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Selvático Animal

Zahara: "El bullying ha ensombrecido mi infancia"

La cantante y compositora, que está produciendo ella misma su próximo disco, reflexiona sobre distintos momentos de su carrera y habla sobre el acoso que sufrió

Zahara, cantante. © Jesús G. Feria.
Zahara se encuentra en pleno proceso de producción de su próximo trabajo Jesús G. FeriaFotógrafos

Zahara (Úbeda, Jaén, 1983) arrancó su carrera en 2005 y son ya siete los discos en solitario que lleva publicados, aunque ella sólo cuenta cinco («los que publiqué con distribución»). ¿Le explican bien? «Creo que sí. Los que escribimos canciones, vamos plasmando en ellas momentos de nuestra vida y son una manera bastante certera de entender cómo éramos». Ahora está terminando de producir su próximo disco, que verá la luz el año que viene: «Lo he compuesto y lo estoy produciendo yo, y estoy en esa fase de grabación y producción. No guarda relación con los trabajos anteriores; está en otro sitio distinto a “Puta”. Siempre ando buscando. No me interesa repetir algo que ya he hecho». Ha citado el disco que tanta polémica suscitó, «Puta». Extremoduro dio a conocer «Golfa» en 1998 y «Puta» en 2002, dos temas que figuran entre sus clásicos y que no les supusieron ningún problema. Zahara publicó «Puta» muchos años después, en 2021, donde hablaba del maltrato y los abusos, psicológicos y físicos, sufridos en la niñez. Funcionó muy bien, pero le dio muchos quebraderos de cabeza. Sobre todo por la portada, en la que emulaba a una Virgen fumando.

"Las relaciones sentimentales que he tenido a partir de la terapia y de este disco han sido muy diferentes"

Zahara

Tras el huracán mediático declaró sentirse «manoseada» y dijo necesitar «perspectiva» para valorar en qué medida le había afectado. ¿Lo sabe ya? «Necesito que pase mucho tiempo. El suficiente como para que no me importe y para poder observar lo que viví y decir “ah, vale, pues fue esto, pues no lo fue”. Creo que sigue habiendo muchísimo machismo y que, a día de hoy, la misma acción hecha por una mujer no es igual que cuando la hace un hombre, o al revés. Desde gestos a priori más naíf, como quitarse la camiseta en un concierto [alude al gesto de Amaral], porque sólo te impacta si lo hace una mujer, a que yo utilice la palabra “puta” para titular mi disco y esa imagen, religiosa, ofenda tanto. Y es verdad: Robe también lo hizo [emuló a Jesucristo en la cubierta de “Yo, minoría absoluta”] y no pasó nada. Yo no quería provocar. La provocación era lo que había vivido y la carga que suponía para mí la presión de la culpa cristiana, eso es lo que estoy representando en mi portada. Me dolió y me afectó mucho en el momento –prosigue–, también porque recibí amenazas reales y la cosa ya no es que me ofendiera o me sintiera mal, es que tuve miedo físico. Pero quitando esa parte de las amenazas, que hubiera gente que no entendiera la portada o que pensara, incluso, que yo estaba llamando puta a la Virgen…, pues forma parte de esa portada. Parte del aprendizaje es liberarme de lo que los demás puedan pensar sobre ello, incluso si es contradictorio con lo que yo quería contar».

Zahara, cantante. © Jesús G. Feria.
Zahara, cantante. © Jesús G. Feria.Jesús G. FeriaFotógrafos

Pese a ese daño que relata, con «Reputa», disco de duetos, le salió la vena chuleta. Puta, no: reputa. «Sí, jajaja. Pero era más una celebración para mí. Y fue una reafirmación, sí, pero también desde un lugar algo más lúdico. Porque en mi carrera artística siempre ha habido un equilibrio entre lo denso y lo complejo, pero también entre lo liviano y el humor. Necesitaba volver a enfrentarme a esas canciones desde un lugar más liviano. Y hubo una interactuación y eso quedó reflejado en el disco». Se hace obligado preguntarle por la canción que nos va a representar en Eurovisión, «Zorra»: «Jajaja. Pues mira, me parece fantástico. Porque si hay alguien que lo puede entender soy yo, jajaja. Me gusta el uso que hace de la reapropiación del insulto, y juega con eso: que si salgo soy una zorra, que si hago esto soy una zorra, que es un poco lo que nos dicen siempre, y ponerlo ahí. Y me parece fantástico que veamos sobre el escenario a una mujer que no tiene 20 años».

El estigma del bullying

El bullying que sufrió de niña es lo que le empujó a grabar aquel disco. ¿Ha ensombrecido su infancia, no la recuerda de un modo feliz ni grato? «Pues sí que el bullying ha ensombrecido mi infancia, sí. Porque, de hecho, yo tenía recuerdos bonitos, pero ahora todos tienen un velo. Antes de hacerlo público, antes de haber lidiado con todo esto, antes del disco “Puta”, pensar en la infancia podía tener momentos felices porque yo eliminaba las imágenes que no quería ver, pero eso no las elimina de verdad, sólo las esconde y acaban saliendo cuando menos te lo esperas. El haber hecho ese disco, haberlo comunicado, me ha permitido vivir con esas tristezas y convivir con ellas, entenderlas y abrazarlas. Abrazar los lados más feos de mi historia, de mi infancia. Pero también soy más consciente de ello y hace que algunas imágenes que tenía edulcoradas tengan ahora un carácter más turbio». ¿Cree que eso va a estar ahí siempre? «Sí –contesta, rotunda–. Se trata de saber vivir con ello».

