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Fútbol

¿Por qué no hay futbolistas gays en LaLiga española?

En España se ve “imposible” que un jugador se declare gay como acaba de hacer Josh Cavallo. Cañizares: “Yo no he conocido a ninguno”

Una bandera ondeada el Día del Orgullo Gay / Javier F. Largo
Una bandera ondeada el Día del Orgullo Gay / Javier F. Largolarazon

Que un famoso diga públicamente que es homosexual y se convierta en noticia y se le llame «valiente» es un reflejo de que, por desgracia, la normalidad queda todavía lejos y un argumento a favor de los que defienden que es lógico que haya un día del orgullo gay y no uno del orgullo heterosexual porque no parten del mismo lugar. En el mundo del deporte, donde se suelen escuchar frases como «el fútbol es para hombres», identificando la palabra «hombre» con el estereotipo de duro, o como si, por ejemplo, las mujeres no jugaran; o donde se grita desde la grada a tal jugador que es «maricón» cuando pierde un balón, es todavía más difícil y no abundan los deportistas que hayan hecho pública su homosexualidad. La sinceridad de Josh Cavallo es un acto valiente y que se ha dado muy poco.

Justin Fashanu, un fenómeno de los años 80, un joven por el que se llegó a pagar un traspaso de un millón de libras (récord en ese momento en Inglaterra), fue el primer futbolista en hacerlo y su vida tuvo un final trágico, ya que con 37 años, en 1998, ocho después de haber reconocido su condición sexual, se suicidó, ahorcándose en un garaje de Londres. En realidad, Justin lo tuvo difícil desde siempre, ya que él y John, uno de sus hermanos, fueron separados del resto y llevados a un orfanato. Eran, además, negros, un «problema» en los 80 que todavía no se ha superado, vistos los últimos acontecimientos. Su vida se ha llevado a un documental de Netflix llamado «Forbidden Games», en el que se explica cómo John, que también era futbolista, llegó a ofrecer dinero a su hermano para que no admitiera su condición de gay, porque eso podía perjudicar a su propia carrera o se podía pensar que él también lo era. Justin reconoce que después de hablar de su homosexualidad no pudo «enfrentarse a su madre» biológica, con la que no volvió a tener contacto. Noticias escabrosas de relaciones con políticos fueron la puntilla para que pusiera fin a su complicada vida.

Fashanu se atrevió a decirlo cuando todavía estaba en activo, aunque ya en el ocaso de su carrera, y lo mismo hizo el británico Liam Davis en 2017. Jugaba en el modesto Cleethorpes Town inglés y le inspiró la declaración de otro jugador, Thomas Hitzelperger, que formó parte del Aston Villa y la Lazio y fue internacional con Alemania. Hitzelperger esperó a retirarse para hacerlo público e intentar, con sus palabras, «que la cuestión de la homosexualidad avance en el mundo del deporte». Davis ha pedido que otros compañeros de profesión hagan lo mismo, pero son pocos los que se han decidido y en ligas menores, como la australiana, donde Andy Brennan se convirtió en el primero el año pasado.

En la Liga española nadie lo ha dicho y es un tema incómodo. Si Bellerín, lateral catalán del Arsenal, dijo en «The Times» en 2018 que le parecía «imposible» que un futbolista lo hiciera porque el público no estaba preparado para ello, recientemente Kroos ha confesado en «GQ» que «es algo que todos deberían vivir en plena libertad», pero... «no sé si se lo aconsejaría a un jugador en activo. Sobre el terreno de juego se suelen decir ciertas palabras y, teniendo en cuenta las emociones que se llegan a vivir en las gradas, no podría asegurar que no termina siendo insultado y menospreciado», añadió el alemán. Santiago Cañizares, en Radio Marca, tambien ha hablado de esto. “Estadísticamente en la moda o en la televisión hay un porcentaje mayor de gays que en el fútbol. Yo no he conocido a ninguno”

En el fútbol femenino parece que hay menos prejuicios. De hecho, la estadounidense Megan Rapinoe, nombrada la mejor en 2019 tras ganar el Mundial y ser la máxima goleadora, aprovecha cada vez que puede para reivindicarse.