, como «Joselito El Gallo, rey de los toreros» o «Joselito, el verdadero». Ahora, con la editorial «El Paseíllo» ha publicado «Historias del toreo que nunca te contaron» y ha arrasado. Nos encontramos, sin duda, con el bestseller actual de los libros de temática taurina.
¿Qué nos vamos a encontrar en este nuevo libro?
Es una visión paralela de la historia oficial. Once episodios desde finales del siglo XIX a primeros del XXI. Aparentemente son aislados, pero hacen un trazo a vuela pluma de lo que ha sido la tauromaquia del siglo XX y su relación con todos los aspectos de la sociedad española.
Porque de siempre hubo una relación.
Se cumple aquel famoso dicho de Ortega y Gasset que decía que quien quiera conocer la Historia de España debía asomarse primero a la del toreo. La tauromaquia está imbricada perfectamente. Quieran o no.
La realidad es que últimamente se empeñan en separar la tauromaquia de todo.
Supone llevar la contraria a la realidad, a los hechos. Los toros han sido un hecho de primera magnitud desde hace tres siglos en este país como hecho cultural y ha reflejado la sociedad española.
¿Diría que sigue ocurriendo?
Sí, la tauromaquia está en un momento delicado y el país también. La situación de la sociedad es muy evidente en estos tiempos pospandémicos y de crisis y se evidencia en la actitud del público en el tendido y en la manera de torear. Falta ese punto de trascendencia que siempre tuvo. Estamos llegando a momentos de superficialidad, salvo contadas excepciones.
En su libro no se habla de faenas, se cuentan historias.
Todas las historias oficiales son aburridas y casi siempre las han contado los vencedores. En el mundo del toro también los ha habido y en algunos casos sobrevalorados, porque han tenido gente al lado que los ha magnificado. Pero hay una gran parte del toreo que queda en la tradición oral. Los grandes conocedores no son conocidos, no han escrito y no se les ha dado la oportunidad. Son pequeños empresarios, toreros fracasados, ayudas, mozos de espadas, que han conocido la historia de primera mano.
Con personajes fabulosos que tienen un hueco especial en este libro como es el caso de Domingo Dominguín.
Es uno de los personajes más relevantes del siglo XX. Estaba olvidado y eclipsado por la figura de su hermano Luis Miguel y porque su militancia comunista hizo que en muchos foros se le relegara. Fue un hombre muy inteligente, con muchas inquietudes, no solo taurinas. Sabía de toros porque no solo sabía de toros. La tauromaquia se nutre de muchas artes, conceptos de la vida que hay que entender. Pudo ser el mejor empresario de su tiempo y un activista decisivo para el Partido Comunista. Juntaba a presos perseguidos con jefes de la policía en el callejón de la plaza de Vistalegre. El toro unía a esa gente. Acercaba la Tauromaquia a la intelectualidad comunista.
Es el contrapunto con la actualidad que se pretende identificar tanto el toreo con una posición política.
El libro trata de devolver la memoria histórica que debe ser global y no solo en una dirección como es ahora. Por eso se trata de recuperar la vinculación de la izquierda hasta hace muy poco. No hay que echar la vista atrás, a los festivales donde iba Carrillo, las fiestas del PC en el 77, el inicio de la Transición. En cuarenta años la izquierda ha dado una vuelta equivocada.
¿Es difícil en la actualidad ser taurino y de izquierdas?
Parece que hay que sentir vergüenza por ello. No somos asesinos, somos herederos de una larga tradición cultural. Pasó en la generación del 98, que acusaron de todos los males a la fiesta de los toros, hasta que salió Belmonte y Valle Inclán y Pérez de Ayala cambiaron de opinión. Por qué no vamos a defender los toros como modelo de vida y espejo de virtudes para poder aplicarlas a esta vida que pierde autenticidad. Creo que alimentamos un buenismo barato que nos aleja cada vez más de las cosas que de verdad importan.
Quitando tópicos, con usted se quiebra el de que no se venden libros de toros.
Hay un mercado importante de literatura taurina que no ha parado de publicar obras a lo largo de tres siglos. Ahí está la Biblioteca de Las Ventas. En una entrevista de hace años de la Bomba Navarro, jugador de baloncesto, decía que cuanto más leía mejor jugaba, y creo que se puede aplicar a la Tauromaquia.
Usted llegó al toreo por su padre.
Él era mozo de espadas y mi madre le decía los domingos eso de «llévate al niño». Y nos íbamos al centro, a los alrededores de la plaza de Santa Ana, que eran las verdaderas oficinas del toreo. La Campana, El Abuelo, La Trucha, la Cervecería Alemana. Eran paseos matinales de tomar una cerveza o un vino y yo un refresco. Seguramente no entendía nada, pero veía una forma de tomarse el toreo. Aquellos profesionales, hasta los más humildes, tenían una dignidad muy particular que habría que recuperar. La tertulia presencial es clave para mantener la Tauromaquia.