¿Y le ha afectado en sus relaciones sentimentales? «Sí, a lo largo de mi vida muchísimo. En todas. No ha sido hasta que empecé con la terapia de hace unos años cuando conseguí entender lo que me pasaba. Y gracias a eso, las relaciones que he tenido a partir de la terapia y de este disco han sido muy diferentes. Y eso me ha hecho ver cómo he necesitado estar sana para tener relaciones sanas».

"Joaquín Sabina ha sido uno de mis referentes y lo último que yo quería era tener su apadrinaje y que la gente me conociera por eso"

Zahara

Zahara guarda parentesco lejano con Sabina («es tío tercero, primo segundo de mi padre, y, por lo tanto, el parentesco sanguíneo está un poco diluido», afirma). Ha grabado algunas de sus canciones («A la orilla de la chimenea» ella sola y con Dani Martín «Y sin embargo»), pero no existe una colaboración oficial en ninguno de sus discos. ¿Por qué? «Quizá he sido excesivamente respetuosa. Joaquín Sabina ha sido uno de mis referentes y lo último que yo quería era tener su apadrinaje y que la gente me conociera por eso. Aun así, en alguna entrevista decían “la sobrina de Sabina”, aprovechaban ese parentesco para que se leyera más, y me daba bastante rabia y me generaba rechazo. Pero es verdad que ya ha pasado el tiempo suficiente y tengo una carrera lo suficientemente marcada y distinta a la suya como para sentirme preparada para hacerlo [una colaboración]. Pero creo que tiene que ser el grande el que llame al pequeño. Si él pensara que en una de sus canciones Zahara quedaría estupenda, pues seguramente le diría que sí porque será una canción maravillosa y me haría mucha ilusión».

Puto es este dolor que cargo

Javier Menéndez Flores

En el espejo con púas del retrovisor se distinguen en primer término los contornos del miedo. El colegio es un enero que nunca desfallece y los gritos de auxilio son siempre hacia dentro. Aquel dolor que dañó de veras, tan fieramente, como una lluvia de electrodos o alfileres o tenazas, es un depredador que se agazapa en un rincón de la cabeza y aguarda el momento idóneo para saltar. Jamás se irá del todo. Y cuando asoma no existe otra forma de combatirlo que seguir caminando, resistir, hasta volver a notar en el rostro la mano amiga del sol.

María Zahara aprendió muy pronto que si manchas de euforia o de ira un papel y creas una melodía es posible acorralar a los demonios que con uno van, enmudecerlos. Y supo que en una sola jornada, si te distraes lo justo, puedes levantar un imperio. No hay nada tan agradecido como el arte si tienes una buena historia que contar y los dioses te bendijeron con un gramo de la magia del talento. Y así es como un herido de guerra sale adelante, reescribiendo las batallas que soportó e inventando, quizá, mundos mejores.

(No soy un insecto ni un cenicero ni un estribo. Si me pinchas, sangro, y si me tiras muy fuerte del pelo verás mis lágrimas. Pero quiero que sepas que, si cierro los ojos y me concentro muchísimo, puedo ser Edmundo Dantés moviendo los hilos de la diosa Venganza e incluso Clark Kent entrando en una cabina telefónica para librarnos a todos del Mal).

La imaginación es un pozo del cual extraer historias fabulosas que carecen de nombre y apellidos. Mariposas que huyen de una boca que no es cualquier boca. Grutas en las que los monstruos se excitan mientras afilan sus cuchillos. Mujeres santas y su reverso. Te llamaron sacrílega, pecadora, blasfema, impía, y te quemaron en la plaza de la Cebada de ese polvorín antes llamado Twitter como a una bruja medieval. Pero tú solo estabas cantando tu dolor, la cruz candente que cargas. Aquella infancia que llevaba respiración asistida en las pupilas.

A veces, de pronto, piensas que todo fue un mal sueño, que la vida no pudo hacerte eso. Pero a poco que arañas los recuerdos, cautelosamente, la pintura salta igual que una chispa y ves ese negro superlativo que brota del pecho como un alien y lo pone todo perdido. Solo que en tu habitación huele a azahar y hasta los dueños del Olimpo te hacen la ola cuando Silvio desintegra las nubes oscuras con un disparo de nieve.

Hay quien sueña despierto con ser amado por miles de personas y cada vez que se sube a un escenario siente el temblor de la primera vez; el que produce esa garganta inabarcable que amenaza con tragarte. Pero las chicas de Úbeda son más duras que el titanio y aguantan el pellizco de la emoción como marines. Y aunque allí los trenes siguen yendo hacia el norte no piensas pedirle audiencia a tu paisano más ilustre, pongamos que hablo de un encantador de serpientes con voz de ogro de cuento, por más que compartáis algunas gotas de sangre.

Una noche cualquiera descubres que se te puede agrietar el alma mientras Bowie se dedica a cortejar otros planetas y a Iván Ferreiro le dan las siete y media. La música es un cohete y una droga que rejuvenece, y hay respuestas tácitas y preguntas retóricas: Zahara, ¿has visto alguna vez la lluvia en un día soleado?