San Isidro
Triste encierro de El Pilar para la reflexión de Madrid
Urdiales, Aguado y De Manuel no tuvieron opciones de lucimiento en una de las tardes más descafeinadas del San Isidro
Clavó los 600 kilos en la báscula el primero de El Pilar. Quiso probar Urdiales la movilidad de Dulcero en el saludo capotero. El astado demostró clase y movilidad a pesar de su volumen. Aguado replicó con un aplaudido quite por verónicas. Extremadamente despacio meció el capote Urdiales antes del turno de los rehileteros. El toro permitía la delicia, aunque en el caballo no demostró bravura. Se lo llevó a los medios el riojano. Es de los toreros que mejor siente el pulso de Madrid, de los más capacitados para hacerla vibrar. Se alargó con un animal que no colaboró en la muleta y así el público se lo hizo saber. Desde la primera tanda, no volvió a transmitir nada la faena. Mató de estocada tendida.
Amenazó a los banderilleros el cuarto, de misma madre que el segundo. Se equivocó el de Arnedo en plantear una faena con más paciencia de la que conservaba la plaza, rozando las dos horas de festejo, solo superado su ecuador.
Se gustaba Aguado con el capote y colocando al caballo. Olía a tarde de inspiración. El breve pero buen puyazo de Juan Carlos Sánchez, completó el tercio. Falta de fuerza manifestaba «Guajiro», al perder las manos en varios envites. Extremó el riesgo Diego Ramón Jiménez, aguantándole el paso, aunque el astado recortase la embestida. De gran gusto fue el inicio de faena del sevillano. Su tauromaquia no requiere de una ligazón extraordinaria, pudiendo exhibir las condiciones del animal con una ligera pausa entre cada trasteo. Cada gesto tiene un porqué. Su verticalidad abruma. Se fue a estrenar los primeros rayos de sol para concluir la faena, donde siguió robándole embestidas pase a pase. El toro dio cara su muerte. Sin humillar y con las puntas hacia el cielo parecía una odisea pasaportarle. Ni siquiera conseguía cuadrarlo Aguado. Acabó metiéndole el brazo con habilidad.
Ni siquiera conseguía cuadrarlo Aguado. Acabó metiéndole el brazo con habilidad. No podría resarcirse en el quinto, que no cumplió con el refrán y al que pinchó hasta en dos ocasiones. Las mulillas arrastraron un animal vacío que no mostró condición alguna.
El astifino tercero, fue devuelto tras dar nulo juego en el caballo. El bis vino a confirmar un descompensado encierro en el que llegó a ver más de 100 kilos de diferencia entre sus ejemplares. Tras ser protestado de salida, el sobrero de la misma ganadería. Tras perder las manos en dos ocasiones y no responder a los capotes, también fue devuelto. Comenzaba a crisparse el ambiente. Con la orquesta cerca de quedarse sin repertorio, salió el tris de Conde de Mayalde. Percibió De Manuel el agarrotamiento de los tendidos y los despertó con una larga cambiada. Tampoco quiso ver el peto el de Mayalde. Les costó moverle después en banderillas. Rozó el milagro De Manuel. Se plantó de rodillas. El toro le avisó en el segundo encuentro y en el tercero no le perdonó. Tras mantenerlo prendido varios segundos en el aire la cornada parecía asegurada. Inexplicablemente el madrileño se reponía. Solo por bajo pudo dominar la traicionera embestida de su oponente. Se revolvía. Estoconazo hasta la bola. El extendido turno de De Manuel le valió la vuelta al ruedo. La petición de oreja fue más sonora que mayoritaria y el palco no la concedió.
Rey y Araujo salieron a saludar desde el tercio y Francisco aprovechó la buena inercia. Tras dos buenas tandas por el derecho se mascaba el triunfo. Aunque fue el toro más enclasado de la corrida, la espada dejó todo en silencio.
Las Ventas. 16 de la Feria de San Isidro. Toros de El Pilar, desiguales de presentación. El 1º, embestía al ralentí; el 2º, protestaba por el izquierdo; el 3º, tris de Conde de Mayalde, trotón y de bruta embestida; el 4º, de nulo juego en la muleta; el 5º, sin movilidad alguna; el 6º, de humillada embestida.
Diego Urdiales, de sangre de toro y oro, tendida (saludos); media (silencio).
Pablo Aguado, de lila y oro, metisaca, aviso, casi entera (saludos); dos pinchazos, media (silencio).
Francisco de Manuel, de berenjena y oro, gran estocada (vuelta al ruedo tras petición); tres pinchazos, dos avisos (silencio).
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