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El Bayern Múnich derrota al PSG (0-1) gana su sexta Champions y frustra a Neymar

El gol de Coman decidió un choque en el que los alemanes fueron mejores, aunque el equipo de Tuchel también tuvo sus opciones

UEFA Champions League - Paris Saint-Germain vs Bayern Munich
Coman celebra el primer gol de la final de la ChampionsJulian Finney/Getty Images via U / DPAJulian Finney/Getty Images via U

La Champions es un torneo que respeta las tradiciones y todavía no le ha llegado el momento de echarse en brazos de los petrodolares. Puede ser que pesaran las cinco Copas que ya tenía el Bayern más que el dinero del PSG. Pero lo fundamental es que el Bayern ha completado un torneo perfecto. Nadie antes que él había ganado todos los partidos de la Liga de Campeones. Algunos fueron un abuso, como la goleada en Londres al Tottenham (2-7) o la más reciente al Barcelona.

Para derrotar al PSG tuvo que sufrir más. Necesitó que se activara Neuer para detener la ocasión más clara de Neymar en la primera parte, o el remate de Mbappé sin nadie que le molestara. También el de Marquinhos en la segunda mitad. De repente, Neuer seguía siendo el mejor portero del mundo ante el que se estrellaban una y otra vez los jugadores del equipo francés. Pero el Bayern necesitaba sobre todo que Kimmich se acercara al área. Ningún jugador tan influyente en el juego de su equipo como él. Lo maneja cuando ejerce de mediocentro y lo sigue manejando desde el lateral derecho. Es el que mejor ve el fútbol y el que mejor lo ejecuta. El ejemplo es el balón que puso en la cabeza de Coman para que el francés marcara el único tanto del partido. Kimmich tocó con precisión para salvar a los centrales y que el balón llegara al segundo palo para que el extremo metiera la cabeza. El mérito de Coman fue dar la fuerza necesaria a un balón que le llegaba blandito para llevarlo hasta la portería.

El Bayern se sintió más cómodo cuando podía acorralar con su presión al PSG. Esa fue su idea inicial, arrinconarlo para que no pudiera sacar la pelota jugada y robarla cerca del área contraria. El fútbol ha cambiado en los últimos años. La precisión en el toque necesita ritmo para ganar y el mejor ejemplo son los equipos alemanes. Y ningún equipo tan alemán como el Bayern. Sufrió cuando el PSG se liberó de esa presión y le tocaba defender cerca de su área. Su fortaleza defensiva se basa en que los defensas no tengan que actuar, pero el PSG los obligó a aparecer. Mucha responsabilidad de ello tuvo Ander Herrera. El español aporta el trabajo necesario para que el equipo no se desequilibre con Neymar y Mbappé arriba. A su lado, Marquinhos y Paredes para completar la línea de seguridad del equipo francés. Ander robaba y entregaba a la primera para que no se perdiera el ritmo y sus delanteros pudieran echar a correr como les gusta.

Pero al PSG le pudo la tensión de la final. Se vino abajo en la segunda parte. O quizá es sólo que el Bayern le pudo. Y al equipo francés le costaba más encontrar a Mbappé y a Neymar. El brasileño se desesperó durante gran parte del partido como falso «9». Mbappé tenía que ir atrás a recoger la pelota y también le tocaba cerrar su banda en defensa.

Alaba abrazó al brasileño al final del partido para consolarlo. Después llegaron más jugadores del Bayern dispuestos a secarle las lágrimas. El premio fue para Coman, un canterano del PSG que amenazó con retirarse hace un par de años cansado de que las lesiones no le permitieran arrancar.

Son muchos los «resucitados» en el Bayern, pero ninguno tanto como el propio equipo, destruido cuando Hansi Flick se hizo cargo del banquillo como interino. El Bayern se levantó para ganarlo todo en Alemania y todo en Europa. Sólo le faltó el gol de Lewandowski en la final para que el polaco marcara en todos los partidos que ha jugado en la competición continental.

La Liga de Campeones más extraña y más innovadora eligió un campeón tradicional. Un equipo de los de siempre. El campeón perfecto.

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